Odón Elorza y Marisol Garmendia.

La inesperada batalla del PSE da un vuelco al tablero donostiarra

Las primarias socialistas de Donostia pueden tener efectos en la política vasca de alianzas y anticipan una campaña electoral municipal de alto voltaje

Alberto Surio

San Sebastián

Domingo, 4 de septiembre 2022, 07:28

La inesperada batalla abierta en el PSE de San Sebastián con las primarias entre Marisol Garmendia y Odón Elorza para elegir la candidatura a la Alcaldía ha dado un vuelco al tablero donostiarra que tendrá una incidencia directa en la contienda de las elecciones municipales ... de primavera de 2023. Será la militancia socialista de la capital guipuzcoana, en torno a 600 afiliados, la que al final tenga la última palabra. Pero el alto voltaje de los comicios locales puede ofrecer unos primeros chispazos en las próximas semanas.

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De entrada, una de las primeras consecuencias es que el duelo que se avecina ha resituado al PSE y ha revalorizado su papel en un escenario en el que, como tercera fuerza política, no tenía un protagonismo relevante.

El pulso en ciernes, muy sorprendente, pone el foco en el debate sobre el modelo del ciudad y en el papel del PSE, en este caso en el Ayuntamiento de San Sebastián, pero, por ende, en la política de alianzas. El pacto PNV-PSE ha proporcionado estabilidad, pero puede empezar a mostrar ciertos síntomas de fatiga en vísperas electorales. Por otro lado, en la actualidad parece muy difícil que se den las condiciones para fraguar una alternativa al actual eje de pactos. El tripartito de izquierdas PSE, EH Bildu y Podemos es una hipótesis, por ahora, inviable.

Parte de esa batalla hunde sus raíces en la imprevista derrota de Odón Elorza a la Alcaldía en mayo de 2011. Un revés que dejó una espina clavada en el exalcalde. Su renuncia estuvo envuelta en la polémica. Inicialmente parecía que podría mantenerse como portavoz del grupo, pero se alegó que él mismo se había comprometido a renunciar si perdía las elecciones. La dirección del partido tomó cartas en el asunto y forzó su inmediato relevo. En aquellas elecciones ya estaba situada Marisol Garmendia en el cuarto puesto de la plancha del PSE. Sin embargo, su estreno en la lista de Elorza se materializó en 2007, donde debutó como candidata en el quinto puesto de la lista electoral. No obstante, la presencia de Garmendia en la política municipal de San Sebastián se visualizó en la cuarta legislatura de Elorza, cuando el entonces alcalde la fichó como delegada de Presidencia sin tener acta de concejal. En ese momento, la actual segunda teniente de alcalde pasaba a ocupar un puesto de relevancia en la política municipal.

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La derrota de Elorza en 2011 dejó el camino expedito a Ernesto Gasco, que iba en el número doce de la candidatura y era el secretario general de la agrupación Enrique Casas. Tomó el mando y asumió la portavocía del grupo municipal en el Ayuntamiento hasta las siguientes elecciones de 2015, en las que mantuvo los siete ediles. La operación de 2011 dejó algunas heridas internas que ahora pueden reverdecer. Garmendia, que ha sido la mano derecha de las dos candidaturas lideradas por Gasco, se verá ahora las caras con Elorza, su anterior jefe, en unas primarias inéditas en el socialismo donostiarra.

Se verá si el proceso se desarrolla con guante blanco, que es lo que quiere la militancia. Los candidatos tienen puntos débiles y fuertes. Garmendia no tiene la experiencia política del exalcalde, pero algunos interpretan que eso le permite carecer de un flanco de desgaste. Otro ariete de la campaña puede ser el compromiso de Elorza al decir que si no logra el objetivo de ser alcalde, renunciará de inmediato. Este asunto promete ser controvertido.

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En la decisión de Elorza, dicen quienes le conocen bien, han operado dos claves. Una es la de ejercer un 'revulsivo provocador' para remover las aguas y agitar un debate interno que considera mortecino, que ve que está en el origen de la crisis del socialismo donostiarra tras la derrota, después de 20 años –el mandato más largo en la historia de los alcaldes de San Sebastián– que permitió al PSE conectar mejor con las clases medias y salir de sus nichos sociológicos clásicos. El Partido Socialista –a pesar de sufrir el tremendo acoso de ETA– se abría al tejido civil y competía con el nacionalismo en determinados terrenos en una ciudad en la que la tradición cultural liberal no nacionalista se ha ido debilitando en los últimos años por el empuje sociológico del nacionalismo. El perfil de algunos barrios también se altera y la llegada de guipuzcoanos de clase media-alta explica ciertos cambios en el paisaje urbano.

El modelo de ciudad

La segunda cuestión que influye en la trastienda es el debate de ciudad y la gestión del alcalde Eneko Goia, en especial en esta su segunda legislatura. Cierta percepción de saturación turística en los últimos años en la ciudad, el acuciante problema de la vivienda e, incluso, los problemas de los cambios del tráfico constituyen una coctelera que, en función de cómo se agite, eleva el tono de los debates y los propulsa de cara a la próxima campaña. Eneko Goia en las últimas elecciones municipales mejoró posiciones y subió a diez concejales en la Corporación. El aspirante jeltzale lograba retener parte del voto moderado, incluso no nacionalista, que consiguió en 2015 para expulsar a Izagirre, de EH Bildu de la Alcaldía. Y lo hacía a pesar de que Borja Sémper, del PP, obtenía tres concejales, mientras el PSE bajaba dos ediles. Goia ahora aspirará a reforzar su mayoría. En los últimos siete años ha gobernado con el PSE, sin especiales tensiones

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Este acento más municipal anticipa la pauta de la campaña, aunque aún quedan ocho meses y este período puede ser una eternidad en política, sobre todo en una coyuntura de fuerte crisis económica y menores recursos públicos. Hay quienes recuerdan que «ese modelo de ciudad» fue precisamente concebido, al menos en sus bases teóricas, en la época de Elorza. La otra discusión, que puede coger un vuelo considerable, es la cuestión del liderazgo. Tanto Elorza como Garmendia deberán poner el foco en cómo conciben su 'alternativa' para liderar la ciudad. Y cómo piensan polarizar con Goia y disputar los comicios en un terreno, el de la gestión, en el que operan con fuerza otros resortes emocionales. Por de pronto, Garmendia ya ha puesto los puntos sobre las íes a Goia cuando la portavoz socialista enmendó la plana al regidor jeltzale cuando este aireó la posibilidad de instaurar una tasa turística en la ciudad. El modelo de ciudad y su proyección como motor turístico estarán en el eje central del debate sobre el futuro de la ciudad para la próxima legislatura.

Y luego está el azar. Como apuntó una vez el asesinado Fernando Múgica, entusiasta defensor de la candidatura de Odón Elorza en 1991, «tener la Alcaldía, además del sueño de mi vida, ha sido una lotería». En política, muchas veces, la suerte es el golpe de gracia.

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