El discurso navideño del rey Felipe VI, que venía de patear el pasado domingo las calles de Catarroja –uno de los municipios castigados por la ... DANA–, transmitió una batería de reflexiones dedicadas al plantel político español, con una serie de recomendaciones –el rey reina pero no gobierna– que fueron un tirón de orejas a los partidos en toda la regla.

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Después de la lluvia de barro y de indignación que los monarcas recibieron en su visita a Paiporta del 3 de noviembre pasado, Felipe VI aprovechó su intervención para apelar hasta en siete ocasiones al «bien común» y para lanzar todo un aviso a navegantes con sabor autocrítico sobre la gestión de la Dana. «Hemos comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones», refutó en un discurso, en el que admitía que la gestión de las inundaciones en Valencia dejó mucho que desear.

El rey pidió más sosiego para mitigar el «atronador» ambiente político de polarización que se vive en el Congreso, aunque de manera sorprendente tanto PSOE como PP no se dieron por aludidos tras la intervención del monarca, que en forma y fondo enmendó las refriegas dialécticas de alto voltaje que, lamentablemente, rentan poco o nada en el beneficio ciudadano. El rey, que en los últimos meses ha mirado a los ojos de ciudadanos enfurecidos, apeló al espíritu de la concordia de 1978 y a la búsqueda de acuerdo para satisfacer los principales problemas ciudadanos. Habrá que ver si sus palabras caen en saco roto.

El PNV, que no se sintió interpelado por la bronca política, prefirió tirarle de las orejas al monarca –que habló de 'las cosas del comer'– por no referirse a la «nación vasca», le recordó su polémico discurso del 3 de octubre de 2017 y su visión «idílica» de la Constitución , carta que, no hay que olvidar, sostiene el actual autogobierno vasco.

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