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No pueden ser estas líneas un perfil político al uso del lehendakari José Antonio Ardanza. Mi estrecha y prolongada cercanía con el hombre que habitaba detrás y más allá del cargo me descalifica para el cometido de proceder de la manera desapasionada que tal perfil requiere. Por otra parte, la alternativa de afrontar este breve recuerdo desde la perspectiva humana, con el riesgo de caer, como sería inevitable en mi caso, en una descarada alabanza de homenaje, se me hace incómoda por intrusiva en terrenos que casi rozarían el límite de la intimidad. Pese a ello, los más de doce intensos años de contacto y conversación ininterrumpidos, sin miramiento de horas del día ni de días de la semana, hacen difícil para mí, si no imposible, separar ambos aspectos. A ello me obliga además la circunstancia que me apremia a escribir en unos momentos de enorme tristeza estas líneas que nunca creí que tendría que redactar.

Pero, bien pensado, quizá o, mejor, sin duda sea esta inextricable mezcla de aspectos, el humano y el profesional, lo que caracterice la personalidad del para mí siempre lehendakari. Y es que no haber dejado de ser en el político el hombre que hace política ... define mejor que cualquier otra cosa a la persona que yo conocí. Quién sabe si no fueron las complicadas circunstancias en que se vio obligado a asumir la nunca ambicionada dignidad de lehendakari lo que marcó un talante que nunca abandonaría a lo largo del ejercicio del cargo.

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diariovasco Un hombre que hizo política