El profesor José María Portillo, autor del libro 'Entre tiros e historia'.
José María Portillo Valdés: «Muchos creyeron que los derechos históricos contribuirían al fin de ETA»
José María Portillo Valdés, profesor de Historia Contemporánea de la UPV-EHU ·
Llega hoy a las librerías el ensayo 'Entre tiros e historia', un análisis del impacto del terrorismo en la constitución de la autonomía vasca
ALBERTO SURIO
SAN SEBASTIÁN.
Jueves, 15 de marzo 2018, 06:58
José María Portillo Valdés (1961), profesor de Historia Contemporánea de la UPV-EHU, acaba de publicar 'Entre tiros e historia', un ensayo sobre la constitución de la autonomía vasca bajo el trasfondo del terrorismo de ETA al inicio de la Transición. Fue víctima de la violencia de persecución durante años, por la que tuvo que marcharse en el año 2000 del País Vasco.
-La tesis de su libro es que la institucionalización de los derechos históricos en la Constitución y el Estatuto no sólo legitimaba la tradición histórica sino que formaba parte de un contexto mediatizado por el terrorismo. ¿Qué quiere decir?
-Tanto la Constitución como el Estatuto deben también entenderse como productos históricos. Me interesaba explicar por qué entre 1977 y 1979 se llegó a soluciones tan inauditas en nuestra historia constitucional. Hubo tres elementos que pesaron notablemente: la hegemonía nacionalista, el creciente peso de la historia como un argumento político y, por supuesto, el terrorismo ultranacionalista. El día en que se debatía la Disposición Adicional Primera, que da entrada a los derechos históricos en la Constitución, ETA asesinó a un general de brigada y a un teniente coronel.
-¿Y si ETA no hubiera existido?
-Sin ETA todo habría sido muy diferente. En ETA seguramente ni sabían qué eran los derechos históricos, pero muchos, y no solo el PNV, creyeron que su invocación como fundamento de la autonomía vasca contribuiría a poner fin al terrorismo.
-Dice que hubo autonomías de primera, de segunda, pero también de primerísima (Euskadi y Navarra).
-En efecto, el resultado de la Disposición Adicional Primera de la Constitución fue habilitar un espacio constitucional para, en el Estatuto, generar una forma de autonomía que no tiene parangón con ninguna otra al blindar con ella una confederación con España en términos fiscales.
-¿Es cierto que los nacionalistas catalanes no quisieron pelear por un Concierto propio por miedo a que fuera la Generalitat la que tuviera que acarrear con la imagen de recaudar impuestos?
-Aunque Pujol lo niega, entra dentro de las previsiones de primera hora sobre el sistema autonómico, donde Euskadi y Cataluña se veían como una especie singular. La diferencia estriba en el hecho de que en el País Vasco sí existía desde 1878 una tradición recaudadora propia.
-La tradición foral vasca es para muchos un engarce estable del País Vasco en el Estado constitucional.
-Históricamente lo fue, hasta que el nacionalismo reinventó la idea de la foralidad como una variante vasca de la independencia. La cuestión clave ahí es si la foralidad sirve para enganchar con el Estado constitucional o solo con el Estado, como quiere el nacionalismo. Personalmente creo que es útil en la medida en que sirva para involucrarnos constitucionalmente en España.
-De negociarse hoy la Constitución, ¿hubiera sido posible incorporar los derechos históricos
-De hacerse hoy espero que, por fin, hiciéramos una buena Constitución federal en España.
«El constitucionalismo no puede ignorar que vivimos en un país con distintas identidades nacionales»
«Nos hemos sabido lamer las heridas... el recuerdo va hacia quienes no las tienen porque los mataron»
-¿A qué obedece la reaparición en España de tantos adversarios de los derechos históricos?
-Si repasamos los diarios de sesiones del Congreso desde el siglo XIX, siempre ha habido detractores, algunos muy serios, de los derechos históricos. Cuando de ese precepto se ha hecho una lectura con sentido común, creo que ha funcionado correctamente. Otra cosa es sacarlo de quicio.
-¿Tiene razón Albert Rivera cuando habla de privilegios?
-Aunque parezca paradójico, los derechos históricos son modernos. Que acaben o no conformando un sistema privilegiado es más un problema de Constitución española que de derechos históricos. No veo, sin embargo, muy dispuestos a Rivera y su partido a encarar este hecho de manera realista sino de la forma más tradicional y menos productiva posible.
Un país barroco
-¿Serviría la fórmula para reformar la Constitución y abordar el conflicto soberanista catalán?
-Políticamente somos un país barroco. Todo lo ocurrido en Cataluña últimamente no es sino el paroxismo de ese barroco español donde todo es nombre y nada es sustancia, donde detrás del nombre al final no hay nada. Abogaría por un sentido más racionalista de la política en el que los derechos históricos o la foralidad podrían tener un sentido federal que permita integrar en un espacio constitucional común diferentes identidades nacionales. Nos guste más o menos, vivimos en un país con diferentes identidades nacionales, y eso parece bastante irreversible. Puede ser la herencia de haber sido un imperio hasta finales del siglo XIX, pero es una realidad y lo peor que puede hacer el constitucionalismo es ignorar la realidad.
-¿Cómo ve a Euskadi después de tantos años en los que usted, como otros, fue amenazado?
-Hay un abismo entre que haya violencia política o que no la haya. Que asesinen, maltraten, roben o secuestren a gente para imponer una idea política o que eso no se haga. Son la noche y el día. Pero sigo echando mucho de menos que alguien desde quienes avalaron, justificaron y encubrieron a los matones y asesinos diga que aquello fue un espanto injustificable. Cada vez que Arnaldo Otegi se presenta o le presentan como una especie de paloma de la paz, me acuerdo de las imágenes de Franco con los famosos 25 años.
-Mi familia y yo nos hemos sabido lamer las heridas, y hemos contado con muchos amigos que nos han facilitado siempre las cosas. Ante esta pregunta, sin embargo, el recuerdo va necesariamente hacia quienes no tienen siquiera heridas que curar porque los mataron.
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