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El apoyo adelantado por EH Bildu y el PNV a la investidura de Sánchez sitúa tal posibilidad completamente en manos de ERC y, sobre todo, de Junts per Catalunya. Partidos que por su naturaleza abren un sinfín de incógnitas. Tanto a la viabilidad de la ... toma de posesión del aspirante socialista, como al desarrollo de una legislatura que podría verse interrumpida por un exceso de sobresaltos, o acabar neutralizada por miedo a que se produzcan.
La primera incógnita parecería formal, pero es más que eso. No es seguro que los portavoces nombrados por ERC y por Junts acudan a la ronda de consultas del Rey antes de que éste proponga un nombre para ser sometido al trámite de investidura en el Congreso. En cuyo caso tampoco contará con la seguridad expresa de que Sánchez esté en condiciones de superar ese trámite. A no ser que ambos partidos catalanes proclamen públicamente y sin ambages su apoyo a la reelección del actual presidente antes de que éste sea recibido por Felipe VI.
Posponer ese momento no facilitará necesariamente las cosas a Pedro Sánchez. Aunque Alberto Núñez Feijóo decidiera someterse a la investidura para hacer valer su triunfo en las elecciones del 23-J, a sabiendas de que no cuenta con los votos necesarios, tampoco aligeraría las complicaciones a Sánchez. Que el tiempo comience a correr con la amenaza de una repetición electoral bien podría encastillar al independentismo catalán, empujando a los socialistas hacia tierra de nadie.
Tampoco está claro en qué medida un acuerdo previo entre ERC y Junts para afrontar la negociación con Sánchez estrecharía el margen de maniobra de éste. Dependería del factor más crítico en todo esto. El desquiciante marcaje mutuo que los distintos sectores independentistas ejercen sobre la representación política del secesionismo. Lo que llevará a quienes representen a ERC y a Junts a hacerlo en nombre de 'las bases independentistas'. Tanto en la negociación de la investidura como en la discusión de cada iniciativa que precise la aprobación del Congreso. Véase su difícil respuesta al Acuerdo Social por la Amnistía y la Autodeterminación de David Fernández, Carme Forcadell y Marina Geli, entre otros.
La gran diferencia entre EH Bildu y PNV respecto a ERC y Junts no es tanto que los dos primeros se sienten políticamente más cercanos a la continuidad de la anterior Legislatura. La gran diferencia es que ni la izquierda abertzale ni los jeltzales necesitan someter sus decisiones a una suerte de 'consulta a las bases' por la que una minoría puede acallar el ánimo mayoritario. No digamos ya el poder de veto que Carles Puigdemont por una parte y Marta Rovira por la otra podrían ejercer sobre las veleidades pactistas de sus respectivos partidos. Las dificultades que presente el independentismo abonarían la idea de un Pedro Sánchez dispuesto a repetir elecciones en defensa de la constitucionalidad. Aunque pesaría lo mismo o más su imagen como un líder burlado por sus aliados.
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