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La reforma o revisión de la fiscalidad en Euskadi está reactivando la política partidaria, dado que su necesaria tramitación en cada una de las tres ... Juntas Generales de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, además de las competencias de armonización que corresponden al Parlamento Vasco, realzan el protagonismo de todas las siglas. Porque las mayorías de gobierno conformadas en los cuatro ámbitos institucionales por la alianza entre el PNV y el PSE no son absolutas en los casos de Álava y de Gipuzkoa. La disposición mostrada por el PP para reeditar la sintonía que mantuvo en 2017 con los jeltzales ha recibido la negativa de los socialistas vascos a contar con su concurso. Al tiempo que EH Bildu decidía presentar una enmienda a la totalidad en las tres Juntas, anunciando enmiendas parciales cuya negociación podría llevar a la izquierda abertzale a retirar la primera. Mientras Podemos se hace valer, presto a subir un par de escaños de notoriedad, mostrándose más dialogante y constructivo que EH Bildu.
Podemos se brinda al PNV y al PSE para neutralizar la enmienda a la totalidad de EH Bildu, y facilitar a la alianza gobernante una revisión fiscal sin muchas más concesiones que la inclusión de la marca morada en el juego institucional vasco. En el tránsito entre Andoni Ortuzar y Aitor Esteban, los jeltzales necesitan cerrar el paso a que la izquierda abertzale se erija en clave de bóveda de un nuevo ciclo fiscal. Lo contrario sería poco menos que rendirse ante la alternativa de un proyecto supuestamente más social. Y viceversa.
La misma semana en la que EH Bildu se ha jactado de haber logrado un segundo acuerdo «transaccional» con los socios de gobierno –PNV y PSE– en materia educativa (sobre planificación de centros escolares), la izquierda abertzale precisa distanciarse de la coalición que sostiene Imanol Pradales en materia fiscal. Siquiera por lo que manda ELA, más que LAB. Con la posibilidad añadida de que, vía Madrid, persuada a Ione Belarra de frustrar las expectativas que manejan PNV y PSE de contar sí o sí con Podemos.
La 'política politiquera' acaba, inevitablemente, en escaramuzas tácticas. La otra, la que imaginamos en mayúsculas, permitiría que los junteros acabasen votando uno a uno artículos del proyecto auspiciado por los partidos gobernantes, enmiendas puntuales y fórmulas transaccionadas sobre, por ejemplo, fiscalidad y familia, o estímulos y crecimiento económico. Pero desembocaría en un desbarajuste imposible de evaluar en sus efectos.
Porque hasta ese intento aparentemente trasversal estaría, en su ingenuidad, trufado de escaramuzas. Cuando la única certeza imaginable está en la presunción de que una medida tributaria u otra permitirá a las Haciendas forales recaudar más o menos. Pero sin que nadie –y mucho menos los partidos ajenos al gobierno– esté en condiciones de predecir sus otras consecuencias, en la sociedad y en la economía.
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