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El hombre confiado
Opinión

El hombre confiado

Lunes, 8 de abril 2024, 18:20

José Antonio Ardanza no estaba destinado a ser lehendakari. Pero la crisis del PNV en 1985 hizo que el exalcalde de Arrasate-Mondragón y luego diputado general de Gipuzkoa, pasase de una posición secundaria en la lista de las autonómicas a vivir en Ajuria-Enea. Las crisis en los partidos lo desbaratan todo. Ardanza fue el depositario del capital institucional que le quedó al PNV tras la salida forzada de Carlos Garaikoetxea. El hacedor último de la fórmula de coalición con los socialistas vascos, que permitiría a los jeltzales reponerse del trauma causado por aquella escisión. A medida que se asentaba en la Lehendakaritza, José Antonio Ardanza fue adquiriendo una personalidad propia dentro del PNV.

Ahora que la desconfianza hacia los demás se presenta como una de las virtudes del político exitoso, el recuerdo de Ardanza destaca al hombre confiado también a la hora de hacer política. Era suficiente intercambiar unas palabras con él para percatarse de que su mirada ... franca y directa no guardaba recelo alguno hacia el interlocutor. Se negaba a ver en éste segundas y terceras intenciones. Escuchaba lo que se le decía con la atención de un profesional aplicado. Y participaba de la conversación con enorme generosidad, y sin afán alguno de apabullar a los demás desde la atalaya que le brindaba estar al frente del autogobierno vasco. Exceptuando si acaso los preámbulos a los que tan aficionado era. Ahora que la prudencia se asimila impropiamente a la suspicacia, Ardanza fue siempre un prudente confiado.

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