La amnistía, que Oriol Junqueras ha asegurado tener pactada con Pedro Sánchez, y a la que éste pareció dar carta de naturaleza al declarar desde Nueva York que «una crisis política como la de Cataluña no debió judicializarse», es una operación de riesgo para los ... socialistas. Sólo el declive electoral del independentismo y su fragmentación en grupos difíciles de identificar con precisión podría dar alguna seguridad a que el reconocimiento político de la licitud de la eclosión secesionista -junto a su traducción legal- no alienten hechos como los que se sucedieron durante 2017 en aquella comunidad. Aunque eso mismo subraya el oportunismo de una medida que pretendería desinflamar una Cataluña ya desinflamada porque Sánchez necesita los votos positivos de Junts con la bendición de Carles Puigdemont.

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La rebelión de los 'jarrones chinos' del socialismo -el propio Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Almunia y otros- refleja bastante más que la añoranza constitucionalista de quienes se han pronunciado abiertamente contra el precio que el presidente en funciones parece dispuesto a pagar por volver a ser investido. Es la inquietud compartida con distintas figuras territoriales del PSOE porque la política en España quede definitivamente escorada hacia las minorías, y con ella acabe hipotecado el futuro del partido socialista.

El control que el secretario general ejerce sobre el conjunto de la organización no se debe, ni única ni fundamentalmente, al manejo centralizado de sus hilos. Atiende sobre todo a la certeza que cuadros intermedios y militantes tienen de que su honorabilidad como integrantes de un partido de gobierno, depende de que Pedro Sánchez siga en la presidencia. Mucho más después de la pérdida de cargos públicos y de poder sufrida en los comicios locales y autonómicos de mayo. La investidura es el fin que justifica cualquier medio que pueda manejarse con el tiempo suficiente como para que sea indoloro. En ese sentido, sería una ingenuidad impropia de la política actual que las bases socialistas pidiesen a Sánchez que renuncie a la Moncloa para salvar al 'partido de Estado'.

El futuro del PSOE es hoy inimaginable sin Sánchez. Como es inimaginable una política de alianzas distinta a la que el presidente en funciones encarna. No puede decirse que las elecciones del 23 de julio la avalaron, puesto que esa es una interpretación políticamente interesada. Pero tampoco la rechazaron, en tanto que hicieron aritméticamente posible la que acabaría denominándose «mayoría de la amnistía». En el caso de que sea la que se encargue de la gobernación de España, el ciclo multicolor de las alianzas de Sánchez podría prolongarse. Puesto que no parece fácil que las derechas se pongan en situación de obtener mayor representatividad que la que lograron en las últimas generales. A no ser que la amnistía envalentone tanto al independentismo catalán que Junts y ERC recrudezcan su disputa por la república propia, y EH Bildu gane las autonómicas vascas.

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