Las 10 noticias clave de la jornada

El anuncio de un plan de regeneración democrática sugiere que el sistema de libertades ha degenerado en algo falto de garantías. El descubrimiento de esto se produjo, al parecer, durante el retiro de Sánchez. Pero no se conoce un diagnóstico que le haya llevado a ... someter a tan grave juicio a la democracia existente en España. Salvo el «secuestro» al que el PP habría sometido al CGPJ durante cinco años, y el flujo de bulos a los que se refirió en el Congreso del miércoles. De ahí que resulte desconcertante que el tratamiento indicado por el máximo titular del Poder Ejecutivo sea profundizar en el «gobierno abierto» y trasponer a nuestro país el Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación del pasado 20 de marzo.

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Aunque pese a las carencias, defectos y excesos que los ciudadanos vemos en el funcionamiento de la democracia, no vivimos con la sensación de que haya degenerado para el ejercicio de nuestros derechos y libertades. La idea del «gobierno abierto», en torno a la que al parecer se celebrará un congreso mundial en Vitoria, puede ser transformadora siempre que no quede en puro marketing.

Luego están los medios de comunicación de propiedad privada. Lo cual invita a la perplejidad. La desinformación, los bulos y las falacias que atentan contra las verdades –la científica, la judicial...– son problemas acuciantes que degradan la convivencia. Hubiese sido lógico que el presidente avanzara medidas para prevenir y contrarrestar tales fenómenos directamente. Pero al apelar a la necesidad de que se haga pública la propiedad de los medios, se conozca el reparto de publicidad institucional, se verifique su audiencia real, Sánchez sugiere que ahí se encuentra el problema. Cuando en España todo eso está claro.

La trasposición del Reglamento Europeo daría a entender, en palabras del presidente, que se trataría de ir más allá de la resolución de Estrasburgo. Pero no cabría ir más allá sin, al mismo tiempo, asegurar el consenso alcanzado allí al que Sánchez se refirió como el de «todos los grupos parlamentarios, menos la extrema derecha». Pasó por alto el papel «regenerador» que podrían tener los medios de titularidad pública si se ciñeran a ofrecer una programación de servicio público, también contra la desinformación. Y mostró una visión equivocada y una falta de responsabilidad institucional al sugerir que la información circulante está en manos de los propietarios de los medios, como si se dedicasen a redactar o censurar crónicas. Y los profesionales de cada redacción fuesen los ejecutores de consignas precisas. Que su esposa, Begoña Gómez, no desaparezca de los noticiarios responde a la decisión de los consejos de administración. Que su hermano, David Azagra, aparezca señalado tampoco. Ocurre que se han convertido en noticia, al margen de bulos.

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