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En su última entrevista televisiva Pedro Sánchez describió el país con un cincuenta por cien de progresistas y un cincuenta por cien de conservadores. Pero no se detuvo a explicar ni cómo ha podido gobernar durante cinco años sobre una realidad tan igualada, ni cómo ... piensa seguir haciéndolo en adelante. Era de esperar que el secretario general de los socialistas ofreciese un dibujo menos simétrico de España. Que hablase, por ejemplo, de una mayoría social coincidente con los valores de las izquierdas o, cuando menos, remisa a verse arrastrada por las derechas. Sin embargo, como si se tratara de una amable concesión a estas, prefirió dejar la cosa en un empate ideológico que, lógicamente, se decantaría por la mayor o menor movilización electoral en un campo o en el otro. Aunque tampoco se refirió explícitamente a esto último. Optó por hablar del antisanchismo, como una burbuja que se habría generado artificialmente, presentando su figura unida a «mentiras, maldades y manipulaciones» hasta convertirlo en «un monstruo de siete cabezas».

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diariovasco El sanchismo