Secciones
Servicios
Destacamos
La fragmentación partidaria ha acabado disociando la investidura presidencial de la gobernación que el presidente debe garantizar mediante una mayoría parlamentaria estable. Desde 1977 hasta las elecciones de 2011, las urnas no solo aseguraron la investidura del cabeza de lista con más votos, sino que ... además despejaron las incógnitas sobre los apoyos parlamentarios que pudiera requerir el gobierno de turno. A partir de entonces, los comicios de 2015, 2016 y 2019 han atomizado tanto el panorama partidario que han llegado a poner en cuestión la función proponente del Rey. En los últimos cuatro años, Pedro Sánchez y Mariano Rajoy han protagonizado sucesivas peripecias entre la investidura y la gobernabilidad. Sánchez se quedó corto de escaños en su alianza con Rivera. Rajoy llegó a desoír la encomienda de Felipe VI. Y todo para que, después de un breve mandato 'popular', una moción de censura volcara la correlación de fuerzas a favor del socialismo de Pedro Sánchez.
Entre jueves y viernes, desde Bruselas, Sánchez ha pasado de recabar la abstención del PP y de Ciudadanos a su investidura a reivindicar la trayectoria de un año de coincidencias, «en política y en políticas», con Unidas Podemos. Los dirigentes socialistas han pasado de interpelar a Rivera y a Casado -en este orden- para que se avengan a admitir que no cabe más gobierno que el socialista, a establecer alianzas en Navarra, La Rioja y Canarias que devuelven la investidura de Sánchez a la sintonía que se produjo en torno a la moción de censura contra Rajoy. El problema surge cuando, al disociar investidura y gobernabilidad, Sánchez tiende a reducirlo todo a salvar el trámite como solventó el desalojo de Rajoy: a la contra, y poco más.
El controvertido afianzamiento de la 'alianza andaluza' -PP, Ciudadanos, Vox- para extenderse por otras comunidades autónomas y ayuntamientos -especialmente en Madrid- ha generado, esta última semana, el fenómeno reactivo de acuerdos que giran en torno a los socialistas. Pero ello no amplía necesariamente el margen de maniobra con que contaba Pedro Sánchez tras los comicios del 28-A. Más bien le obliga a alinearse ideológica y políticamente en el campo de las izquierdas y en el de una perspectiva amplia para el futuro del Estado de las autonomías.
El PSOE trata de justificar su ineludible acuerdo con Unidas Podemos y con el PNV, y la abstención que puede conseguir de ERC y EH Bildu, porque los otros constitucionalistas se niegan a facilitarle el Gobierno. De modo que Ciudadanos y el PP encuentran en las «veleidades» de Sánchez hacia su izquierda y hacia el independentismo el argumento definitivo para el «no es no» a su investidura. Si el candidato socialista quería que los demás se retrataran antes que él, puede darse por satisfecho. Pero lo que se echa en falta es su propia definición; la hoja de ruta de las alianzas a las que aspira. Para ser más precisos, una asunción comprometida de las únicas alianzas que tiene a mano, con Unidas Podemos, el PNV, y los diputados únicos del Partido Regionalista cántabro y de Compromís. Alianzas que no resultan conciliables por naturaleza, y que podrían despertar intereses encontrados entre sí.
Ayer Pedro Sánchez hizo suya la idea de un «gobierno de cooperación», ofertando a Unidas Podemos su participación en áreas de responsabilidad de la «administración pública». La propuesta no es más que una salida por la tangente, que dista mucho de las necesidades y propósitos que vive la organización liderada por Pablo Iglesias. Y que junto a ello disparata la gobernación efectiva del país. El PSOE corre el riesgo de sentirse tan fuerte frente a la manifiesta debilidad en que se encuentran las demás formaciones, que ni se percate de que necesita aliados solventes y no socios apocados. Las flaquezas de Iglesias no encumbran a Sánchez, sino que le empujan a la zozobra política.
La ocurrencia de sortear las exigencias del líder de Podemos a través de la politización por lotes de los segundos, terceros y cuartos niveles de la administración es un despropósito en sí mismo que podría costar la investidura a Pedro Sánchez.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.