María Eugenia Arrizabalaga

La escudera más fiel y una firme guardiana de las esencias nacionalistas

Ha sido alcaldesa de Zumaia (2011-2015), parlamentaria vasca, es la portavoz del PNV en las Juntas Generales de Gipuzkoa desde 2015 y forma parte del EBB como burukide. Arrizabalaga tiene, según sus rivales, un perfil político correoso, en el que sus adversarios echan en falta una mayor flexibilidad negociadora. Los que le aprecian, sin embargo, advierten en ella una gran firmeza ideológica. Lectora empedernida y activista en las redes sociales, vive su compromiso en el PNV como una certeza en estos tiempos líquidos de descreimiento. Siente la política con pasión. Arrizabalaga siempre ha tenido una posición influyente en la sala de máquinas del partido, perteneciendo al 'núcleo duro' de Egibar, favorable históricamente el entendimiento entre partidos abertzales como una cuestión prioritaria para avanzar en el autogobierno y dar un salto cualitativo hacia un nuevo estatus de mayor soberanía.

Los retos a los que se enfrenta no son nada sencillos. Tendrá que liderar una organización en la que Egibar tiene un carisma pero en la que los apoyos a Eneko Goia y a Imanol Lasa han reflejado ya los primeros síntomas de descontento. Los resultados de los últimos procesos electorales son inquietantes. La nueva presidenta del GBB tiene que tener mano izquierda para cuidar las relaciones con el socio de gobierno, el PSE. Y mirar con el rabillo del ojo a EH Bildu, que ya es la primera fuerza política del territorio. Arrizabalaga no parece dispuesta a regalar la bandera del soberanismo a la izquierda independentista. Sus encontronazos en el pasado con representantes de EH Bildu son conocidos. La incógnita es si la nueva etapa estará marcada por esa desconfianza histórica o por la complicidad.