–Tiene todo muy presente a pesar de que han pasado 20 años.
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–Desde luego. Y ahora, hablando, se me ha removido un poco todo. Pero el cerebro humano es muy listo y ayuda, en parte, a olvidar determinadas cosas. Hace cinco años me ... hice el machito y volví allí y fue muy duro. Fueron tal salvajada aquellas bombas...
–¿Qué fue lo más duro?
–Son muchas cosas. Inicialmente es el shock de ver todo aquello y el descalabro en el escenario con gente desparramada, desencajada, amputada... te produce una impresión brutal. A partir de ahí se te empiezan a generar otro tipo de sentimientos como el dolor y la necesidad de compartir... Y al día siguiente se produjo la unión espontánea de gente con un dolor como no había tenido en su vida, sin un grito, sin una consigna y todos pegaditos, codo con codo, hombro con hombro.
–¿Se refiere a la manifestación del día después?
–Eso es. Enseguida tuve una sensación de agradecimiento a todo Madrid, yo me sentí ese día muy madrileño y muy orgulloso siendo de Donosti. Porque desde el operario de jardines, la Policía, los taxistas, el Samur, la enfermería, los auxiliares... Fue algo impresionante, ya no solo de volcarse, sino de hacerlo eficazmente. Hubo una organización modélica, ejemplar. A las 72 horas estaban identificados todos los cadáveres. Y todo lo que se hizo en Ifema de apoyo a los familiares con cientos de voluntarios dispuestos a recibir a las cuatro mil y pico personas que pasaban por allí buscando a sus familiares...
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–El impacto fue brutal en todo el país.
–Sin duda. Enseguida tuve una sensación de orgullo porque paralelamente se recibían muestras de apoyo de toda España, desde San Sebastián, Galicia, Cataluña y tantos otros lugares, hubo llamadas y llamadas de gente apoyando. La solidaridad que se generó fue espectacular. Al día siguiente todo el mundo en el barrio se saludaba, todo el mundo tenía su 11-M, unos habían estado en las vías, otros en el otro lado, pero todos sintieron ese reflejo de ir a ayudar.
–Los terroristas, al contrario, mostraron lo peor de la raza humana.
–Y habíamos visto cómo ETA hizo cosas terribles en Hipercor, en Zaragoza y en tantos otros lugares. Yo viví una de las explosiones de la banda terrorista en Madrid casi en directo. Y cuando ves la sinrazón, siempre te preguntas 'por qué' y ese día me lo pregunté. Pero también puedo decir como vasco emigrado a Madrid que cuando se descubrió que había sido Al- Qaeda yo sentí un alivio de que los terroristas no fueran de mi tierra. Porque aquello era... No se puede ser tan animal... Como cuando mataron a Miguel Ángel Blanco. Muchos pensábamos 'no puede ser que todo el mundo haya salido a la calle y aun así lo hayan ejecutado'. No entra en la cabeza. Y no me entraba en la cabeza cómo podían reventar los cuatro trenes con esa precisión que tuvieron. Cuando he vuelto a la estación, mucho tiempo después, –porque me costó poder subir a un tren– y he reparado en que desde Téllez al interior de Atocha no llega a medio minuto, piensas que si aquel tren hubiera llegado a entrar en la estación, hubiera sido algo terrible... Se te mezclan ahí muchos sentimientos, aflora la huella de lo vivido y te produce una inmensa rabia y dolor.
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–¿Ese día pudo dormir?
–No sé cuantos días se dejó de rumiar aquello. Mi primer consuelo fue al día siguiente. Nunca olvidaré que era un día gris, de sirimiri, y cómo se podía ver a todo el barrio, a toda la gente que venía de Vallecas, por Ciudad de Barcelona, subiendo de Atocha, todos juntos en manifestación. Todo el mundo buscó primero manifestar su dolor y segundo, algo de consuelo. Creo que nos dimos justamente eso, un poco de consuelo. Desgraciadamente, los días posteriores, los unos y los otros se fueron adueñando del protagonismo y de las polémicas por las autorías... No hay más que ver cuántas asociaciones de víctimas hay. ¡Qué horror! En cuanto pasó un tiempo la gente empezó a desbarrar... Eso me produjo muchísimo dolor porque desviaba la atención, cuando todavía había que seguir atendiendo a las víctimas, no solo a los heridos sino a todos los familiares. Las energías se debían haber volcado en ellas y no en las polémicas. Eso me produjo un pesar enorme que cuando lo recuerdo aún sigue doliendo.
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