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Cuarenta años después, Pili Zabala reconoce que retroceder al recuerdo de su hermano Joxi Zabala, secuestrado, torturado y asesinado por los GAL junto a ... su amigo Joxean Lasa, es «volver al momento más duro» de su vida. Hace memoria en positivo y rememora su recorrido restaurativo acompañada por guardias civiles en los sótanos del palacio de La Cumbre de San Sebastián, donde los dos jóvenes fueron torturados. «En un momento un guardia se deshace recordando también lo que él ha pasado y situándose en lo que estarían viviendo mi hermano y Joxean», relata emocionada.
–¿Cómo es volver 40 años atrás a los días de la desaparición de su hermano Joxi Zabala Artano?
–Es volver al momento más duro de mi vida. No he conocido una situación más traumática. Es volver a una situación de impotencia, de indefensión extrema, de desprotección, de caos, de pasar de ser una familia normal a, de repente, estar todos los miembros totalmente hundidos porque nadie sabíamos hacer frente a lo que pasaba, no te preparan para algo así. Una desaparición forzada hace que tu imaginación te lleve a los peores territorios.
–¿Cuál fue el momento más duro?
–La primera vez que vino a mi casa la Policía, en el año 81, y nos dijeron que mi hermano había intentado robar un banco. Joxi tiene que huir y pasar a la clandestinidad. Después cuando dos personas del comité de refugiados vienen a casa y nos comunican que ha desaparecido. Imaginarte que ya no le vas a ver más... Eso ocurre el 18 de octubre del 83. Y, por supuesto, cuando leo el informe anatómico forense del hallazgo de sus restos en Alicante. En ese momento, pienso: ¡Cuánto trabajo tenemos que hacer para recuperar la esperanza en el ser humano!
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–¿Usted sabía en qué andaba su hermano?
–Mi madre siempre le decía: '¡Cuidado dónde te metes!'. Y el siempre respondía: 'Tranquila ama, que yo ya sé lo que hago'. A mí me recuerda un poco a los 'tonteos' con la droga... Pero lo que yo siempre reivindico es la presunción de inocencia. Se dice que cometieron un atraco... Pero una persona solo puede ser considerada culpable en un juicio justo, con todas las garantías. A mí no me vale que a día de hoy se diga: 'José Ignacio Zabala Artano, miembro de ETA', Perdone. No. Es víctima de desaparición forzada, de secuestro y de torturas para acabar siendo asesinado. A mí que me digan que era miembro de ETA y que por eso se hagan interpretaciones incorrectas de la ley, no me vale. Si incluso se pidieron informes falsos a la Policía sobre su vinculación a ETA con el único objetivo de no considerarles víctimas del terrorismo.
–Hoy siguen reclamando verdad, justicia y reparación...
–Yo sigo reivindicando que somos víctimas de una injusticia. Para mí la injusticia mayor es no tener seguridad jurídica oficial, mi hermano y Joxean no están reconocidos como víctima. Y por supuesto al estar ellos fallecidos, mi madre no es reconocida como víctima ni puede disponer de todos los derechos ni de la reparación, ni del significado y reconocimiento que eso implica. La protección integral no la tiene. Y la sentencia condenatoria solo incide en los delitos de detención ilegal y asesinato, cuando fueron otros muchos más...
–¿Cuáles?
–El de torturas y el de desaparición forzada.
–Además de la reivindicación, se ha implicado en la vía restaurativa. Visitó el cuartel de Intxaurrondo. ¿Cómo llega hasta allí?
–Empieza en un homenaje. Un guardia civil se dirige a mí y me dice: 'Yo te quiero conocer'. Le dije: 'No sé quién eres' y me cuenta que es guardia civil de Intxaurrondo. Me quedo sorprendida, le veo los 'sonotones' y le pregunto: '¿Tú has sufrido un atentado?'. Y me dice que sí. Entonces, nos intercambiamos los teléfonos y empezamos a hablar. Él me va contando su historia y yo le voy relatando la mía y surge esta necesidad mía de querer visitar Intxaurrondo. Me dice que no está dentro de su posibilidad y recurrimos entonces al Instituto Vasco de Criminología, a Gemma Varona y a otras personas.
–¿Qué sintió en la experiencia?
–Para mí es muy importante la sanación personal, familiar, también la social. Pero en mi caso los primeros pasos que voy dando son para esa sanación personal. Las personas que me acompañan en el círculo restaurativo de Intxaurrondo entienden mi necesidad y seguimos trabajando para que se pueda llevar a cabo también una visita al palacio de La Cumbre para intentar resignificar ese lugar.
–¿Cómo es ese proceso?
–Es muy esperanzador. Aquí lo importante es que todas las personas que me acompañan, guardias civiles en activo o no, personas que representan al Gobierno del Estado español, mediadoras..., todas las personas tienen una necesidad de sanación junto a la mía. Quienes pertenecen a la Guardia Civil también la tienen. Nos ayuda a todos. Cuando vamos a La Cumbre, voy leyendo en diferentes lugares extractos impactantes y conmovedores. En un momento un guardia civil se deshace recordando también lo que él ha pasado y situándose en lo que estarían viviendo mi hermano y Joxean. (Pili se emociona). Vivir esos momentos es muy sanador, esto es lo que necesitamos, no palabras malsonantes ni enemistades. Solamente curándonos todos podremos conseguir esa reconciliación social y verdadera que nos va a permitir sentirnos mejor, poder generar alianzas y traspasar esas fronteras del dolor.
–¿Qué textos leía y dónde exactamente?
–Mis propios escritos, desde mi sentir y mi experiencia. Lo hacemos en el lugar donde creemos que fueron torturados. El Palacio de La Cumbre es muy grande y por donde nosotros transitamos es un sótano. Hay dependencias para el butano, una sala de máquinas, un gimnasio... Con nosotros hay unas jóvenes que ponen música, otra persona pone pétalos de rosas y vamos adornando todos los lugares donde creemos que pudieron estar mi hermano y Joxean. Luego coloco una foto de mi hermano y mía. Sé que la fotografía y los pétalos permanecen aún allí.
–¿Qué significó para usted estar en aquellos sótanos?
–Hubo momentos de muchísima emoción, de no poder contener las lágrimas ni verbalizar palabras, pero es verdad que estaba totalmente acompañada, Los guardias civiles me pidieron perdón.
–¿Habían tomado parte en aquellos hechos?
–No. En su día cuando hicimos el círculo restaurativo en Intxaurrondo, yo dejé allí la película 'Lasa y Zabala'. No sé ahora dónde estará, pero me parece que es Intxaurrondo el lugar donde tiene que estar. Cuando el general del cuartel la vio, me dijo: 'Siento mucho que personas de mi institución cometieran estos actos'.
–¿En la última década usted ha llevado la voz de los Zabala?
–Tiene su sentido. Mis hermanos mayores vivieron con muchísima mayor intensidad todo el sufrimiento. Fueron ellos con mis padres los que acudieron a todos los lugares a los que se pudo acudir. Les tocó ver muchas situaciones dolorosas, que aunque yo las haya oído, no es lo mismo que vivirlas.
–¿A qué lugares se refiere?
–Mi hermano el mayor, junto con otros jóvenes, durante un mes y algo crearon patrullas de búsqueda, rastrearon muchísimas zonas. En uno de esos trayectos, la Guardia Civil paró a mi hermano y a Miguel Mari Lasa, los empezaron a interrogar, les llegaron a poner una pistola en la cabeza y cuando explicaron que venían de buscar a sus hermanos desaparecidos, les dijeron: 'Esos ya están donde debían estar'. Yo estuve 28 años sin hablar hasta que en mi casa esto se da por cerrado, pero yo me siento con la obligación moral de coger el testigo familiar de la reivindicación, pero también de la acción en positivo y de recordar cómo era Joxi, un chico muy hablador, al que le gustaba mucho pintar, era muy habilidoso con las manos. Era muy tierno, de corazón que se abre fácil, no era el típico vasco duro. Tenía un sentimiento de justicia muy grande.
-¿Qué cabe hacer todavía hoy para reparar la memoria de Joxi?
-Para mi hermano solo ha existido la presunción de culpabilidad, no la de inocencia y eso es un error histórico que hay que subsanar.
-¿De qué manera?
-Seguir tocando puertas.
-¿Qué puertas?
-Sigo escribiendo cartas, escribí a Fernando Martínez, el secretario de Memoria Democrática cuando se aprobó la ley de Memoria Democrática, pero no he recibido contestación. Esta semana Denis Itxaso y Eneko Andueza estuvieron en un acto de Gogoan sobre Lasa y Zabala. Les agradecí que asistieran y Eneko Andueza me dijo que me iba a llamar. Le dije que encantada, que tengo muchas ganas de hablar con él porque es muy importante. Creo que Eneko tenía cuatro años cuando surge el GAL y ha demostrado en sus declaraciones que trabaja por la defensa de los derechos humanos de todas las personas.
-¿Qué espera de ese encuentro?
-Existe la posibilidad de modificar la ley 29/2011 de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo, que se diseñó con el objetivo de que todas las víctimas sean reconocidas, también Joxi y Joxean. Confío en que a través de una buena relación y entendimiento con los socialistas esa modificación se puede llevar a cabo.
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