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Medio siglo de silencio sobre los tres crímenes que ETA oculta

Medio siglo de silencio sobre los tres crímenes que ETA oculta

El 24 de marzo de 1973 la banda secuestró, torturó, asesinó e hizo desaparecer a tres jóvenes gallegos a los que confundió con policías en Biarritz

Óscar Beltrán de Otálora y Anartz Madariaga

Jueves, 23 de marzo 2023

El secuestro, tortura, asesinato y desaparición de Humberto Fouz, Jorge García y Fernando Quiroga es uno de los crímenes fundacionales de ETA y, visto en perspectiva, ayuda a entender la historia de la organización. Hace cincuenta años, el 24 de marzo de 1973, la banda cometió una de sus primeras brutalidades cuando confundió con policías a estos tres jóvenes que desde Irun habían viajado a Biarritz (Francia) para ver 'El último tango en París' y decidió acabar con ellos de la forma más salvaje posible. Luego lo ocultó y mintió de forma reiterada para no reconocer su culpa. Medio siglo después, jamás ha reconocido la autoría de este crimen y, para sufrimiento de sus familias, guarda silencio sobre el lugar en el que hizo desaparecer los cadáveres, que jamás han sido hallados.

Ha habido otros casos de silencio sobre sus acciones, pero fueron rotos en algún momento. En 2018, por ejemplo, la banda difundió un comunicado en el que asumía la masacre perpetrada en la cafetería Rolando de Madrid, donde mató a 13 civiles en 1974 y que durante décadas se había negado a reconocer. Sin embargo, siguió ocultando el crimen de Humberto, Jorge y Fernando.

Son tres muertes que les colocan ante un espejo. Así ocurrieron.

Fernando Quiroga, Jorge García y Humberto Fouz

1973

La investigación

Las investigaciones que se han llevado a cabo sobre este crimen han permitido avanzar lentamente en el conocimiento de lo que sucedió aquel sábado de marzo de 1973. Las pistas sobre el secuestro y asesinato de los jóvenes surgieron de Mikel Lejarza, 'El lobo'. Este infiltrado en ETA proporcionó los primeros datos sobre la desaparición de los tres jóvenes gallegos. En 1973, las fuerzas de seguridad llevaron a cabo varias investigaciones, pero apenas avanzaron. Según el sumario, al que ha tenido acceso este periódico, apenas hubo información de lo que había sucedido. Según lo que se desprende de los viejos folios, el miedo y el mutismo de ETA arrojó una cortina de humo sobre la causa.

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Posteriormente se llevaron a cabo varias investigaciones hasta que el escritor Adolfo García Ortega publicó en 2019 'Una tumba en el aire'. El texto surge de una documentación extensa y de un tremendo trabajo de investigación sobre el terreno. García Ortega reconstruyó el crimen tras conversaciones con etarras y policías de la época y después de recorrer los pasos que en el 73 habían dado las víctimas. Su trabajo ganó el premio Ciudad de Málaga de novela y las notas de sus pesquisas fueron publicadas por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.

Cada una de sus palabras arroja luz sobre algo que ETA y su mundo quieren mantener en la oscuridad desde hace medio siglo. Su investigación recorre las dos discotecas en las que los miembros de ETA ven por primera vez a los tres jóvenes, la playa a la que los llevaron para empezar a torturarles, así como el sótano en el que terminaron de cometer su crimen y analiza las distintas hipótesis sobre el lugar al que fueron trasladados los cuerpos. Y sobre todo, desmenuza un contexto que permite entender por qué pasó lo que pasó.

Las víctimas

Los tres gallegos

La obra de Adolfo García Ortega también bucea en el lado más íntimo del drama. ETA asesinó a tres personas llenas de ilusiones que se estaban abriendo camino en la vida.

El líder del grupo era Humberto Fouz, un joven de la Coruña que hablaba francés, italiano, inglés, alemán e incluso ruso. Gracias a su dominio de los idiomas consiguió trabajo en la empresa Trafic de Irun, dedicada a los transportes. Tenía una novia con la que pensaba casarse. Él había convencido a sus amigos de La Coruña para que abandonasen Galicia, donde les aguardaba un destino ligado a la mar del que querían huir y se fuesen a Irun, donde les sería más fácil progresar.

Fernando Quiroga trabajaba para la empresa Decoexsa, una empresa aduanera, también en la ciudad fronteriza. Era el más racional del grupo, prudente, callado y reservado.

Jorge García estaba en paro y se había desplazado a Irun un par de meses antes porque Humberto le había descrito la ciudad como la tierra prometida. Tenía 23 años, pelo castaño, algo de asma. Jorge sería el primero en morir.

La reconstrucción

Los hechos

El 24 de marzo Humberto, Jorge y Fernando jugaron una partida de cartas y almorzaron algo en el bar Castilla de Irun. Habían decidido pasar a Francia para ver 'El último tango en París', de Bernardo Bertolucci, una de tantas películas que la dictadura franquista había prohibido en España. Para el viaje contaban con un 'Austin 1300' que Humberto se acaba de comprar y todavía estaba pagando. A las 16.30 salieron de la taberna y le dijeron a un amigo que regresarían alrededor de las diez de la noche.

Las distintas reconstrucciones de sus pasos permiten saber que pasaron la frontera sin problemas. Lo más probable es que se dirigieran al cine Casino, un edificio blanco con un halo de lujo de los años 20. Tras ver la película se acercaron a La Licorne (el unicornio), una discoteca que 50 años después permanece abierta. El horror comenzaba a rodearles sin que ellos se dieran cuenta.

Tomás Pérez Revilla, alias 'Hueso' o 'Tomasón'
Imagen - Tomás Pérez Revilla, alias 'Hueso' o 'Tomasón'

En este establecimiento, distinguible por un unicornio situado en la fachada, un grupo de etarras que estaba bebiendo se quedó mirándoles. Uno de ellos fue Tomás Pérez Revilla, 'Hueso' o 'Tomasón'. La ficha policial de 1973 de 'Hueso' lo describe como un «borracho habitual, con antecedentes en España de delincuencia contra la propiedad e instintos criminales. Lo mismo roba que mata». Entre los puntos borrosos de la historia, uno de ellos es si en La Licorne ya se produjo un incidente cuando los etarras se dirigieron en términos insultantes a los jóvenes. Al parecer, sospecharon de tres personas que hablaban con acento gallego y vestían con gabardina.

Bar Castilla (Irun)

Es 24 de marzo de 1973. Después de almorzar, los tres jóvenes jugaron una partida de cartas y tomaron un trago antes de salir para Biarritz

La muga

Los jóvenes cruzan la frontera con Francia sin contratiempos

Cinema Casino

En este cine de Biarritz es donde posiblemente los tres amigos vieron la película 'El último tango en París'

La Licorne

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Tras salir del cine, visitaron esta discoteca antes de regresar a España. Su encuentro con el grupo de etarras resultará fatal. Los terroristas creen que se encuentran ante tres policías de paisano

La Tupiña

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Al acabar su trago en La Licorne, los jóvenes fueron a La Tupiña, un apartado bar de carretera situado en el camino Dolareta, cerca de Biarritz. Humberto, Fernando y Jorge se tomaron una copa sin saber que el grupo de etarras les esperaba en el aparcamiento de tierra situado fuera del establecimiento. Cuando los tres jóvenes salieron, uno de los etarras, quizás 'Tomasón', utilizó una botella de licor para golpear a uno de los jóvenes. El golpe fue tan brutal que la víctima perdió masa encefálica y comenzó a agonizar en el mismo barro del parking

Playa Maiarko

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Los gallegos fueron introducidos en los maleteros de dos coches: el 'Austin 1300' y otro que empleaban los etarras. Les condujeron hasta Playa Maiarko. Los etarras comenzaron a torturarles en este arenal que albergaba un antiguo búnker de la Segunda Guerra Mundial. Fueron golpeados durante horas e incluso a uno de ellos le arrancaron un ojo con un destornillador para obligarle a hablar

San Juan de Luz

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Como temían ser descubiertos, los etarras los condujeron a 'la cuadra'. Este lugar es, al parecer, un sótano del chalé propiedad del dirigente de la izquierda abertzale Telesforo Monzón. Una casa ya derruida en las proximidades de San Juan de Luz donde se completó el asesinato

Saint Palais

También hay teorías que sostienen que se les condujo a una granja que utilizaba el que sería dirigente de ETA Txomin Iturbe, en Saint Palais. Los restos pudieron ser enterrados en esta granja en un primer momento

Las Landas

Los cadáveres, sin embargo, no aparecieron. García Ortega sostiene que fueron enterrados en un vivero de la granja de Iturbe y luego, cuando temieron que pudieran ser descubiertos, fueron trasladados a Las Landas

AUX STEP FOR JS

Todo este macabro periplo tiene un nexo común, como explica Adolfo García Ortega: la opresiva nube de paranoia en la que vivía ETA en aquellos momentos. En ese mundo de sospechas, llegan a pensar que la barba de Humberto Fouz es falsa y cuando empiezan a apalearle intentaron arrancársela. En ese momento es probable que se dieran cuenta de que todo había sido un error. Pero no sirvió de nada. Nadie detuvo la brutalidad contra los tres gallegos.

Un Austin 1300

El vehículo que nunca apareció

El 'Austin 1300' blanco de Humberto Fouz también desapareció, pero días más tarde sería clave para intentar encontrar una pista.

Hasta el martes 27 no comenzó la búsqueda de los tres jóvenes, cuando su familia comenzó a extrañarse de que no hubieran regresado tras el fin de semana. En aquellos días sin teléfonos móviles, las urgencias no eran como las actuales y que pasaran dos días antes de alarmarse por la no aparición de dos jóvenes podía ser algo normal. Desde España se avisó a la policía francesa y se comenzó a rastrear las zonas de la costa en las que el vehículo de Humberto podría haber sufrido un accidente. No había ningún rastro.

Pasaron los días y un mes más tarde, un abogado vinculado al Ministerio de la Gobernación (Interior), citó a los familiares en San Sebastián y les confesó sus sospechas: «Ha sido la ETA».

Ilustración de un coche Austin 1300, similar al vehículo de Humberto Fouz que nunca ha sido hallado

En el sumario que se abrió en San Sebastián sobre la desaparición se reflejan los movimientos que se intentaron poner en marcha para saber qué había pasado con los tres jóvenes. Para empezar, se investigó sobre el paradero del 'Austin 1300', ya que alguien comentó a la Policía española que lo había visto por Francia con matrícula falsa. Esta hipótesis sería descartada más tarde.

A España también llegó otro dato. El cadáver de Jorge, el primero que murió de un golpe en la cabeza, pudo ser eliminado en el 'Dragón', el barco que ETA tenía atracado en Biarritz. Su responsable era Juan Ángel Otxoantesana Badiola, alias 'Kirru'. Según aparece en el sumario, las pesquisas posteriores revelaron que en ese momento, este terrorista, que luego ascendería en la organización, había sido suspendido de militancia de forma temporal por su vida disoluta.

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Pero el documento legal investigó otros aspectos. En las calles de Gipuzkoa comenzaron a aparecer unos pasquines en los que se denunciaba el asesinato de los tres jóvenes y se culpaba de ello a ETA. En estos y otros carteles se solicitaba ayuda para las familias de Humberto, Fernando y Jorge y se pedía a los que quisieran enviarles dinero que lo entregasen en los centros gallegos del País Vasco.

En el sumario aparece también un documento anónimo en el que un desconocido transmite a la Policía la información sobre un sacerdote vasco que trabajó en un colegio católico de Ramsgate, en Inglaterra. Allí le contó a unos españoles que acudieron a estudiar inglés que ETA había matado a tres policías españoles de paisano en Francia.

Años más tarde

Investigaciones posteriores

Las primeras investigaciones que aportaron algo no llegaron hasta 1974, cuando fue detenido Jesús María Zabarte, 'el carnicero de Mondragón'. Este terrorista, que en el 77 se acogería a la amnistía y llegaría a cometer 17 asesinatos tras quedar en libertad, contó entonces como le había preguntado a 'Hueso' por los tres jóvenes. «Cuanto menos sepas del asunto, mucho mejor», le contestó el supuesto responsable del crimen. «Comprendí que algo sucedía y no quise hacer más preguntas», explicó 'el carnicero de Mondragón'.

Las investigaciones y las filtraciones de 'El lobo' permitieron identificar a los etarras que participaron en el secuestro, tortura y asesinato. Además de a Tomás Pérez Revilla, se situó en el lugar del crimen a Manuel Murua, alias 'Casero'; Ceferino Álvarez, alias 'el ruso'; Jesús de la Fuentes, alias 'Basacarte'; Prudencia Sudupe, alias 'Pruden' y Sabino Achalandabaso, alias 'Sabin'. Pero quedarse con los nombres no es suficiente para entender qué paso y por qué sucedió.

Eustaquio Mendizábal 'Txikia', bajo cuya dirección se articuló la 'Operación Ogro' con el objetivo de acabar con la vida de Luis Carrero Blanco. '
Imagen - Eustaquio Mendizábal 'Txikia', bajo cuya dirección se articuló la 'Operación Ogro' con el objetivo de acabar con la vida de Luis Carrero Blanco. '

En ese momento, uno de los dirigentes de la banda era Eustaquio Mendizábal, 'Txikia'. Y la banda tenía entre sus manos el que sería el golpe más potente de su historia: la 'operación ogro', el asesinato del que sería presidente del Gobierno de Franco, Luis Carrero Blanco.

En la investigación de García Ortega y en su libro 'Una tumba en el aire' se describe esa atmósfera en la que ETA vivía aterrada por el temor a que la policía descubriese sus planes para volar por los aires en Madrid al almirante franquista. Esa paranoia hacía que todo el mundo fuera sospechoso y que vieran agentes infiltrados por todas partes. Los tres jóvenes gallegos se cruzaron con una ETA paranoica.

Según Adolfo García Ortega, desde el momento en el que uno de los jóvenes falleció del botellazo, sus otros dos amigos ya estaban sentenciados. Pero la pregunta es por qué no detuvieron las torturas una vez que comprobaron que no se trataban de policías. Nadie ordenó cesar los golpes. Luego tuvieron que mentir. Acababan de asesinar a tres simples empleados, a tres obreros. Optaron por el silencio y la mentira. Negaron los hechos e hicieron desaparecer los cuerpos para siempre.

Muchos de los etarras implicados en el crimen fallecieron. 'Hueso' murió en un atentado de los GAL. Algunos terroristas implicados, como Manuel Murua, fallecieron de muerte natural. Otros desaparecieron. La investigación policial no avanzó y el caso fue resucitado de forma ocasional en investigaciones periodísticas.

En 1997 se produjo un extraño suceso. Un anónimo informó a la Policía francesa de que los restos de Eduardo Moreno Bergaretxe, 'Pertur', otro desaparecido a manos de ETA, se encontraban en una tumba de Biriatou. Las fuerzas de seguridad galas exhumaron un cuerpo, pero el ADN demostró que no correspondía ni a 'Pertur' ni a los tres jóvenes. ETA no terminaba de dar el paso que sí dio el IRA irlandés durante las conversaciones de paz en el Ulster, facilitar información sobre los cuerpos que había hecho desaparecer en sus campañas terroristas como forma de aminorar el dolor causado a las familias de las víctimas.

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Los años siguieron pasando sin datos. En 2000, la sobrina de Humberto Fouz, Coral Rodríguez Fouz, que fue parlamentaria del PSE en Euskadi y senadora socialista, inició una campaña para conseguir ayuda y obtener información sobre los cuerpos de su allegado y sus amigos. No sirvió de nada. Ese mismo año, cuando los partidos del tripartito que sostenía el Pacto de Lizarra nombraron a José Antonio Urrutikoetxea, 'Josu Ternera' miembro de la Comisión de Derechos Humanos, Coral Rodríguez se dirigió a él, entonces en libertad, para pedirle ayuda sobre el paradero de los restos de los jóvenes. No recibió ninguna respuesta.

En 2017, cuando entregó las armas, Coral volvió a pedir a ETA públicamente que dijese en que fosa están los cuerpo de Humberto, Fernando y Jorge. De nuevo, silencio absoluto. Medio siglo después, la memoria es lo único que queda de Humberto, Jorge y Fernando.

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