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Aquella tarde del 12 de julio de 1997, pasadas las cuatro, estaba en la redacción de este periódico editando la gigantesca manifestación que se celebró ... horas antes en Bilbao para exigir la liberación de un desconocido joven concejal del PP de Ermua, que había sido secuestrado 48 horas antes por ETA. La banda, que días antes había encajado un duro golpe policial tras ser liberado Ortega Lara, consumó su amenaza. El teléfono de mi entonces jefe, Alberto Artigas, sonó y con voz trémula nos dijo que habían encontrado a un joven con heridas de bala en una zona boscosa de Lasarte-Oria. Sin duda era Miguel Ángel Blanco. De inmediato pedí un taxi para trasladarme al lugar de los hechos. Había que estar en el escenario del crimen, como en otros tantos a los que durante años hemos tenido que ir con el aliento entrecortado. Sin embargo, aquella tarde calurosa no pude dar con el lugar exacto. Di vueltas y más vueltas por una zona equivocada y al final desistí. El corresponsal de Lasarte-Oria, Txema Vallés, ya estaba allí.

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