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Han pasado más de siete meses desde que el SARS-CoV-2 se hiciera presente en Europa. Afloró a finales de enero en una empresa china ubicada en Baviera. Dos hechos merecen recordarse. De un lado, la prontitud con que su portadora, de vuelta en ... China, avisó a sus colegas bávaros de que, sin ella todavía saberlo, estaba contagiada cuando se reunió con ellos; de otro, la detección de que uno de los transmisores era el salero que uno de los comensales pasó a otro en el comedor de la empresa. Los hechos, alarmantes, eran también esperanzadores. La detección precoz, el rigor científico y la ruptura de la cadena de transmisión pudo detener la difusión del virus en el lugar.

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