La escenografía 'solemne' de esta mañana ya apuntaba maneras en la declaración de Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez en el Palacio de Aiete. Una ... vez más, la forma es el fondo y el medio es el mensaje. La izquierda abertzale mueve una pieza en el tablero de la superación de las heridas de la violencia al decir que el dolor de las víctimas de ETA nunca debió haberse producido y que nadie puede alegrarse de que se prolongará tanto. Nunca habían ido tan lejos en esa reflexión y eso ya apunta una novedad de calado.
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La izquierda abertzale da un paso más en su necesaria autocrítica de ese pasado, aunque sigue sin culminar el movimiento definitivo, el reconocimiento explícito de que matar estuvo mal y fue injusto. Es muy posible que no se dé nunca este pronunciamiento, o que tarde dos generaciones. Los presos condicionan aún su discurso.
En cualquier caso, el significado político de la declaración es elocuente. Otegi y Rodríguez reconocen que la apuesta por el fin de la violencia es irreversible, recalcan que respondía a convicciones políticas y éticas y que tenía un propósito, mantener la unidad y evitar una escisión en la izquierda abertzale. La lentitud en los movimientos y las contradicciones en este mundo responden a ese contexto y explican que el anuncio de hoy -importante pero aún insuficiente- haya tardado diez años en producirse. No obstante, la reacción positiva del PSOE -formulada a través de Patxi López- es sumamente reveladora de que las cosas en este país han cambiado mucho. Y que la izquierda abertzale ha entendido también el sentido de los tiempos.
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