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Las críticas del PNV al papel de la CEOE en el acuerdo para la reforma laboral alcanzado con los sindicatos UGT y CC OO han generado una considerable sorpresa en la cúpula empresarial vasca, que no oculta su histórica relación de confianza con los jeltzales y que en esta ocasión no termina de entender qué ha ocurrido en esta hoja de ruta que siempre ha sido previsible. Andoni Ortuzar, presidente del EBB, no ha censurado el valor alcanzado por el diálogo social sino que se haya planteado como una estrategia incompatible con la negociación política desarrollada por las fuerzas políticas en el Congreso.
Los nacionalistas consideran que, llevado al extremo, esta dinámica puede resultar profundamente antidemocrática porque obvia la legítima relación de fuerzas que refleja el Parlamento. Pero, a pesar de todo, este movimiento no estaba en el guion y también responde a un cierto escoramiento de la formación liderada por Ortuzar hacia el espectro ideológico de centroizquierda. Un acento social con el que los jeltzales, de paso, también intentan cortocircuitar una posible entente alternativa de izquierdas a medio y largo plazo en el País Vasco.
De entrada, el PNV lanza un serio aviso para navegantes sobre la importancia que supone tener en cuenta la diversidad territorial del Estado y su estructura autonómica frente a los peligros centralizadores que, en su opinión, anida en toda la maquinaría legislativa del Estado. El voto del PNV viene a recordar que es decisivo. Y si realmente es el aliado preferente de Sánchez, debe estar en la 'cocina' de los grandes acuerdos económicos, de la política fiscal y de la estrategia industrial. Es lo que se acordó por escrito en la investidura y que ahora emerge con toda su crudeza.
Los empresarios se han puesto de perfil en esta tormenta. Así lo confesó la presidente de Cebek, Carolina Pérez toledo, el pasado lunes, cuando soslayó la confrontación directa por entender que forma parte de otra esfera, la de la dialéctica política, que tiene sus propios códigos. En medios de la élite empresarial vasca, el conflicto real no deriva de la polémica por la prevalencia de los convenios de marco autonómico vasco, que el PNV reivindica para que formen parte de la iniciativa. Una fórmula en este sentido podría incorporarse a la legalidad mediante la promulgación próxima de una ley de Negociación Colectiva. Así lo ha sugerido la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en las últimas horas a sus interlocutores vascos. De hecho, el acuerdo inteprofesional alcanzado por Conbeskak y los cuatro sindicatos vascos – incluidos los de la mayoría nacionalista– abre ya el camino en esa dirección aunque sin garantías jurídicas.
Comunicación El PNV y ELA han recuperado el diálogo a pesar de su confrontación en otros ámbitos
Adversarios Los rivales del PNV advierten en su posición una 'escenificación' para revalorizarse en Madrid
Detrás del desmarque operan otras claves que tienen que ver con el juego de los movimientos políticos. Los adversarios del PNV ven clara una 'escenificación' con la que los jeltzales quieren remarcar su condición de interlocutor en Madrid, que tiene la llave de la legislatura y que arranca contrapartidas para el autogobierno vasco. En el trasfondo subyace una latente rivalidad con EH Bildu que no se ha desvanecido. Fuentes de la izquierda independentista reconocen el recelo que aflora en el PNV cada vez que se produce un acercamiento con el Ejecutivo. Y también sale a la superficie la incomodidad de EH Bildu con algunas actitudes de la vicepresidenta segunda. De entrada, en la izquierda independentista sentó muy mal que en una reciente visita a Euskadi, la ministra de Trabajo declinase celebrar una reunión con ellos. Desde Unidas Podemos se replica que EH Bildu solo buscaba la foto con Arnaldo Otegi para acaparar notoriedad y publicidad.
La otra clave del distanciamiento jeltzale tiene que ver con el paisaje sindical vasco y la apuesta de ELA por consolidarse como un 'contrapoder'. Una pretensión que incomoda a PNV y EH Bildu, aunque ahora se ofrezca una imagen de unidad de acción y de que la 'mayoría sindical vasca' se ponga a la cabeza de la manifestación. La batalla sindical entre ELA y LAB no ha desaparecido, a pesar de la aparente tregua que se proyecta en este momento.
En determinados ámbitos empresariales se punta una variable de este asunto. El PNV buscaría una protección legal frente a la incertidumbre provocada por un marco de relaciones laborales autónomo dirigido y manejado por ELA. Sobre todo porque en el PNV se ha abierto un debate hace tiempo sobre cierta deriva antisistema que empuja a ELA a convertirse en el gran sindicato de la función pública vasca. Aun y todo, los jeltzales han mantenido en las últimas semanas una relación fluida con la dirección de ELA que corrige la palpable tensión de los últimos años y su desencuentro en otros ámbitos, como todos lo que tienen que ver con la fiscalidad, la política social y la gestión contra el Covid En la izquierda independentista no ha pasado desapercibido este inédito acercamiento.
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A. González Egaña y Javier Bienzobas (Gráficos)
Lucía Palacios | Madrid
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