Dos preguntas y una elucubración
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En medio del enredo catalán y el revuelto tramo final de la pandemia, la política se mueve en busca de nuevas propuestasNo perderé el tiempo con el inextricable enredo en que se halla enmarañada la política catalana, incapaz de gestionar los resultados electorales y evitar la indeseada repetición de los comicios. Sólo formularé una pregunta: ¿Nadie se ha parado a pensar que, al paso que vamos, ... el impasse que hoy paraliza la política en Cataluña podría ser el mismo en que quede estancada, más pronto que tarde, la del país entero? Las mismas causas producen los mismos efectos, y la combinación de bloquismo y trazado de líneas rojas impide, tanto allí como aquí, ese entendimiento entre diferentes que hace funcionar la democracia. España ya pasó hace poco por el mismo trance y lo resolvió -es un decir- repitiendo las elecciones tras seis meses de legislatura fallida. Pudo no tratarse de un hecho aislado, sino ser el inicio de un bucle.
Tampoco me entretendré en la confusión que se ha producido con el precipitado levantamiento del estado de alarma, que, además de trastocar la correcta distribución de funciones entre los poderes del Estado, ha generado en la población una inmensa desconfianza hacia las instituciones. En este caso, la pregunta será doble: 1) ¿Con qué lógica, quienes en su día afirmaron que el estado de alarma era del todo imprescindible dicen ahora, justo cuando se precisa el empujón final contra la pandemia, que esas mismas medidas pueden adoptarlas las CC AA sin disponer de las facultades que, según ellos, sólo el estado de alarma confería? Y, en consecuencia, 2) ¿Por qué lo que es una pandemia global, que debe tratarse con estrategias comunes, se fragmenta ahora en epidemias particulares que cada autonomía ha de afrontar con las inciertas medidas que le avale la autoridad judicial? Cuanto más cuestionables son las decisiones, más y mejor explicación precisan para evitar la tacha de arbitrariedad o aprovechamiento partidista.
Formuladas estas preguntas, paso a la elucubración. En las elecciones de la Comunidad de Madrid se ha repartido la atención entre la gran ganadora y los perdedores. En menor medida se le ha prestado a quien, pese a haber deslumbrado por su campaña y resultados, no ocupa el centro de la escena: Mónica García con Más Madrid. Quizá sea hora de centrarse, no tanto en su éxito personal, cuanto en el futuro que la candidatura pueda tratar de construir a partir de él. Al fin y al cabo, detrás de la triunfadora, está la figura de Íñigo Errejón, que, cuando dio el paso de romper con su formación, en absoluto se marcó la Comunidad de Madrid como la meta final de sus aspiraciones. La de competir con Unidas Podemos en el ámbito nacional era la principal de ellas. Perdido el primer duelo en las generales, habrá visto en las autonómicas la oportunidad de ir más allá de este particular triunfo de su candidatura y, visto el fracaso del adversario, lanzarse a la conquista de cotas más altas. De hecho, no parece haber perdido el tiempo a la hora de entablar contactos con afines de otros territorios en busca del objetivo que, en el primer intento, se saldó con fracaso.
Errejón representa otra manera más astuta y sutil de hacer lo mismo. Más ladina, dice un perspicaz amigo mío. Vistos los obstáculos con que 'lo mismo' se ha topado, tratará ahora de reformularlo con un estilo menos hiriente y más atractivo. Llaman la atención las repetidas menciones que, tras el triunfo en Madrid, ha hecho del contenido verde de su nuevo proyecto. No se trata de repetir en Más País las miras exclusivamente sectoriales que han limitado la aceptación general de los tradicionales movimientos ecologistas. En un mundo cada vez más preocupado por el futuro del planeta, se trataría de hacer de 'lo verde' el punto de vista desde el que se enfoque -y adquiera enjundia de modernidad- un proyecto global de carácter progresista que supere lo que el ecologismo ha tenido de naíf prohibicionismo y lo que de rancio queda en el izquierdismo al uso. El momento es propicio. Los Verdes alemanes, con óptima perspectiva electoral y propuestas renovadas, serían el espejo en que desea mirarse Errejón. Claro que esto no es Alemania.
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