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Profesor de Sociología de la UPV, impulsor de Gesto por lo Paz y exsenador del PSE, Imanol Zubero hace en esta entrevista una exhaustiva radiografía ... del escenario político que han dibujado las elecciones de julio.
–¿Qué escenario deja el 23-J en Euskadi?
–Mirando de Euskadi hacia fuera, PNV y EH Bildu se convierten en dos fuerzas fundamentales para la gobernabilidad en España, como ya lo han sido, y se va a mantener la presencia vasca en el Gobierno del Estado, lo que tendrá incidencia a la hora de lograr cosas para nuestra comunidad. Se abre un espacio que recuerda a un circo con varias pistas; la actuación principal será quién gobernará, si Sánchez o Feijóo; y la secundaria, la competencia entre PNV y Bildu.
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–Las encuestas han fallado estrepitosamente, ¿para qué sirven entonces?
–Las encuestas se han convertido en un producto informativo y de mercado, como ocurre con los horóscopos o el tiempo, que aciertan poco, pero la gente los sigue consumiendo. Pero creo que la mayoría no ha fallado tanto en las grandes tendencias, han servido para orientar; a EH Bildu, por ejemplo, le daban un resultado muy bueno y así ha sido. La vida política es cada vez más compleja y se hablaba de que había un 30% de personas indecisas casi hasta la última semana. Y acertar así es realmente difícil.
–En la victoria del PSE en Euskadi, ¿influyó más el voto útil que el reconocimiento a la gestión de la nueva dirección?
–No sé si es tan distinta la gestión, ni si Andueza ha tenido tiempo de que se noten posibles cambios respecto a la secretaría anterior. En las elecciones en Euskadi se da siempre un voto dual, y a veces se producen sorpresas en función de que sean locales, autonómicas o generales. Porque ahora la gente vota de manera distinta, lo cual es un síntoma de fortaleza democrática. Ya no se vota por tradición, se piensa cada momento. Y ha habido mucho voto útil, se ha buscado a la única fuerza que podía competir con PP y Vox a nivel del Estado, o sea, voto de apoyo a Sánchez. Por eso al PSE han ido votantes nacionalistas y otras fuerzas de izquierda.
–¿Podrá el PSE mantener esta progresión en las autonómicas?
–El voto es dual, insisto, y también va a depender de la persona que sea candidata a Lehendakaritza, porque las personas pesan cada vez más en la política. Si nos fijamos en EH Bildu, Oskar Matute se ha convertido en una figura referencial y es la que más está apareciendo tras el debate a siete. Si la imagen de Bildu fuera la de Otegi, por ejemplo, habría personas que no se sentirían tan atraídas.
–Pero el PSE está viviendo un buen momento, ¿no?
–Sí, sí... pero el PSE tiene ventajas y problemas. Históricamente ha gobernado con el PNV en coalición, y conforman un tándem ganador, que es el que gobierna. Pero también en esa convivencia surgen tensiones; en el Gobierno Vasco han chocado nacionalistas y socialistas por las distintas posiciones sobre Ley de Vivienda. El PNV tendrá que distanciarse a veces del PSE, y al contrario... Esto genera una situación complicada de gestionar. Y, además, las autonómicas no son las elecciones que mejor le vienen al socialismo vasco.
–¿Qué le faltaría al PSE para ser como el PSC, que ha arrasado?
–Le falta tener un perfil auténticamente claro de alternativa al PNV. En los últimos tiempos el PSE no ha dibujado su agenda de alternativa porque, salvo los cuatro años de Patxi López, siempre ha gobernado con el PNV y no contra el PNV, no como otra opción. El PSC, sin embargo, es el que mantiene y aguanta la conexión con España con un discurso catalanista, y eso le da esa clara imagen de alternativa. Aquí, en Euskadi, mucha gente piensa que votar a los socialistas es votar al PNV, por eso es difícil que logre esa nueva imagen pero, sobre todo, porque hoy la auténtica alternativa es EH Bildu. Y ahí está la otra cuestión, y es que el PSE ahora se encuentra en una especie de sándwich entre apoyar al PNV o dejar de hacerlo, y ahí estaría Bildu...
–¿Y podrían gobernar juntos?
–Muchos jóvenes ven a un Bildu distinto, que ha sido capaz de superar mucho de su pasado. Pero yo veo a la Herri Batasuna de antes, la que confrontaba con nosotros cuando pedíamos la libertad de Aldaia o de Ortega Lara. Para el PSE será muy difícil ponerse del lado de Bildu. Por decirlo de una manera burda, creo que durante mucho tiempo estará atado al PNV.
–¿Podría EH Bildu dar el 'sorpasso' en esos comicios?
–Es la única fuerza que no tiene un techo de crecimiento a la vista. El PNV tiene dificultades porque está perdiendo electorado al no conectar con las nuevas generaciones... Tiene que buscar la forma de crecer, aunque le costará. Al PSE le ocurre lo mismo, tiene un electorado maduro, y ambos son partidos de gobierno. La gente que quiere cambiar su voto no los ve como alternativa. Y Bildu está bien conectando con los jóvenes, es una fuerza de cambio y la única alternativa en Euskadi. Y además está logrando situarse en un terreno político que no había trabajado históricamente y que sí trabajó Podemos. Yo lo he dicho muchas veces, una parte importante del éxito de Bildu es que se ha podemizado, al menos simbólicamente. Su discurso es asimilable al de Podemos. Aunque también dependerá de que mantenga estas señas de identidad y no refuerce las soberanistas, que son las que generan más tensión.
–Con una EH Bildu «podemizada, ¿cuajará el proyecto de Sumar? ¿Tendrá su espacio?
–Es difícil configurar espacios a la izquierda de la izquierda socialdemócrata, en España y en Euskadi. Es complicado estabilizar un espacio político de izquierdas con un partido como el PSOE, que tiene una tradición de organización y de situación territorial tan fuerte. Si Sumar no logra enraizar en los barrios, espacios de trabajo o de lucha, lo tendrá complicado.
–¿Por qué el PNV ha perdido tanto voto?
–Es un partido de gobierno que ha hecho esfuerzos por adaptarse a discursos nuevos, pero está asociado a clases sociales conservadoras y clásicas, con las que mucha gente no se identifica, sobre todo los jóvenes. Históricamente el PNV consiguió que las personas que venían de otros lugares de España a Euskadi, en los años 50 o 70, acabaran viendo al PNV como suyo. Pero ahora no lo logra con las nuevas migraciones.
–¿Y con las nuevas generaciones?
–Tampoco. Van a tener que trabajar las reivindicaciones de los jóvenes. Es muy difícil, por ejemplo, poner una vela a la industria y otra al ecologismo. Existe una agenda política nueva que atrae a las personas jóvenes, y la tradición del PNV es muy distinta, más conservadora y clásica.
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