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I.OLLO
El reto del PNV: frenar su caída electoral y el avance de EH Bildu
Evolución del voto

El reto del PNV: frenar su caída electoral y el avance de EH Bildu

El partido jeltzale, con Ortuzar al frente, ha tocado techo, pero el nuevo líder del EBB debe revertir los resultados descendentes del último ciclo electoral

Sábado, 29 de marzo 2025, 00:03

Es 21 de octubre del 2012 y Euskadi afronta una fecha clave para su futuro: 1.775.750 ciudadanos están llamados a las urnas para votar en los primeros comicios autonómicos que se celebran sin la violencia de ETA y con el regreso al Parlamento Vasco de una izquierda abertzale hasta entonces ilegalizada. Lo que propició que se empezaran a medir las fuerzas reales del país en el nuevo tablero político vasco. Entonces sí, comenzaba la era post-ETA para consolidar la paz y el PNV, consciente del posible envite electoral de EH Bildu, se la jugaba con un nuevo candidato a la Lehendakaritza, Iñigo Urkullu, tras el periodo de Juan José Ibarretxe y su controvertido Plan soberanista.

Aquel paso al frente del entonces presidente del EBB supuso un revulsivo que permitió al partido jeltzale no solo frenar la oleada de la izquierda abertzale, sino recuperar el poder en la cúspide del entramado institucional vasco tras cuatro años de etapa socialista con Patxi López instalado en Ajuria Enea. Aquel 21-O, cerca de 385.000 votos y 27 escaños corroboraron el triunfo de los nacionalistas vascos, que engalanaron el camino a Andoni Ortuzar para que, tres meses después de aquella cita electoral, cogiera las riendas del PNV y se instalase en la quinta planta de Sabin Etxea.

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Autonómicas 2012

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Comenzaba así el ciclo del tándem Urkullu-Ortuzar que tan dulces momentos ha ofrecido al PNV. Una época en la que la formación jeltzale ha logrado saborear el triunfo de copar a la vez todo el poder institucional. Sin embargo, el PNV debe ahora revertir las líneas descendentes que se han dibujado en los gráficos desde que el inesperado azote que provocó la pandemia dejase al descubierto las costuras de Euskadi. Ese es el gran reto que debe afrontar ahora el nuevo líder del EBB, Aitor Esteban: frenar la caída de votos y recuperar el terreno perdido para detener el avance de una EH Bildu que, desde el pragmatismo y el posibilismo, ha metido quinta para ir directa a por el 'sorpasso'.

El ciclo ascendente

25 de mayo del 2014. Ortuzar aborda sus primeras elecciones como presidente del PNV, las Europeas. Unos comicios que los jeltzales ganan sin obstáculos –se imponen con 208.987 votos como la fuerza más votada en Euskadi– gracias a su gran feudo, Bizkaia, ya que entonces EH Bildu logró imponerse en Gipuzkoa y Álava. No obstante, la primera gran prueba de fuego de Ortuzar se produjo el 24 de mayo del 2015 con la celebración de las forales y municipales.

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Aquella cita con las urnas fue un punto de inflexión para el PNV, que inició un imparable ciclo ascendente hasta lograr desbancar a EH Bildu. Los jeltzales, a pesar de quedar por detrás del PP en Álava, gobernaron las tres diputaciones forales y las alcaldías de las capitales. De hecho, recuperaron la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia tras el desgaste que sufrió la coalición soberanista con su polémico plan de residuos y la implantación del Puerta a Puerta, lo que generó un fuerte rechazo social que se reflejó en las urnas. Y el PNV, liderado en Gipuzkoa por Joseba Egibar, lo rentabilizó y celebró.

La irrupción de Podemos

A finales de ese mismo año, y en vísperas de la Navidad, Ortuzar palpó su segundo gran reto: unas elecciones generales en las que emergió un inesperado competidor: Podemos. Contra todo pronóstico, el partido de Pablo Iglesias ganó en votos en Euskadi –también fue la primera fuerza en Gipuzkoa y Álava– aunque los jeltzales consiguieron sumar un asiento en el Congreso y alcanzar los 6 escaños. Sin embargo, seis meses después se convocaron de nuevo elecciones por la imposibilidad de formar mayorías. Y entonces, en junio del 2016, el PNV tampoco pudo frenar la amenaza del partido morado, que incluso también le arrebató al PNV el podio en Bizkaia en este segundo 'round'. Y a pesar de que se consolidó entonces como una fuerza decisiva en Madrid, el PNV perdió un escaño respecto a las elecciones de diciembre. Un envite que también obligó al partido de Ortuzar a resituarse y empezar a mirar con mayor atención y determinación a la población más joven.

La cúspide del poder

25 de septiembre del 2016. La 'era Urkullu' se consolida y el PNV gana sin contestación en unas autonómicas en las que EH Bildu empieza a comerle terreno a los jeltzales.

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Con Arnaldo Otegi fuera de prisión, pero inhabilitado por la justicia como candidato, la coalición soberanista situó a Maddalen Iriarte como aspirante a lehendakari: mujer, independiente y transversal. Un perfil con el que buscaban pugnar en las urnas con un PNV imparable que logró ganar en los tres territorios vascos, cosechando en total casi 400.000 papeletas y hasta 28 escaños en el Parlamento Vasco. Diez más que la entente independentista. Fue entonces cuando se estabilizaron los pactos con el PSE, lo que llevó al PNV a gobernar simultáneamente en las principales instituciones vascas.

La formación presidida por Ortuzar mantuvo entonces un plácido periodo sin ninguna cita con las urnas a la vista. Hasta que el caso Gürtel estalló y, apenas unos días después de salvar los Presupuestos Generales del Estado, los decisivos votos del PNV en el Congreso contribuyeron a que prosperase la moción de censura contra Mariano Rajoy impulsada por Pedro Sánchez, y tumbaron al Gobierno en el verano del 2018.

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El rotundo rechazo del PNV contra la corrupción del PP acabó premiando a los jeltzales en las urnas cuando se celebraron las generales el 28 de abril del 2019. Entonces sí, los jeltzales despuntaron y volvieron a recuperar el primer puesto de unos comicios en clave estatal: 395.884 votos y seis escaños. Muy lejos de los 212.882 votos y 4 escaños de EH Bildu, que quedó relegada al cuarto lugar.

Apenas un mes después, y con el viento soplando a favor del PNV, la sociedad vasca se volvió a ver inmersa en otra triple vorágine electoral: el 26 de mayo del 2019 se celebraron las elecciones europeas, forales y municipales. Y los jeltzales volvieron a arrasar en las urnas, ganando en absolutamente todos los territorios: coaligados con el PSE, gobernaron de nuevo las tres diputaciones y los tres ayuntamientos. Y tocan techo.

La falta de mayorías en Madrid, sin embargo, empujó de nuevo a la repetición de las generales el 10 de noviembre del 2019. Y la fotografía final es similar para el PNV, que consolida sus seis asientos en el Congreso, manteniéndose como la fuerza más votada y consolidándose como el partido vasco referente en Madrid.

La pandemia lo trastoca todo

Euskadi tenía que volver a las urnas en abril del 2020. Pero la pandemia trastocó absolutamente la vida y agenda de todos los vascos. También la del lehendakari, que retrasó la convocatoria de las elecciones autonómicas para el verano, tras el confinamiento.

Aquellos delicados comicios, no obstante, no penalizaron a Urkullu en las urnas a pesar de las restricciones que impuso para evitar la expansión del Covid. Así, el 21 de julio de 2020 el PNV volvió a superar a EH Bildu por diez escaños de diferencia, disparándose hasta los 31 parlamentarios en la Cámara de Vitoria, con el triunfo también en los tres territorios.

Después de aquello, Euskadi estuvo tres años sin celebrar ningún comicio. Tiempo suficiente para relajarse y estabilizar las políticas públicas; tiempo suficiente también para que salieran a la superficie todas las críticas contra la gestión del Gobierno Vasco, especialmente, por el descontento de la sociedad con Osakidetza.

Así es como empieza a vislumbrarse el desgaste en las siglas del PNV en este último ciclo electoral. El 28 de mayo del 2023 se volvieron a celebrar unas elecciones forales y municipales en Euskadi. Y, aunque los peneuvistas logran mantener el tipo, ven, sin poder frenarlo, cómo la curva descendente se agudiza en sus resultados.

Aquello supuso un duro golpe para el partido que, a costa de la victoria general de EH Bildu, experimentó un fuerte retroceso en todos los territorios y municipios vascos. Aunque la máxima expresión de ese desplome electoral se vivió en Gipuzkoa, donde los soberanistas vencieron sin fisuras mientras que los jeltzales solo lograron retener la alcaldía de 9 municipios. De hecho, el binomio PNV-PSE mantiene la Diputación gracias al apoyo del PP. Además, amarraron Donostia a duras penas, por menos de 1.000 votos de diferencia con Bildu. Y perdieron Vitoria. Es entonces cuando el PNV empieza de verdad a verle las orejas al lobo.

Sin tiempo para recuperarse, el PNV observó descontento cómo Sánchez, empujado por los pactos que estaban cerrando PP y Vox en el resto del Estado, adelantó las generales y convocó los comicios apenas dos meses después. Entonces, el 23 de julio del 2023, los jeltzales vivieron un nuevo desplome electoral: el PSE escala hasta conquistar la primera posición y EH Bildu casi les empata en votos. De hecho, la coalición soberanista, con cada vez más protagonismo en Madrid como socio clave de Sánchez, tiene hoy un diputado más que el PNV, el de Navarra.

La era Pradales

Y así, en mitad de este escenario, el PNV decidió cambiar a su candidato a lehendakari para el 21 de abril del año pasado, cerrando de golpe la etapa de doce años de Urkullu. Imanol Pradales, hasta ese momento centrado en Bizkaia en su labor de diputado foral, irrumpió en la política vasca para competir con EH Bildu. Y, a pesar de conseguir salvar los muebles, aquel 21-A ambas formaciones sumaron exactamente los mismos parlamentarios: 27. Mes y medio después, las elecciones europeas confirmaron su caída electoral y, aunque logró amarrar su escaño en Bruselas, el PNV vivió un nuevo descalabro al dejarse por el camino la mitad de votos en Euskadi respecto a 2019. Empiezan entonces a sonar tambores de renovación, hasta que se abrió definitivamente la espita para materializar nuevos cambios en su estructura interna, lo que evidenció esa apuesta por el relevo generacional que se inició con Pradales.

El partido, pilotado por Ortuzar, inició esta andadura con la renovación integral de todos los presidentes territoriales. Algo que acabará culminándose mañana en Donostia con la designación de Esteban como nuevo líder de la formación. Por lo que Esteban –a no ser que la legislatura española salte por los aires– tiene dos años por delante para repensar estrategias y preparar con determinación el terreno para los próximos comicios e intentar así revertir los últimos resultados electorales.

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