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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lanzó este viernes un mensaje contundente sobre la dificil evolución de la pandemia del coronavirus en España y auguró que «los próximos meses serán duros, muy duros», pero en su comparecencia institucional, convocada de urgencia, no anunció nuevas restricciones.
Sobre la mesa estaba la posibilidad de que Sánchez decretara el estado de alarma para que las comunidades pudieran establecer toques de queda, después de que el Consejo Interterritorial de Salud no acordara la medida. No hubo estado de alarma nacional, y en este punto, el presidente se limitó a repetir las consignas de otras ocasiones: los territorios que se encuentren en una situación de alerta «extrema» (nivel 4 y algún supuesto del nivel 3 dentro del nuevo plan aprobado por el Ministerio de Sanidad y las comunidades el jueves) pueden solicitar la aplicación del estado de alarma y contarán con el apoyo del Gobierno.
Pero su invitación, esta vez, tuvo más éxito que las anteriores: apenas una hora después de la comparecencia de Sánchez, el lehendakari Iñigo Urkullu pidió la declaración del estado de alarma para el País Vasco y después hicieron lo mismo Asturias, Extremadura y Melilla. La Comunidad Valenciana, que el jueves ya anunció que establecerá el toque de queda, indicó que estudia solicitar también el estado de alarma.
En su intervención, Sánchez detalló la nueva clasificación de los niveles de riesgo: por debajo de 25 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, riesgo bajo; por encima de 25, riesgo medio; por encima de 150, riesgo alto, y por encima de 250, riesgo extremo. Para determinar los niveles, también se atenderá a la incidencia del virus en los mayores de 65 años, a la incidencia en los últimos siete días, al nivel de positividad de las pruebas, a la capacidad de rastreo y a la ocupación de los servicios hospitalarios (riesgo muy alto si el número de camas ocupadas por pacientes covid supera el 15% en hospitalización global y el 25% en las camas UCI).
Dependiendo de los niveles, se actuará en la reducción de aforos, la limitación de las reuniones o la suspensión de actividades no esenciales hasta concluir, en el nivel cuatro, «alerta extrema», con la «activación del instrumento constitucional del estado de alarma».
Pero el presidente del Gobierno no quería centrarse ayer en las medidas. Su discurso se convirtió, en cambio, en una apelación a la ciudadanía, a la que intentó convencer, con argumentos, de que la segunda ola del virus está azotando a España, y a toda Europa, con una virulencia mayor de la esperada.
«Sabemos los sacrificios que comporta y las consecuencias económicas y sociales que acarrea (el virus). Y por ello debemos ser disciplinados y concienciarnos al máximo», afirmó Sánchez, que pidió «disciplina, espíritu de equipo, resistencia y moral de victoria a todos los ciudadanos», antes de dejar clara la intención de su Gobierno de evitar las medidas más drásticas. «Queremos y debemos evitar a toda costa recurrir a un nuevo confinamiento domiciliario como el que vivimos durante semanas en primavera», subrayó.
Incluso Sánchez, en su afán por mostrarse didáctico y cercano a la ciudadanía, pareció asumir algunas de las críticas que ha recibido su Gobierno por la gestión de la pandemia cuando admitió que en la primera ola del coronavirus apenas había capacidad en el sistema de salud para realizar tests, de manera que se detectaban apenas el 10% de los casos reales, y cuando reconoció que el número real de contagiados en España no es de un millón, como dicen las estadísticas oficiales del Ministerio de Sanidad, sino de tres millones, como constatan los estudios de seroprevalencia.
Así, con la humildad de quien acepta los propios errores, el presidente se dirigió casi directamente a cada español. «Cada vez que evitamos un encuentro o un desplazamiento innecesario, cada vez que seguimos las reglas de higiene que nos recomiendan las autoridades sanitarias, estamos poniendo una piedra en el muro para detener al virus», señaló.
Y con ese espíritu didáctico prosiguió: «España tiene una cualidad que, en estos tiempos de pandemia, puede convertirse en un talón de Aquiles; y es que nos gusta la vida social, nuestra cercacnía familiar, tenemos pasión por el contacto humanos. Nos gusta ser así y queremos ademas seguir siendo así, porque es así como entendemos la vida. Pero ahora es el momento de establecer distancias. Necesitamos hacer un paréntesis para salvar vidas, para defender la salud de todos y de todas. Los familiares también pueden contagiarse entre sí, los amigos también pueden contagiarse entre sí», recordó Sánchez, que salpicó su declaración con apelaciones constantes a la unidad, «la clave de la resistencia frente a la pandemia», subrayó.
Hasta propuso un «reto colectivo»: «España hoy sufre una incidencia acumulada de 348 casos por cada 100.000 habitantes. Recordemos que el estado de mayor riesgo era por encima de 250 casos. Debemos lograr una incidencia acumulada por ebajo de los 25 casos por 100.000 habiantes. Esto es, tenemos mucho camino por recorrer».
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