Tradición

Los secretos de la makila que heredará Imanol Pradales

La familia Alberdi lleva tres generaciones ligada a la madera, y de su taller nació el bastón que simbolizará, como lo ha hecho en los últimos 30 años, el traspaso de poder al nuevo líder vasco

Mikel Calvo y Maider Calvo

Sábado, 22 de junio 2024, 00:05

Las anárquicas ramas de un viejo níspero asoman desde el pequeño jardín de los Alberdi. No es casualidad. Allí, en Irun, un cartel de madera con ese mismo apellido tallado a mano da la bienvenida al único taller en Euskadi que aún realiza la makila, ... símbolo de respeto y amistad, y patrimonio de la cultura vasca, que han recibido como obsequio reyes, presidentes, ministros, grandes autores y algún papa. De las manos de Iñaki Alberdi, el artesano ya jubilado que revivió tras la dictadura el bastón tradicional vasco en este lado del Bidasoa, nació la makila que han recibido los cinco lehendakaris en democracia, y que heredará Imanol Pradales hoy en la jura de su cargo bajo el árbol de Gernika. DV se adentra en el taller de este artesano guipuzcoano para conocer los secretos de una labor única que han recogido sus dos hijos, Beñat y Saioa.

La familia Alberdi lleva tres generaciones íntimamente ligada a la madera. Primero fue el padre de Iñaki, Joxe Alberdi, quien fundó en 1948 el taller y se dedicó a la talla en madera de muebles, bustos y heráldicas, objetos muy demandados en aquellos años. Con la llegada de la democracia, a Iñaki, que aprendió el oficio de su padre, le llamó la atención un objeto que se elaboraba en el País Vasco francés. «'Bâton traditionnel basque' decían», recuerda el artesano. «Durante el franquismo, claro, cualquier simbología vasca estaba prohibida, pero en Iparralde el 'Bâton traditionnel basque' era muy conocido. Me formé con artesanos del otro lado del Bidasoa, me enseñaron sus secretos y la técnica, y lo traje a este lado de Euskadi. Me dije a mí mismo: 'Esto tiene que volver'», relata.

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Años de aprendizaje y divulgación en ferias, y una «buena red comercial» ayudaron a que Iñaki pudiera dedicarse a tiempo completo a la producción de makilas. «Podría hacer entre 200 y 300 bastones al año, y ahora andamos parecido de pedidos», detalla. Sin embargo, el impulso «más importante», explica, «fue que Lehendakaritza decidiera utilizar la makila como símbolo para la toma de posesión. Ese bastón es un poco más especial que los demás porque lleva la inscripción 'lehendakari' y lo van pasando de unos a otros. Esta decisión ayudó mucho para que la makila se diera a conocer».

«No hay una makila igual»

El proceso de elaboración del bastón de los Alberdi sigue siendo el mismo que hace 300 años, y puede prolongarse desde los 15 hasta los 25 años. De hecho, «aunque algunas veces nos han pedido una marca diferente, o cambiar algo de la técnica, hemos dicho que no porque nos parece que desvirtuaríamos el producto», zanja Beñat. Todo comienza con el níspero, el árbol que da la bienvenida al taller de los Alberdi, el elegido para la elaboración del bastón porque es la única madera que reacciona a los «tatuajes» que imprime el artesano sobre la rama, como los llama Beñat. Estas «incisiones» son lo que diferencian a la makila del resto de los bastones, y lo convierten en único. «Lo curioso», aclara Beñat, «es que si intentas realizar la misma operación en un castaño o una haya, la marca no sale. Nosotros lo provocamos, pero es la naturaleza quien lo hace, y por eso no hay una makila igual».

Varios modelos de makilas y herramientas sobre la mesa del taller Alberdi. Iñigo Royo
Varias makilas clasificadas por tamaño, listas para el último paso del proceso. Iñigo Royo
Buriles con los que se graban los motivos vascos y la firma en los casquillos. Iñigo Royo
Estructura de madera con la que pueden enderezarse makilas a mano. Iñigo Royo
Una makila conservada por la familia en cuyo casquillo superior puede apreciarse el año de confección: 1888. Iñigo Royo

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En primavera, Beñat acude a los bosques del Pirineo de Iparralde para realizar la escarificación o 'tatuaje' sobre las ramas más adecuadas del níspero. Con el paso de los meses, el árbol frutal reacciona formando un relieve como consecuencia de los cortes, y, en invierno, el artesano vuelve al bosque para recoger las ramas marcadas. «Ahora, tengo una ventaja que mi padre no tenía: el 'GPS'. Porque el paisaje cambia mucho de primavera e invierno, y es fácil perderse», apunta Beñat con una sonrisa de oreja a oreja mientras su padre asiente con la cabeza. Una vez en el taller, las ramas pasan a ser calentadas en un horno y se descortezan. El secado de los palos suele ser como mínimo de entre 5-10 años y deben ser enderezados varias veces antes de convertirse en makilas. «Son como las personas, hay bastones que son más rebeldes que otros y hay que enderezarlos más. Ahí está el arte de cada uno», bromea Iñaki.

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Eso sí, los Alberdi cuentan con un 'stock' de makilas que llevan años secando, y trabajan con un plazo de entrega de entre dos a cuatro meses. Con el paso principal realizado, los artesanos pasan a embellecer el bastón con los casquillos, donde se realizan las grabaciones en euskera, tales como 'hitza-hitz' (la palabras es la palabra); 'nere bideko laguna' (mi compañera de camino) y 'nire laguna eta laguntza' (mi amigo y ayuda), entre otros. La parte superior está coronada por una empuñadura de cuerno que toma cuerpo en un tubo roscado recubierto de cuero trenzado. Y para la makila llamada de honor, la empuñadura es enteramente de plata o de alpaca. Pese a los idénticos pasos para realizar una makila, los artesanos aseguran que «no hay uno igual. Esto es como el vino, hay cosechas buenas y otras malas, pero como todo lo hecho a mano, no hay una makila igual en el mundo, cada una tiene su historia, significado y simbología».

Iñaki Alberdi posa junto a sus dos hijos Beñat y Saioa en el taller. Iñigo Royo

Desde Reagan hasta el Papa

Uno de los lehendakaris que más trabajó para devolver a la memoria vasca la importancia de la makila fue José Antonio Ardanza, quien falleció este pasado mes de abril a sus 83 años de edad, y es el único líder vasco en pisar la Casa Blanca en un encuentro oficial con el entonces presidente los Estados Unidos, Ronald Reagan. Esta cita histórica, que se prolongó durante aproximadamente quince minutos, se produjo el 23 de marzo de 1988, y el jeltzale entregó una makila elaborada por Iñaki Alberdi al presidente norteamericano, que, por cierto, tuvo que ser enviada 24 horas antes al edificio presidencial para ser minuciosamente inspeccionada. En la imagen, que este periódico publicó en su portada, se puede ver cómo Reagan recibe en el Despacho Oval el bastón tradicional vasco ante la atenta mirada de un Ardanza con una sonrisa de oreja a oreja.

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Desde entonces, el bastón tradicional vasco se ha convertido en símbolo de autoridad y respeto en Euskadi, y personalidades como el papa Juan Pablo II; el ex presidente de Uruguay José Mujica; la ex primera ministra de Francia Elisabeth Borne, y el rey emérito Juan Carlos I, entre muchos otros, han sido obsequiados con la makila de los Alberdi, además de que en numerosas ceremonias y citas deportivas así como culturales se utilice como premio o regalo.

José Antonio Ardanza entrega un bastón de mando vasco a Ronald Reigan en 1988. Reuters
Juan Pablo II sostiene una makila junto a Carlos Garaikoetxea en 1982. Usoz
El ex presidente de Uruguay, José Mújica, recibe una makila en 2015. Alberdi
La ex primera ministra de Francia, Elisabeth Borne, homenajeada con una makila. Alberdi
El Rey Emérito Juan Carlos I sostiene un bastón de mando vasco. Alberdi

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Hoy en día, el grueso de los pedidos que reciben los hijos de Iñaki, Beñat y Saioa, corresponden a regalos de trabajadores o de empresas por la jubilación. Los precios de las makilas oscilan entre los 300 euros que cuesta el bastón más barato hasta los 820 euros el más caro, la makila de honor en plata. También envían bastones a Francia, su principal mercado de exportación, aunque en los últimos años se les ha abierto una ventana en el mundo anglosajón. «Los ingleses también valoran mucho una pieza artesana de calidad, y muchas veces nos lo piden para su paseos. Gracias, en gran parte, a la entrevistas que nos hizo Michael Portillo», el exministro inglés que ahora presenta el canal Viajar, detalla Saioa, que añade que «justo ahora acabamos de mandar dos makilas a Camboya». «¡Los vascos estamos por todo el mundo!», apostilla el hermano.

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