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Una escultura en memoria de una mujer, una zumaiarra, la educadora Elbira Justa Zipitria Irastortza, ocupa desde este jueves un lugar de honor en la Diputación de Gipuzkoa. La institución foral la ha instalado este jueves en el espacio central del patio de honor del ... palacio foral, en un acto celebrado junto a 50 estudiantes y colaboradores de la pedagoga y pionera del ámbito del euskera. «Es uno de los mayores referentes y figuras de Gipuzkoa y Euskadi en el siglo XX», ha asegurado el diputado general Markel Olano. A través de la obra inaugurada en un emotivo tributo, la Diputación brinda un reconocimiento mediante «el lugar y el homenaje que tanto merecía», coincidiendo con el 40 aniversario de su muerte.
La memoria de Zipitria comparte desde este jueves en el espacio dedicado a los grandes nombres de la historia de Gipuzkoa, Elkano, Urdaneta, Zuazola o Larramendi. Con ese «pequeño pero significativo paso», en palabras de Olano, se comienza a enmendar «una evidente laguna histórica» que resulta palpable en las salas y paredes del palacio foral. «Han sido muchas las mujeres pioneras que han dejado y están dejando huella en la evolución de nuestra sociedad. Silenciadas e invisibilizadas en muchas ocasiones, queremos reivindicar en voz alta, como institución pública, la contribución fundamental de las mujeres en la construcción de Gipuzkoa y del País Vasco, para que sirvan de modelo para las generaciones presentes y futuras», ha expresado ante la mirada atenta de los que compartieron vida profesional y personal con Zipitria.
La escultura creada por la artista azkoitiarra Lurdes Umerez, supone a partir de hoy un permanente homenaje a una mujer que fue «determinante» en la evolución del País Vasco, de la escuela vasca y del euskera en las últimas décadas. La obra creada en bronce está inspirada en uno de las pocos y conocidos retratos de Zipitria. En la pieza base sobre la que se erige la figura de la educadora están escritos poemas, dibujos y operaciones que sus alumnos y alumnas trabajaban en sus cuadernos, como recordatorio de la pedagogía avanzada de aquellas primeras ikastolas creadas en la clandestinidad.
En los testimonios que se han escuchado en el homenaje de hoy, se ha destacado que Zipitria consiguió, en plena dictadura franquista, «mantener viva la llama del euskera y de la identidad vasca y transmitirlas» a las nuevas generaciones, contando para ello con la ayuda de varios padres y madres donostiarras. «Valiéndose de pedagogías vanguardistas en su casa-escuela, enseñando a las nuevas andereños, abrió el camino a la enseñanza en euskera y sembró la semilla del movimiento de las ikastolas», ha destacado Olano, convencido de que el mejor homenaje que se le puede rendir es «trabajar conjuntamente en favor del euskera y del País Vasco», tal y como ha remarcado que hacía Zipitria en su escuela, sin discriminación alguna por motivo de sexo, pensamiento o clase social, siempre desde el compromiso con el euskera y con Euskadi.
Tras el acto han tomado la palabra para compartir sus recuerdos Kontxita Beitia y Mari Karmen Mitxelena, quienes se formaron como andereños en la casa-escuela de la calle Fermín Kalbetón. El homenaje, con lágrimas en los ojos de algunos de los asistentes, ha terminado con la interpretación al txistu de quien fuera alumno suyo, Xabier Muñoz Otaegi, con la canción 'Aberri min' que les enseñó la propia Zipitria.
Zipitria Irastortza fue una de los promotoras de las primeras ikastolas de la posguerra en Donostia. Cristiana creyente y miembro activo del PNV y de Emakume Abertzale Batza, sirvió de puente entre las generaciones anteriores a la guerra y la enseñanza vasca de la posguerra. Tuvo que huir de San Sebastián tras el levantamiento de las tropas franquistas, al igual que muchos otros euskaltzales y nacionalistas de la época. Se refugió en Lapurdi en la casa Prefetenea de Sara, donde tuvo la oportunidad de conocer formas educativas innovadoras que se estudiaban en Francia en aquel momento y, años más tarde, al regresar a Donostia, adoptó pedagogías progresistas a la hora de enseñar. A pesar de la dictadura, fundó en la calle Fermín Calbetón 26 una casa-escuela en la que impartió clases mixtas en euskera a numerosos alumnos.
Formó además a las nuevas andereños, cuya labor sería fundamental en la difusión de la educación vasca a partir de entonces. En 1968, junto con otros padres y madres y andereños, tomó parte en la creación de la ikastola Orixe. En los últimos años de su vida no ocultó sus desacuerdos en relación a la creación del euskera batua y su preocupación por el rumbo que estaban tomando las ikastolas. Falleció en Donostia el 26 de diciembre de 1982, a los 76 años.
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