Ambas sufrieron el desgarrador desconsuelo de quien pierde a la fuerza un ser querido. Dos víctimas de la violencia que se vieron obligadas a vivir con una ausencia irreparable: Barbara Dührkop, la viuda del senador socialista Enrique Casas, asesinado por los Comandos Autónomos de ETA ... en 1984, y Pili Zabala, la hermana del joven tolosarra Joxi Zabala, secuestrado, torturado y asesinado por los GAL junto a Joxean Lasa hace ya 38 años. Las dos han compartido este martes su experencia frente a decenas de personas que les escuchaban atentas durante su intervención en el 17 Simposium Internacional de la Sociedad Mundial de Victimología que acoge Donostia hasta este próximo jueves. Una charla moderada por Gema Varona, profesora e investigadora del Instituto Vasco de Criminología, que ha servido también para hablar sobre Justicia y poner en valor la impronta que ha dejado en sus vidas la justicia restaurativa para poder cerrar heridas y sanar su dolor.
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«Lo más importante que tiene la justicia restaurativa es que el ofensor tiene la oportunidad de reparar las consecuencias del daño causado, y dar una segunda oportunidad para que se responsabilice del dolor ocasionado puede ser un elemento transformador de la sociedad», ha manifestado Zabala, que ha explicado cómo se sentó, tras un largo trabajo previo psicológico, frente a un exmiembro de los GAL.
«Le conté ese trauma y tregedia familiar que sufrimos con la desaparición durante 11 años de mi hermano... Fue un ejercicio de introspección para sanar y limpiar heridas», ha contado. Además, acudió in situ a los lugares donde se demostró que su hermano había sido torturado. «Después de 38 años y medio de ausencia, he tenido la oportunidad de acceder a la justicia restaurativa, y lo que yo necesito es sanar mis heridas y mi dolor para poder recuperar la dignidad de mi hermano y redignificar los lugares donde todo sucedió», ha dicho emocionada Zabala, que ha reivindicado su condición de víctima, ha pedido que se reconozcan todas las vulneraciones de derechos humanos, sin excepción, y ha pedido la desclasificación de documentos aún secretos para así poder conocer toda la verdad que rodea al caso de Lasa y Zabala.
Dührkop, por su parte, también ha puesto en valor la necesidad de que las víctimas se reivindiquen como tal, una condición impuesta por la sinrazón del terrorismo etarra que la viuda de Casas tuvo que afrontar con 4 hijos a cu cargo. El más pequeño, de tan solo 8 meses de edad. Ha puesto así en valor la terapia sanadora que supuso para ella la justicia restaurativa: «Es terapia porque te da paz y te reconforta», ha dicho. Dührkop ha contado que, cuando miró de frente a un asesino de ETA durante un encuentro en grupo con otras víctimas y victimarios de la mano del Instituto Vasco de Criminología, le dijo: «Nunca podré perdonarte». «¿Cómo se puede perdonar a quien asesinó al padre de mis cuatro hijos y le prohibió verlos crecer?», ha preguntado tras reivindicar también la importancia de las segundas oportunidades tras el cumplimiento de las penas y el reconocimiento del daño causado. «Los infractores tienen que ser capturados y responder por sus ofensas», ha dicho Dührkop, que ha restado importancia en su vida al término 'perdón' por su connotación cristiana. Zabala tampoco buscaba ese perdón en los encuentros restaurativos -«yo buscaba verdad, justicia y reparación», ha dicho- aunque sí ha reclamado unas disculpas públicas por parte del Estado.
Dührkop, en todo caso, ha hecho énfasis en otra arista de la justicia restaurativa que va más allá de los encuentros con los victimarios: los paseos restaurativos que recientemente ha protagonizado junto a varios estudiantes en el Palacio de Aiete. «Hice ese recorrido con los jóvenes y ha sido una experiencia maravillosa: me encanta ese intercambio y sentir su empatía», ha asegurado. Otra justicia que ha reivindicado: la justicia social que «ha faltado» en Euskadi. «Este era un país de miedo, nadie se atrevía a expresarse y a hablar en contra del terrorismo de ETA», ha recordado Dührkop. «Como víctimas molestábamaos, éramos un elemento de perturbación. Y eso afortunadamente ha cambiado. Esa es la justicia que yo realmente necesitaba: ver ese cambio en la sociedad vasca, además de la condena del asesino de mi marido», ha dicho Dührkop, que ha pedido «memoria» y mirar al futuro sin perder de vista el retrovisor para así no olvidar todo lo que pasó.
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