
ALVARO BERMEJO
Lunes, 13 de noviembre 2006, 09:40
- Hasta hace un par de semanas usted era una joven jurista que impartía clases de Derecho en la UNED. Sus compañeros de claustro, ¿podían sospechar que estaba escribiendo una novela de tema sado masoquista, como 'La sumisa insumisa'?
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- Quienes me conozcan bien, no se extrañarán porque sabrán que desde niña, mi gran pasión es escribir. Todo, en el fondo, nace de esa alma de niña, con la curiosidad que te lleva a investigar y, después, a escribir compulsivamente...
- Su relato se inicia en un chat caliente, donde su protagonista conoce a un desconocido que se hace llamar 'Amosapioens'. ¿Se basa en una experiencia personal o todo es fabulación literaria?
- Todo es confabulación literaria. Ahora bien: desde que se me ocurrió unir erotismo con la incomunicación-comunicación de internet, he tenido que navegar mucho y acercarme a esos chats. ¿Lo del sado llegó después y te aseguro que la primera sorprendida he sido yo!
- ¿Qué es para usted el mundo del BDSM ( Bondage Sado-Masoquista)?
- Un mundo al que he procurado acercarme con ojos inocentes, respetuosos, sin prejuicios y muy, pero que muy curiosos. Necesito conocer por qué casi nadie se atreve a mirar algunas realidades que existen desde siempre.
- Internet conecta la globalidad absoluta con soledades igualmente absolutas. ¿También es cómplice del engaño y del autoengaño?
- La paradoja de internet es que siendo virtual, se ha convertido en algo totalmente real en nuestras vidas; siendo comunicación, genera incomunicación. Es un fenómeno digno de análisis psico, socio y antropológicos en sus implicaciones más profundas.
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- Su novela habla de honestos padres de familia y amas de casa enganchadas a foros virtuales sadomasoquistas. ¿Por qué lo hacen?
- Quizás porque la coraza del anonimato permite dejar volar, sin miedo al juicio y al prejuicio, una coctelera anímica que está oculta por temor a la represalia social y familiar. Internet, igual que es el banco, la agencia de viajes y la biblioteca del siglo XXI, también es la agencia matrimonial, el psicólogo y hasta el burdel de hoy en día.
- Sentir placer al fustigar a una persona o al recibir los fustazos de otra, en ocasiones hasta la sangre. ¿No hay que estar un poco loco para llegar a tanto?
- Yo sufrí cuando me topé con algunos archivos extremos del BDSM que fui incapaz de asimilar. Más tarde lo reciclé pensando que si no se hace daño a terceros y todo está consentido entre dos, nadie debería meterse en la vida privada y en las apetencias eróticas de otros.
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- En el mundo del BDSM, 'am@s' y esclav@s establecen contratos donde estipulan todo lo que están dispuestos a hacer y a dejarse hacer. ¿Dónde está el límite?
- No existe una relación estándar. El amo y la sumisa pactan sus actividades y ambos se ponen de acuerdo en hasta donde van a llegar y hasta donde no.
- Cuando dos desconocidos que acaban de conocerse vía internet se encierran en una habitación para practicar BDSM, ¿no existe el riesgo de que uno de ellos sea un verdadero psicópata?
- Totalmente, pero deberíamos desdramatizar. Porque: ¿quién garantiza a los jóvenes que se ven una noche en una discoteca y se van a dormir juntos a la primera de cambio, que se libran de ese riesgo?
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- Y esa liturgia escénica de la violencia sexual, ¿pudiera ser compatible con el aumento de la violencia de género?
- En los malos tratos siempre existe subyugación y acoso físico y psicológico de una parte sobre la otra, pero en BDSM ambos pactan lo que quieren, ambos saben a lo que van, y sádico y masoquista buscan alcanzar el éxtasis complementándose tanto como el botón y el ojal.
- «La gran pandemia que nos azota hoy -nos dijo Valérie Tasso-, no es el sida sino la melancolía». ¿Comparte su opinión?
- En parte sí: la melancolía del ser, que aunque sea, no puede ser como sea o quiera ser. Todo sería más hermoso si no fuésemos lobos los unos con los otros y nos respetásemos «viviendo y dejando vivir».
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- «Me parece que he abierto una Caja de Pandora que, sin saberlo, ya vivía dentro de mí». Y usted, ¿le ha sucedido algo semejante mientras escribía esta novela?
- ¿Nadie se imagina cómo escribí esta novela! En febrero recopilé la información: cientos de archivos durísimos aterrizaron en mi ordenador. En marzo y abril la escribí compulsivamente en el hospital de mi pueblo, cuidando a mi padre. Me dejé la vista y la salud, pero volví contenta: mi padre ya estaba bien y yo acababa de parir otro hijo de papel. En mayo la pulí, luego la eché al concurso y
- Pío Baroja puso título a 'La sensualidad pervertida'. ¿Moralizaba acerca de su tiempo o vaticinó el nuestro?
- No me atrevo a decir que la sensualidad esté o sea pervertida: cambiarán las formas, los iconos, pero no el fondo. La sensualidad es maravillosa, es parte de la sal de la vida, la magia erótica revestida de una poesía que nos hace soñar.
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- Según la OMS en Europa se están disparando los índices de impotencia, frigidez y falta de deseo sexual. Tantos síntomas, ¿son el reverso oscuro de una sociedad hipersexualizada?
- No creo que exista ahora más sexualidad que antes. Lo de ahora ha estado siempre, además en todas sus variantes. Lo que sí existe hoy es la libertad de expresión y unos medios de comunicación que sacan todo, hasta lo más íntimo, a la luz.
- «Hemos hecho del sexo un objeto de consumo y del amor romántico una droga». ¿Qué le dice la frase de Lucía Etxebarría?
- Que fue muy optimista porque, desgraciadamente, el amor romántico también es un objeto de consumo, creo que incluso más potente que el del sexo, pero como es menos agresivo no se nota. Y si no, basta con pensar en cuánto cuesta una boda, la de personas que comen de los «amores románticos», el cine y el mercado que se mueve en torno al romanticismo.
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- El cine porno mueve en España cerca de diez millones de euros anuales, y algunos de sus personajes afloran como estrellas mediáticas. ¿Todo es tan lúdico y tan inocuo como nos lo venden?
- No lo sé. Yo sólo he escrito una novela que en esta ocasión, da la casualidad que es erótica. Para mí ha sido un lujo acercarme a este tipo de literatura porque cada línea soporta un equilibrio fascinante y difícil de mantener: de un lado, no hay que engañar al lector y aunque escandalice, hay que llamar a las cosas por su nombre, pero siempre avivando una magia erótica que no caiga ni en lo soez, ni en lo rosa.
- Más que una educación sexual, ¿no estaremos necesitando una nueva educación sentimental?
- Totalmente. El gran mal de la vida es negar el alma: las relaciones tiene alma, las enfermedades tienen alma... Todo en la vida tiene alma, pero la sociedad de consumo, sólo se ocupa de la materia y del dinero y nunca del alma. Estamos todos vacíos, alienados y un poco locos por eso.
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DE BUENA TINTA
Nació en Valdepeñas, en 1966. Se declara manchega, y se siente muy orgullosa de serlo. Es doctora en Derecho y profesora de la UNED. Sus títulos esenciales son: 'La copla sabe de leyes', 'Sola en un campus de minas', 'Mobbing en la Universidad' y 'Las mujeres que dijeron No'.
DE VIVA VOZ
Me gusta llegar a mi pueblo y que mi perro dé saltos de alegría.
Detesto a la gente que airea su título como si fuera un pasaporte.
Me encanta ver la inocencia y la curiosidad en los ojos de las personas.
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Aborrezco la doble moral que critica, pero por debajo, practica.
Me fascina el olor a campo, mosto y uva de la vendimia de mi tierra.
Me pierde la risa, el humor y la ironía. ¿Soy adicta a las tres cosas!
Me indispone la navidad, con sus falsos arrebatos de «paz y amor».
Me indigna la guerra, y más si camufla intereses económicos.
Me deja fría el rollo de las marcas, el consumismo y las modas.
Me calienta mi chico, que es muy guapo por dentro y por fuera.
Me perturba el proceso creativo. Cuando llega, no me deja ni dormir.
Me aturde el delirio manchego: Almodóvar, o el dúo Sancho-Quijote.
Me aterra un mundo lleno de Mcdonalds.
Me enamoran las personas que saben reírse de sí mismas.
Me repele la vanidad y el ego intelectualoide del mundo universitario.
Me seduce la bossa nova brasileña. ¿No me canso de escucharla!
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