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Arkaitz Durán quiere dar un salto de calidad esta temporada. [DV]
Durán, un 'niño' que crece
CICLISMO

Durán, un 'niño' que crece

El alavés rompió moldes al convertirse en el primer ciclista nacional que subió de juvenil a profesional.

BENITO URRABURU

Jueves, 18 de enero 2007, 10:16

ESTEPONA. DV. «He debido ver a mi padre correr, pero la verdad es que ni me acuerdo», dice Arkaitz Durán, el hijo de Benito Durán, un especialista de ciclocross brioso, peleón, combativo, que ahora trabaja como taxista a bordo de un Mercedes.

El niño que subió directamente de juveniles a profesionales sigue creciendo: «¿Qué me dice mi padre? Lo cierto es que no me dice nada en concreto».

En 2005 Arkaitz Durán se convirtió en el primer corredor del ciclismo español que dio el salto de juvenil a profesional. Joxean Fernández Matxin le puso delante un contrato por cuatro temporada que expirará en 2008. Firmó.

Arkaitz, que parece tener los muebles de la cabeza bien ordenados, reflexiona cuando le decimos si se ha arrepentido alguna vez de aquella decisión: «¿Arrepentirme? Menos mal que pasé. Tal y como está ahora el ciclismo, igual no hubiese subido si espero», señala Durán.

Dice que «al principio me cortaba un poco estar con gente mucho mayor que yo, pero me he adaptado muy bien. Noto que mejoro cada temporada que pasa. Lo que más me costó es habituarme al kilómetraje, al ritmo de competición, a la gente con la que corres».

Debutó a mitad de temporada en 2005 y cubrió 30 días de competición. En 2006 corrió 58 días y esta temporada debutará en la Vuelta a España: «¿Miedo? Nunca he tenido miedo al mundo profesional, ni cuando pasé de juvenil. Soy tranquilo y tengo mucha confianza. Sabía que podía correr en profesionales, aunque también era consciente de que me faltaba la fuerza y la resistencia de un ciclista de 25 años».

«Sólo quiero correr»

Si le preguntas sobre sus pensamientos, te encuentras un chaval de 20 años bastante sensato, al que le va cambiando el cuerpo de niño que tenía: «Tengo 20 años y ningún objetivo concreto, salvo el de seguir aprendiendo, cogiendo experiencia. ¿Ganar? Ni lo pienso. Sólo quiero correr donde me manden, me da igual, y trabajar todo lo que pueda».

El peor momento en su corta carrera lo sufrió en la primera etapa de la París-Niza del año pasado: «Pinché a 50 kilómetros de la meta y no conseguí empalmar. El pelotón iba lanzado. Llegué a veinte minutos. ¿Bajarme? No, no. Sabía que llegaba aunque iba solo. No se descolgó ningún corredor del pelotón».

Arkaitz Durán corrió en juveniles con licencia cántabra, en un equipo que se llamaba Cafés Baqué y que dirigía Fernando Ateca. El choque generacional que tuvo al llegar al Saunier Duval resultó importante: «Había corredores que me sacaban siete, ocho años. No hablaba con nadie. Ahora soy uno más».

Fue de los que se aficionó al ciclismo viendo a Miguel Indurain por la televisión «y a Michele Bartoli en las clásicas, además del ambiente ciclista que se vivía en casa». Si hay una carrera que le gusta es la Vuelta al País Vasco, «la carrera de casa. El año pasado la terminé. Esta temporada disputaré la Vuelta a España. Me hace mucha ilusión».

No se imagina que puede ser de él en el futuro como ciclista: «Yo que sé dónde puedo llegar, si es que llegó a algún lado». Dicen que siendo juvenil daba unos resultados físicos de un ciclista profesional de nivel medio alto y en Saunier Duval piensan que va a ser bueno, pero a los 20 años es un diamante que necesita tiempo para pulirse.

Le gusta el fútbol y es socio del Tau: «Cuando estoy en Vitoria voy a verles todos los partidos que puedo. Me gusta el base, Planinic. También juego a la Play Station con Raúl Alarcón (su compañero). Yo soy del Barcelona y él, del Valencia».

Con 1,85 de estatura, 68 kilos de peso y 48 pulsaciones, Arkaitz Durán posee un físico privilegiado. Cuando hablas con él da la impresión de que el ciclismo sigue siendo un juego para él, a pesar de que tiene licencia profesional. No le ha tocado sufrir, no le han forzado. En 2006 corrió la París-Tours con 279 kilómetros en las piernas, y la terminó.

«Me gustan más las vueltas que las pruebas de un día, pero la temporada pasada corrí Flecha Valona, Lieja-Bastogne y Amstel Gold Race, y me gustaron. La carrera que más me llama la atención es el Tour».

No se asusta por nada. Recuerda que Matxin le decía que «tienes dos piernas y dos brazos, como los demás. Corro con los mejores del mundo y les tienes un respeto, pero nada más». Junto al lógico crecimiento físico, considera que «la experiencia se nota mucho. Vas conociendo carreras y eso ayuda».

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