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Las diez noticias clave de la jornada
Los Caldereros, con perro y burritos, en la plaza de la Constitución el año 1925.
1884. «Al gran pueblo donostiarra...»
LA CALLE DE LA MEMORIA

1884. «Al gran pueblo donostiarra...»

MIKEL G. GURPEGUI

Viernes, 2 de febrero 2007, 09:46

Mientras preparamos sartenes y martillos para mañana, al gran pueblo donostiarra saludamos, llenos de placer, con un repaso a algunos momentos en la historia de la fiesta de los Caldereros.

1828. El precedente. Salió entonces a las carnavalescas calles donostiarras una Comparsa de Caldereros Turcos de la que poco se sabe.

1884. El estreno. Promovida por la Comisión de Festejos, la comparsa de Caldereros aparece en la Parte Vieja a las 10 de la mañana. Como dejó escrito Tristán de Eraso, «el entusiasmo popular se desbordó». «Cuando el coro atacó lo de 'Qué belleza, qué paisaje', se formó el primer coro de las mil y pico voces, ante un mundo de extrañeza. Sarriegui, una vez más, hizo el milagro de saber interpretar, primero, a su pueblo, para después dominar la técnica de la canción sencilla, pero expresiva, llena de gracia y luminosidad».

1955. Leemos en DV: «Esta noche, a las diez y media, y desde los bajos del Ayuntamiento, saldrá la típica comparsa de los 'Caldereros de la Hungría', siguiendo una tradicional costumbre en la víspera de La Candelaria». Los Caldereros salían la víspera de la festividad de La Candelaria, que en 1955 cayó en miércoles. Pese a ser jornada laboral, según informaba este periódico, «los donostiarras esperan con verdadero interés la salida de la pintoresca caravana (...), cuya actuación en la Plaza del 18 de Julio, será presenciada por numeroso público».

1966. «El buen tiempo acompañó ayer a la tradicional jornada del desfile de Caldereros. La temperatura, 16 grados, permitió anoche que un mundo se lanzara a la calle para presenciar el vistoso cortejo y escuchar, acompañar y hasta cantar las populares y saladísimas páginas» de Raimundo Sarriegui. Dirigía la tribu Joshe Aldanondo.

1978. En mitad de una racha lluviosa que aguó la tamborrada, el cielo se abrió aquel sábado, si bien, como se comentaba en Sirimiri, los Caldereros «tenían la ventaja de ir bien provistos de cacerolas para recoger el agua, de haberles sorprendido la lluvia». Días antes se había publicado una nota del CAT advirtiendo que «todas las señoritas inscritas en el Centro de Atracción y Turismo para el grupo de zíngaras deberán acudir a los ensayos de mañana, viernes, (...) en los bajos del Ayuntamiento, para recoger la correspondiente contraseña».

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