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Cultura

La Columbia donostiarra, una historia pendiente de escribir

N. AZURMENDI

Domingo, 4 de febrero 2007, 03:48

Sara Montiel cuando era Sarita; Julio Iglesias cuando le llamaban Julito; y Jorge Sepúlveda, Bruno Lomas, Rocío Jurado, grupos de moda en hace unas décadas y hoy prácticamente olvidados.... Y cientos de horas de música instrumental o coral, las primeras grabaciones de trikitixa o discos que permiten escuchar la voz de Txirrita... Una parte nada desdeñable de la historia musical de las seis primeras décadas del siglo XX en España se convirtió en disco en San Sebastián, y uno de los objetivos a largo plazo de Eresbil, que comenzó a formar su colección fonográfica en 1986, se centra en completar toda la colección de los discos que se grabaron en Donostia entre 1917 y 1975 bajo una cambiante gama de sellos que, en todos los casos, gestionó la familia Inurrieta.

Las intrincadas maniobras de fusiones, compras y escisiones de las actuales multinacionales no tienen nada que envidiar a las operaciones empresariales que acompañan desde sus orígenes a la industria discográfica por lo que, simplificando, puede decirse que, en 1888, se fundó en Columbia (EEUU) Columbia Records, la empresa discográfica pionera, que en los años posteriores, en plena guerra entre el gramófono y el fonógrafo, fue extendiéndose mediante distintas fórmulas -cesión de licencias, venta de patentes, apertura de divisiones nacionales...- a otros muchos países. En 1917, un emprendedor donostiarra que regentaba una tienda en la que vendía los suministros más variados fijó su atención en un negocio emergente y obtuvo la licencia de Columbia para producir discos -de pizarra, evidentemente- en San Sebastián. Enrique Inurrieta, a quien tomó el relevo su hijo Juan, además de prestar una atención preferente a la música vasca, fundó así una de las primeras discográficas españolas. Los complicados avatares empresariales de las distintas ramas de Columbia, que iban cambiando de nombre, creando nuevos sellos como EMI, Regal o CBS y, en general, dando forma a un laberinto complejísimo, mantuvieron durante décadas a los Inurrieta sumidos en conflictos de patentes y licencias que tienen su reflejo en las etiquetas de los propios discos, que en ocasiones están producidos por Columbia Gramophone, en otras por Regal y, en los últimos años, por la denominada Fábrica de Discos Columbia de San Sebastián, que muchos recuerdan todavía en Venta Berri. La colección de discos de 78 revoluciones de Eresbil cuenta con interesantísimos ejemplares de los primeros trabajos grabados por la Columbia donostiarra, pero no se puede descartar que, olvidados en algún rincón, pueda haber ejemplares que ayudarían a completar una historia apasionante que permanece todavía inédita.

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