El jefe de la Tribu de Gros cedió su espumadera

SAN SEBASTIÁN. DV. Los caldereros de la comparsa de la Hungría anunciaron el carnaval también por las calles del barrio de Gros. Se cumplió lo que ya se ha convertido en tradición y la fiesta, en la que los simulados húngaros golpearon sartenes y entonaron las canciones de Sarriegui, atrajo a un numeroso público que animó con golpeteos metálicos a los participantes y coreó las composiciones musicales junto a la comparsa oficial.

Este año el que fue jefe de la Tribu durante 23 años, Juan Antonio Antero, cedió el mando del grupo a su sucesor, Juan María Ulloa, quien llevó a cabo su papel con entusiasmo durante el acto del relevo. La entrega simbólica de la espumadera, cuando el campamento se instaló en la plaza del Chofre, fue uno de los momentos emotivos de una fiesta que cuenta con gran arraigo en Gros.

Y es, tal y como desveló la reina, Alfredo Odriozola, «quienes siempre nos han traido hasta aquí se jubilan y ahora será el maestro Ulloa el que se encargue de dirigirnos». Junto a ella, sus dos damas, Urko Odriozola y José Marín. Los nuevos responsables de esta Tribu recibían algunos obsequios de quienes les precedieron en la ya larga trayectoria de lo caldereros de Gros.

Antes de ese momento, con una abarrotada plaza del Chofre y la Banda Ciudad de Irún para interpretar las canciones, el periplo de los zíngaros había sido largo. A las seis de la tarde, las docientas personas que componen esta comparsa salieron del instituto Barandiaran. El atardecer cedía a la oscuridad y, una vez más, los caldereros más pequeños se colocaban a la cabeza, cerca del oso y de su domador Alfonso Vicente. Las calles del barrio se animaban al paso de la alegre invasión húngara que llegaba poco a poco y sin perder el compás a instalar su campamento musical y festivo en la abarrotada plaza del Chofre. Muchos, sobre todo niños, disfrutaban de su llegada con martillo y sartén incluidos. ¿Quién tiene miedo al oso? Más de un pequeño zíngaro que escapaba hacia los soportales de la plaza.