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Un liderazgo fuerte

«Que me perdone el PSE-PSOE, pero más que ganar las elecciones (que las ha ganado, sin duda alguna), las han perdido el PNV y EA porque muchos de sus electores potenciales se han quedado en casa».

JAVIER ELZO

Miércoles, 30 de mayo 2007, 04:04

La conformación de mayorías para gobernar las diputaciones y los ayuntamientos es el primero y más urgente trabajo de los políticos tras las elecciones del domingo pasado. En Euskadi hay combinatorias múltiples posibles.

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Una consistiría en resolver caso a caso para lograr mayorías estables. Tiene el gran problema de convertir la política en mera gestión con lo que se perdería la visión global de las cosas. Otra salida sería la de tentar en algunos sitios, Gipuzkoa en concreto (Buen así parece apuntar), la solución catalana: PSOE, EA y EB-Aralar. No es descartable pero se ve difícil cómo congeniarla con EA y EB gobernando en Gasteiz con el PNV.

La solución PSOE-PP en Álava es también factible, sobre todo si se hacen arreglos a nivel español en Baleares, Canarias y Navarra, y podría convenir a los estados mayores del PSOE en Ferraz y del PP en Génova. Pero sería mal vista en Euskadi y Navarra, y «la singularidad del Norte» ganaría unos enteros. Sin embargo, creo que en grandes líneas cabe destacar dos opciones centrales. Las dos con presencia del nacionalismo moderado, lo que prácticamente quiere decir el PNV, hablando de la CAV.

Una opción sería intentar llevar el tripartito que gobierna en Vitoria al máximo de instituciones. Esto resolvería el asunto de la gobernabilidad de Gipuzkoa a favor del PNV, 29 juntos frente a los 25 necesarios, y dejaría el Ayuntamiento de San Sebastián para que lo siga gobernando, en minoría, Odón Elorza. Tiene el grave problema de que EB-Aralar no está a favor de algunos proyectos emblemáticos, como la incineradora y, sobre todo, la 'Y' vasca. También resuelve la gobernabilidad de Vizcaya, a favor del PNV, 28 junteros, así como la mayoría en el Ayuntamiento de Bilbao. En Álava, sin embargo, ni en la Diputación ni en el Ayuntamiento de Vitoria salen las cuentas y, en este territorio, desde esta lógica, la disputa (¿y el arreglo?) estaría entre el PP y PSOE.

La otra alternativa sería la conformación de gobiernos plurales entre el PNV y el PSOE. Resolvería la gobernabilidad de Gipuzkoa, aunque habría que dilucidar quién sería el diputado general. En Vizcaya, de nuevo todo está claro: el PNV guardaría la Alcaldía de Bilbao y el diputado general. En Álava podría desbancar al PP del poder, con el diputado general del PNV y el alcalde de Vitoria del PSOE. Esta segunda solución tiene el inconveniente de dejar un tanto desairado al Gobierno Vasco y a su lehendakari, que entraría ya, en la práctica, como un Ejecutivo en funciones, así como al sector del PNV que manifiestamente ha sido el gran perdedor en estas elecciones, el que convencionalmente se identifica con el «sector Egibar». Sin embargo, personalmente creo que es la mejor solución. Básicamente porque visualiza el pluralismo y la centralidad de la sociedad, en estos difíciles momentos de la política vasca, esclava de una pinza (desigual por supuesto, pero pinza al fin y al cabo), entre una ETA que no ha dicho que va a dejar de matar (dejémonos de eufemismos), una izquierda abertzale reforzada y aguerrida y un PP, fortalecido también, al que, hasta ahora al menos, le está resultando rentable haber colocado el tema del terrorismo en el centro, cuando no como el único argumento de su política. En segundo lugar, y como corolario a lo anterior, es preciso un liderazgo fuerte en la sociedad.

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Si mi análisis es correcto, el PNV, más que haber perdido muchos votos en estas elecciones, no ha conseguido que fueran a las urnas sus votantes. Muchos de ellos se han quedado en casa. Esto es particularmente llamativo en Gipuzkoa. Desorientados al ver que dos diputados generales que han funcionado razonablemente bien, Sudupe y Txabarri, han sido eliminados por una dirección más propia del centralismo democrático de la antigua URSS que de la pretendida democracia interna del PNV. Además, a uno de ellos, Sudupe, lo situaron, incomprensiblemente, como candidato a la Alcaldía de San Sebastián y, a media legislatura, se tuvo que ira a casa desairado por la dirección de su partido en Gipuzkoa. Añádanse los rifirrafes con el primer candidato propuesto a diputado general y, si aún era poco, el asunto de Hacienda en Irun. Poniendo la guinda, EA que decide caminar en solitario haciendo bueno el título del relato de García Márquez, «crónica de un suicidio anunciado».

Que me perdone el PSE-PSOE, pero más que ganar las elecciones (que las han ganado, sin duda alguna), las han perdido el PNV y EA porque muchos de sus electores potenciales se han quedado en casa. El nacionalismo necesita hacer, como se decía en los tiempos de JEL (Dios y leyes viejas), un profundo examen de conciencia y superar el dolor de contrición con un serio propósito de enmienda.

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Otro dato clave de estas elecciones es la evidencia de que Batasuna sigue viva. No vamos a abrir el debate de la ilegalización, pero si algo está claro es que Batasuna, bajo la denominación de Partido Comunista de las Tierras Vascas (¿hay que denominarse así en el siglo XXI!), está en el Parlamento Vasco y, bajo la fórmula de ANV, en los ayuntamientos. Serán los suplentes, si se quiere, y el entrenador no podrá dirigir la contienda desde el banquillo sino desde el palco con un móvil. Pero ahí están. Han logrado colocar a 337 electos en la CAV y 100 más en Navarra, y apuntarse, según su lectura de los votos nulos, otros 258 en la CAV y 24 en Navarra. Batasuna, por si alguno no se había enterado, ha estado siempre en la sociedad vasca y ahora está también en las instituciones, lo que a mi entender no es, en absoluto, mala cosa, pero es malísima que estén en la forma en que han llegado. El president Pujol, en una excelente conferencia titulada «Defensa y elogio de la política. Grandeza y miseria de la política», pronunciada cuando aún ejercía el poder, subrayaba entre las cualidades del político la del coraje: «El coraje de la impopularidad de los tuyos (...) el coraje que es necesario para trabajar para las próximas generaciones y no solamente para los próximas elecciones. El coraje que se necesita para tomar decisiones que no serán agradecidas, sino todo lo contrario» (Ed. Generalitat de Catalunya, 2002, página 20-21).

Sí, en este momento la sociedad vasca necesita un liderazgo fuerte y con amplio respaldo. Un respaldo plural. Pienso en José Antonio Agirre, en Juan de Ajuariaguerra. La pelota está, básicamente, en el alero del PNV. Seguro que han adivinado en quién estoy pensando.

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