Remiro levanta a Brais tras ganar al Espanyol en presencia de Txurdin José Mari López
Dale Cavese

Música celestial

Esta Real, como la campeona de Liga y la de Vela y Griezmann, generará adeptos, como el padronés Dani, más allá de la muga de Gipuzkoa

Ángel López

San Sebastián

Martes, 11 de febrero 2025, 06:46

Se dice que cada noche que gana la Real, cuando reina el silencio en las calles, se puede escuchar a lo lejos, como el canto de un ave nocturna, música de trompeta. Nadie sabe de dónde viene porque si uno agudiza mucho el oído la ... puede oír incluso desde un refugio de montaña. Quizá fue más perceptible en las horas posteriores a la final de Copa del 3 de abril de 2021 y no por el toque de queda reinante. Pero también se sintió durante la noche del pasado domingo, tras la sufrida victoria ante el Espanyol. Quizá sólo la percibieron los más sensibles a la causa txuri-urdin.

Publicidad

Esa música viene de muy arriba. Quizá la esté entonando Dani, gallego de Padrón al que se lo llevó por delante la maldita leucemia hace ya una década, cuando sólo tenía 15 años. Por nacimiento y sentimiento, este músico en ciernes era del Dépor, pero no podía ocultar una cercanía afectiva, una emoción, por la Real Sociedad. Futbolero pero hastiado del duopolio de los dos clubs más poderosos, se enamoró del fútbol vertical y en ocasiones mágico de la Real de Griezmann, Vela y Prieto, que, paradójicamente, obtuvo el billete para la Champions en el mismo partido en el que envió a su Dépor a Segunda.

Cuando comenzaron a asomar los primeros síntomas de la enfermedad que le arrancó la vida, firmamos un pacto de caballeros. El arriba firmante le enviaba una camiseta de la Real firmada por todos los jugadores que él admiraba y tenía que enfundársela, hacerse una foto y mandarla cuando estuviera recuperado. Esa instantánea ni se hizo ni se envió nunca, desgraciadamente. La camiseta, quizá, ni salió de su papel de regalo. Dani la habría gozado, como hacía con los triunfos del Dépor, de la Real y de los buenos momentos con la orquesta, con sus amigos y con sus familiares. Gallegos como Brais, autor del gol del triunfo ante el Espanyol.

El problema es que, envueltos en esta sintonía constante del éxito, quizá se haya perdido la capacidad de oír la música, de apreciar el mérito de esta Real y la dimensión de este periodo histórico de satisfacciones. Se trata de una época susceptible, como pocas antes, de captar adeptos allende los límites de Gipuzkoa.

Publicidad

La Real bicampeona de Liga sembró de 'realzales' toda la península y parte del extranjero y todavía se puede ver a seguidores de 50 y 60 años con la camiseta txuri-urdin en lugares insólitos como el Anfiteatro de Mérida o la Cola de Caballo, en Ordesa. Se jactan de ser realistas de corazón, de lugares alejadísimos de Donostia, y de que su pasión nació con ese grupo de canteranos que atentó contra la ley natural y ganó la Liga dos veces. Odirectamente lanzan: 'Soy de la Real por Arconada'.

Cuando Fran Mérida, con 17 años, vino cedido del Arsenal a la Real de Segunda dijo que se decidió por el club de Anoeta porque había crecido viendo los goles de Darko y Nihat en la campaña del subcampeonato y se hizo hincha. Soñó con ese título. Y a Dani le sucedió con ese equipo que llegó a jugar con brillantez dirigido por Illarramendi. Son 'Reales' que dejan huella, como esta de Imanol, la de la Copa y la de la presencia constante en Europa.

Publicidad

No obstante, no todos escuchan o aprecian las notas afinadas que llegan desde un lugar desconocido en las noches de triunfo. Qué pena. Siempre que gana la Real, para algunos parece ser 'victoria, pero...'. Quizá llegue el momento en que no escuchemos la música. Hasta entonces, 'tócala otra vez, Dani''.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad