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Malos tiempos para la lírica de los que veían el ocaso de esta Real europea de Imanol y del capitán. Sin alardes, cerrando la puerta de atrás y ajustando sus piezas, la escuadra txuri-urdin va cogiendo su velocidad de crucero. El triunfo en Girona ... ratifica su evolución y su progresivo retorno a la normalidad de los últimos años: victoria por la mínima con gol de Oyarzabal, lo de toda la vida. Imanol va a seguir dando prioridad a LaLiga hasta que el equipo no se instale en la zona noble, relegando a un segundo plano a una Europa League en la que ya urge un triunfo. Otra rotación múltiple en Belgrado ante el Maccabi resultaría ya una temeridad difícil de entender, como el estar batallando durante toda una Liga de 38 partidos por entrar en una competición a la que luego se le concede una relevancia mucho menor.
Son ya siete puntos de nueve en Liga y brotes verdes que hacen recuperar la esperanza en que esta campaña también puede tener final feliz. Uno de ellos es el rendimiento de los nuevos fichajes. El personal vio las orejas del lobo con la marcha de Le Normand y Merino, dos futbolistas de primer nivel que se hicieron gigantes luciendo la zamarra txuri-urdin, pero el paso de los partidos ha evidenciado que sus vacantes están muy bien cubiertas. Aguerd juega como si llevara una década en la Real y a veces va tan sobrado que parece que se le queda chico el puesto de central; le dan arrebatos de conducir el balón 50 metros o llegar al área rival. Y luego está Luka Sucic, que puede convertirse en el gran robo, o chollo, del verano.
Ojo con el croata. Imanol prescindía de él al inicio porque decía que le faltaba el visionado de vídeos. Ahora tiene pinta de que cuando el entrenador le ponga un mes a cabecear balones, drones y helicópteros en Zubieta y le convierta en un ganador de duelos, los 10 millones que costó van a ser irrisorios. Eso lo puede adquirir, igual que la necesaria sincronización con sus compañeros, porque la clase con la pelota y el misil en su zurda ya los tiene. Le faltan tres escuadrazos más como el del partido ante el Atlético y más solvencia en el juego aéreo para terminar de quitarnos de la cabeza la chistera del 'conde' Merino.
Sucic no oculta que su sueño es seguir los pasos de su compatriota y tocayo Modric y vestir algún día la camiseta del Real Madrid, el equipo de una infancia vivida en Austria pese a sus genes bosnio-croatas. La explosión de la Real de Imanol y su estilo inconfundible le hicieron rechazar otras propuestas como las del Inter, la Roma o la Lazio y ahora, con 22 años recién cumplidos, a la Real sólo queda sacar partido de ese fútbol que desprende antes de que, probablemente, se lo lleven por una cantidad que multiplique la inversión realizada en él. Los 70 millones de su cláusula son el escudo. Como cantaba Suzanne Vega antes de que sus padres huyeran de la guerra en Croacia, 'My name is Luka'. Y ahora es de la Real.
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