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Alos que tienen el corazón txuri-urdin no les hacen falta recordatorios ni suplementos para alimentar su pasión. Bienvenidos son cuando llegan, pero no se ... necesitan títulos ni grandes logros para apuntalar ese sentimiento. Porque siempre está ahí. Y, como en las bodas, aflora en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, en la victoria y en la derrota. Y hasta en el empate. No, lamentablemente, la Real no disputará la final copera de Sevilla del día 26. Pero a todos los realistas se les salía el corazón del pecho de puro orgullo la noche del martes por ver a los suyos competir, dejarse el alma y acariciar un sueño hasta el último aliento en el Bernabéu. Hay tristezas alegres. Hay eliminaciones constructivas. Hay noches de derrota (o empate) que llenan incluso más que victorias y títulos. '¿Por qué somos de la Real?'. La habitual pregunta infantil a la ama o el aita obtiene su respuesta en partidos como éste.
Sí, cayó la Real, pero lo hizo de pie, batallando 120 minutos, regando de sudor el césped, equivocándose y levantándose. Con 10 canteranos y medio millar de aficionados saltando de espaldas en la grada, con media provincia pendiente de la tele y del móvil, con el alma en vilo. Las lágrimas de Aihen son las de todos los realistas. El jugador que es aficionado. El aficionado que siente como el jugador. Agirretxe y Gorka Elustondo se bebieron la previa en las calles de Madrid, en los bares de poteo llenos de camisetas txuri-urdin, como dos hinchas más. La arenga de Oyarzabal a los jugadores en el descanso de la prórroga, el sufrimiento inhumano de Imanol en el banquillo, el dolor infinito de Zubimendi en su rodilla para seguir en el campo, el compromiso de Kubo en defensa… Este partido, sus minipartidos y las intensas emociones lo van a convertir en inolvidable. Y eso que la Real terminó claudicando ante un Madrid plagado de estrellas. Los niños, camisetas txuri-urdin en ristre, vencieron el sueño para llegar al último minuto de la prórroga. Y se fueron llorando a la cama. Muy Real.
Nuestra Real. Y poco importa el ninguneo. Captaron a aficionados del Madrid que no sabían contra quién jugaban a las puertas del estadio. Cero preguntas de 17 a Ancelotti sobre la Real en la previa. Carletto no pronunció el nombre de su enemigo. Denunciaron la entrada de Olasagasti a Vinícius sin saber decir su nombre. Y qué mas da. No sabrán ni cuándo es la final.
Esto es la Real, amigo, donde una eliminación también es motivo de orgullo. La nuestra. Sentimiento de pertenencia. O se siente o no se tiene.
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