El 13 de febrero de 2020 la Real Sociedad se clasificó para disputar una nueva final de la Copa del Rey. Demasiados años de espera, 34 nada más y nada menos, para que la locura txuri-urdin no se desatara en Gipuzkoa. Todo fue alegría, ... ilusión y orgullo. Mucho orgullo, en azul y blanco claro. Sin embargo, la mayor crisis sanitaria mundial del último siglo obligó a suspender el partido que estaba programado para jugarse en el estadio de La Cartuja de Sevilla el 18 de abril de 2020. Tocaba esperar. La propuesta de retrasar la final hasta que la situación sanitaria permitiera a la afición txuri-urdin viajar a la capital andaluza era lo adecuado. Tampoco un año después fue posible para desesperación realista. El maldito Covid-19 volvió a reclamar protagonismo en primavera de 2021 y la tercera ola de la pandemia hizo imposible el desplazamiento de aficionados realistas a Sevilla. La final de la Copa del Rey ante el Athletic Club se iba a jugar sin aficionados. ¡Qué tristeza! Al menos la previa más larga de la historia de nuestro club tenía fecha de caducidad. El partido se iba a jugar el 3 de abril de 2021. Es decir, un sábado como este hace un año estábamos a unas horas de la gloria... o del infierno. Del resultado que nos acompañará toda la vida, del derbi más importante de la historia. De la final que ganamos a nuestro eterno rival. Real Sociedad 1-Athletic Club 0 y la Copa del Rey para Gipuzkoa. Tal y como predijo el mito Luis Arconada en el suplemento especial que publicó El Diario Vasco, «es una final y hay que ganar el partido». Asier Illarramendi y Mikel Oyarzabal, presentes en el reportaje realizado por Iñaki Izquierdo, en el que el irrepetible capitán junto a Larrañaga pronunció esas palabras, tomaron buena nota y cumplieron.
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Cumplieron en un partido que tal y como dijo Jesús Mari Zamora, autor de otro gol legendario para la Real, «se parece al que jugamos nosotros en 1987 en que hay un balón. Nada más». Álvaro Vicente reunió en los días previos a la final al propio Zamora, Dadie, Gajate, López Ufarte y Gorriz para que recordaran cómo fue su final del 87 ante el Atlético de Madrid y conocer sus sensaciones de cara al partido de La Cartuja. El gran 'Bixio' Gorriz fue claro y, como casi siempre, dio en el clavo: «Hay que minimizar errores. Perdimos la final de Copa de 1988 en un córner». En La Cartuja, la Real no cometió fallos y el Athletic apenas inquietó la meta de Álex Remiro.
Hablando de los campeones de 1987, hay que recordar siempre a John Benjamin Toshack. El técnico galés, que se recupera en su casa de Barcelona del coronavirus que le ha mantenido varias semanas en la UCI, reconoció a Iñaki Izquierdo que aquel partido, en la asfixiante Zaragoza, fue el «más importante que tuve como entrenador en España». Al igual que el de 34 años después en Sevilla, la final acabó con victoria txuri-urdin. Toshack fue el guía de aquel equipo que ganó en los penaltis al Atlético de Luis Aragonés. Aquel título fue la guinda de una generación irrepetible en la que contaban todos, afirmaba en el suplemento el compañero Álvaro Vicente. Desde mitos como Arconada, López Ufarte o Zamora hasta secundarios imprescindibles como Martín Begiristian o los recordados Musti Mujika o Sagarzazu.
También fueron protagonistas en DV esos días previos a la final varios de los hijos de aquellos jugadores que tocaron la gloria en La Romareda en el 87. Los hijos e hijas de, entre otros, Luis Arconada, Luis Fernando Dadie, Javier Zubillaga o Joxe Mari Bakero recordaban cómo fue la final que ganaron sus aitas. Las hijas de Dadie, Naroa y June, contaron que su padre «no le dijo que iba a ser titular ni a nuestros aitonas». Sorpresas de Toshack para la gran final.
Un técnico que para los aficionados más jóvenes, para las nuevas generaciones de realistas, debería ser una de las leyendas de la Real. Muchos socios y aficionados de la Real menores de 40 años jamás habían visto al equipo de Anoeta en una final. Es el caso de Iker Monterde. Con sus 14 años del año pasado, reconocía que «a nuestra generación nos hace ilusión ver a la Real ganar un título. Desde el partido de Miranda de Ebro solo pensaba en la final». Un buen ejemplo de lo que sentimos todos los realistas. Junto a Iker, un veterano como Juan Martín Quintanilla, no dudaba en afirmar que aún, a sus 87 años, «hay días que después del partido no descanso bien por el berrinche que tengo». Tras el partido de La Cartuja seguro que le costó dormir, como a todos los realistas, pero ¡bendito insomnio!
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Iker y Juan Martín son el ejemplo de una afición que se volcó desde casa en las horas previas a la final. Balcones con banderas y globos, comercios engalanados de txuri-urdin, todo con tal de apoyar al equipo. En esto tuvieron mucha importancia las peñas. Desde los aficionados de Antsoain, Bizkaia o Madrid hasta los de Andalucía, Londres o Iparralde mostraron en DV su confianza en la victoria del equipo entrenado por Imanol Alguacil. ¡Y qué decir de los cientos de aficionados que se acercaron hasta este periódico para retratarse con los colores de la Real! Familias enteras, cuadrillas, compañeros de trabajo, aitonas, nietos, padres, madres, clubes deportivos, peñas, sanitarios, músicos... todos entonaron bien alto el 'Goazen Reala!' que llevaba por título aquel histórico suplemento que hoy rescatamos.
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