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José Bordalás, entrenador del Getafe, tiene un método particular para mantener en forma a sus jugadores y, de paso, impedir que tras los periodos vacacionales o después de los parones ligueros se presenten en el Coliseum Alfonso Pérez con algún que otro kilo de más. Los futbolistas del Getafe se someten a un examen diario para controlar su estado físico. Bordalás no perdona. El jugador llega al vestuario, saluda al cuerpo técnico y se sube a la báscula bajo la atenta mirada del entrenador y de uno de los miembros de su staff, que anota a mano la cifra y controla la evolución durante la semana. «Es imposible engañarle», reconoció en su día el portero Marcos Lavín, que compitió con David Soria y Chichizola en la temporada 2019/20 y ahora juega en el Algeciras.
Quizá ahí, entre otros factores, esté el secreto para que Borja Mayoral, actualmente lesionado, pasase de querer irse a llevar ya quince goles en Liga. Que Latasa, que no contaba en su día para Quique Sánchez Flores –actual entrenador del Sevilla– sea ahora titularísimo, o que el mediopunta inglés Mason Greenwood, después de dos años de inactividad, juegue como los ángeles después de sólo unos meses a las órdenes del alicantino, o que el centrocampista serbio Nemanja Maksimovic recupere más balones que nadie en toda la Liga.
Todos los jugadores son conscientes de los riesgos que corren si no cumplen sus órdenes a rajatabla. Las consecuencias, si te has despistado y superas el límite de peso, son varias. Una de las más curiosas la cuenta un futbolista que ya no está en el equipo durante su estancia en el club madrileño. «El jugador que se ha pasado de peso tiene que entrenarse con un chaleco con la misma cantidad de kilos que le 'sobran'. Si llegas al entrenamiento después de un par de días libres con dos kilos de más, tendrás que realizar la sesión de trabajo con una prenda de dos kilos».
A juicio de Bordalás, es un castigo con doble sentido. Además del toque de atención, provoca que el deportista sufra más y corrija cuanto antes ese déficit de kilos 'extra'. Además de ese correctivo, el infractor puede llevarse una sanción deportiva, como no jugar el fin de semana y, en determinados casos, también económica, con multas estipuladas para quien no cumpla los estándares marcados por el técnico valenciano. Bajo esa premisa, todos los futbolistas cuidan al máximo su alimentación.
Desde que Bordalás empezó a implantar esta dinámica, hace más de una década, sus jugadores han vivido situaciones de todo tipo y han tratado de 'regatear' los castigos... «Para intentar estar bien en el peso, nunca cenaba. Merendaba un poquito al despertarme de la siesta y no comía hasta el día siguiente. Todo su cuerpo técnico está delante cuando te pesa, así que no le puedes mentir. Como te pases...», dijo en su día Dani Abalo, que estuvo a las órdenes de Bordalás en el Alavés en la temporada 2015/16, que concluyó con el ansiado ascenso a Primera División.
Juan Cala, uno de sus jugadores más fieles en la primera etapa del técnico en Getafe, también guarda un buen número de anécdotas . «El primer día que llegó a la Ciudad Deportiva nos dijo que nos sobraban 100 kilos. Se refería a que cada uno tenía dos o tres de más que debía perder. Es un enfermo del peso. Pero todo el mundo empezó a adelgazar, claro», aseguró.
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