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No fue el mejor broche a la temporada pero tampoco se le puede dar más importancia de la que tiene. La Real perdió en casa ante el Atlético en su adiós en un partido en el que hay que valorar que llegó con los deberes ... hechos por tercer año consecutivo, algo que tiene mucho mérito. Porque no es ya haber conseguido el objetivo, sino hacerlo con una jornada de antelación convirtiendo la última cita en poco menos que un trámite. Es verdad que jugar en casa siempre obliga un poco más al local que al visitante, pero no es menos cierto que la derrota no puede empañar un curso más que notable.
La descompresión después de nueve meses peleando sin tregua en cada uno de los partidos se notó el sábado en el Reale Arena pero al conjunto colchonero también le pasó algo igual la semana anterior cuando Osasuna le goleó por 1-4 en el Metropolitano. Y se trata de un club con el tercer mayor presupuesto de la Liga y que con Simeone nunca ha caído de los puestos de Champions.
El calendario, que desde hace unos años ya no se sortea sino que se establece a mano, siempre depara para la Real finales exigentes en su última jornada. La idea de LaLiga es que se midan equipos con parecidos objetivos para evitar adulterar la competición con resultados extraños entre rivales que aún tienen algo en juego con otros que no, por eso diseñan una despedida de campeonato así. En las últimas cinco temporadas ha cerrado el curso en una ocasión en el Metropolitano, otras dos veces ante el Atlético en Anoeta y la pasada campaña contra el Sevilla en Donostia. Es decir, ya de por sí la jornada 38 nunca va a resultar sencilla.
En el caso de Imanol, además, tuvo que gestionar una situación en la que tenía lesionados a varios titulares como Zubeldia, Zubimendi y Galán, y en la que quiso reservar a los internacionales que tienen que jugar en junio la Eurocopa, jugadores que han soportado una carga importante de partidos esta temporada y que han llegado cascados a mayo. Fueron los casos de Le Normand y Merino. A Oyarzabal, que también ha jugado mucho, le sacó en el minuto 67 para buscar el empate.
Al margen del valor sentimental de despedirse de la afición con un buen sabor de boca, en lo tangible había dos alicientes por los que pelear. El primero era el Trofeo Zamora con Remiro, aunque estaba muy complicado porque pasaba porque no encajara ningún gol ante un Atlético siempre exigente y que después Unai Simón y Ter Stegen no hiciesen lo propio contra Rayo y Sevilla. El segundo era llegar a los 63 puntos, una cifra que sería la segunda mejor de Imanol en las cinco últimas temporadas en la que ha entrenado el curso completo. Pero no se pudo conseguir ni una cosa ni otra.
Al final ha acabado la temporada con 60 puntos, una marca que figura en el top-8 txuri-urdin desde que la Liga está formada por 20 equipos y la victoria vale tres puntos, algo que ocurrió en la temporada 97/98. Desde entonces solo ha superado siete veces la barrera de los 60 puntos, lo que refleja lo que supone conseguir una puntuación tan alta.
El récord lo tiene Denoueix con 76 puntos en 2003 cuando fue subcampeón después de pelearle la Liga al Real Madrid hasta la última jornada. La segunda mejor marca fueron los 71 puntos conseguidos el año pasado que sirvieron para entrar en Champions después de haber estado hasta la jornada 23 tercero en la clasificación, plaza que cedió posteriormente al Atlético de Madrid para defender la cuarta del acecho del Villarreal y el Betis. Completa el podio aquel equipo de Montanier que en 2013 también entró en la Champions con 66 puntos después de hacer una segunda vuelta magnífica liderado por Griezmann y Vela.
A partir de ahí hacia abajo, la puntuación obtenida mereció posición de Europa League, como fue el caso de los 64 puntos con Eusebio en 2017 que le valieron la sexta posición, los 63 de Kraus en 1998 para ser tercera y los 62 logrados en 2021 y 2022 con el propio Imanol para ser quinto y sexto, respectivamente. La actual marca de 60 puntos sería la octava en los últimos 27 años, algo que no está nada mal teniendo en cuenta que se ha conseguido en un curso en el que ha habido ocho partidos de Champions y siete más de Copa al alcanzar las semifinales de Copa.
De esas siete mejores puntuaciones, las obtenidas por Krauss, Denoueix, Montanier y Eusebio fueron sin jugar en Europa y cayendo en la Copa muy pronto. Con Krauss en tercera ronda, en las dos siguientes ocasiones a las primeras de cambio y con el vallisoletano en la segunda eliminatoria. Es decir, que disputaron entre 39 y 44 encuentros oficiales cuando esta temporada se ha ido hasta los 53 partidos oficiales.
Las tres restantes ocasiones en las que se ha ido por encima de la puntuación actual ha sido jugando en Europa y con el propio Imanol en el banquillo en los tres últimos años. Para encontrar algo parecido a lo realizado esta temporada desde el trasvase a Anoeta en 1993 hay que ir a la temporada 13/14 con Arrasate, en la que también disputó 53 partidos y fue séptima en la clasificación con 59 puntos. La diferencia es que entonces los ocho encuentros de Champions fueron los dos de la previa y los seis de una fase de grupos en la que la Real solo consiguió un punto merced al empate frente al United en casa. Ahora ha sido primera en la liguilla sin perder un partido y con 12 puntos y la eliminatoria no ha sido de previa sino de octavos de final ante todo un PSG. Así que los 60 puntos en Liga no pueden caer en saco roto a pesar de la derrota en la última jornada.
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