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Este domingo hace un año -también- estábamos preocupados. No sabíamos si Imanol iba a apostar por Januzaj o por Portu en la banda derecha. ¿Willian José o Isak? Preguntas que nadie sabía responder, porque solo unos días despúes la Real Sociedad jugaba en Anduva ... un choque trascendental. En las calles también se hablaba de una enfermedad llamada coronavirus, pero todavía no se le daba demasiada importancia...
Aquel viernes 28 de febrero de 2020 acudieron al estadio Reale Arena 30.611 personas para disfrutar de una Real Sociedad en estado de gracia, que se medía a un Valladolid en apuros. Ganaron los txuri-urdin con un solitario gol de Januzaj. Bien. Lo que tampoco se sabía era que, hasta la fecha, ese iba a ser el último choque con público en el coliseo donostiarra. Un año después, ya nada es lo que era. La prohibición expresa de las autoridades de que se produzcan aglomeraciones para evitar la propagación de la Covid-19 hace que imaginar un Anoeta lleno entre en el terreno de lo utópico. Lo que antes era ordinario hoy sería extraordinario. Y eso, además del perjuicio deportivo y económico para el club, es sobre todo una losa terrible para la hostelería de los alrededores.
Lo sabe bien Xanti Munduate, responsable del restaurante Xanti: «claro que nos ha afectado, y mucho además». Doce meses después de la última tarde loca de trabajo por un partido, afirma que «si no hay fútbol el negocio va para abajo, como es lógico. Era un incremento más para la caja que ya no está. Lo que queremos es que vuelva la normalidad cuanto antes». ¿Cómo era un día de partido para ellos? «Había muchísima gente. Teníamos el bar lleno, la terraza llena, el ambiente en los aledaños estaba muy bonito... Ojalá recuperemos ese ritmo de trabajo pronto», confiesa este hostelero de Donostia, que agrega que «los partidos eran un extra importante. Económicamente ha sido un año muy complicado. Ahora trabajando aquí estamos solo los de casa, todos los demás están con el ERTE».
La plaza Ferrerías del donostiarra barrio de Amara era un hervidero de gente en las dos horas previas a cualquier partido de la Real. Cientos de personas se reunían en los bares de la zona para departir tranquilamente con una cerveza en la mano y calentar como es debido la previa. Algunos de esos hinchas iban al Arkupe, donde detrás de la barra atiende a este periódico Carla Vasile. «Se nota muchísimo lo del público. Por ejemplo, veo que los futboleros han perdido un poco de pasión, al menos esa es mi sensación», relata. Se refiere a «la emoción de la previa, la ilusión, los amigos, la música... Todo eso lo vivíamos nosotros también detrás de la barra». Y es que aunque puedan ir a ver el encuentro por televisión, «no es lo mismo. Estamos obligados a cerrar a las ocho y eso también afecta mucho. Noto tristeza en la gente, hemos perdido mucho ambiente», confiesa Vasile.
El tema económico, obviamente, les trae de cabeza. «Nos ha matado, a todos. Esos dos o tres días al mes de partido era lo que hacía que la caja se levantase un poco más. El panorama se ha complicado aún más», revela esta camarera, quien añade que «estamos con el 'modo supervivencia' activado desde hace meses. Vamos tirando como podemos».
A solo unos metros se encuentra el bar Maite, sede de la peña Maite Taldea. «Ya no creo que se llene el campo este año, ¿no?», pregunta Arben Aliu, el responsable del local. Ahora mismo ese escenario es improbable. «Llevo aquí 12 años trabajando y he vivido infinidad de previas de partidos. El ambiente aquí era increíble. Nos ha afectado muchísimo que ya no puedan ir al estadio los aficionados», admite Aliu. La celebración de un partido de Liga podía ser un maná: «cuando las cosas iban mal el fútbol te daba ese empujoncito, te salvaba el culo. Pero ahora ya nada», apunta con enfado. Con una notoria merma de ingresos han tenido que seguir cumpliendo con muchas obligaciones: «Estamos pagando 500 euros por poder dar por la tele los partidos y luego viene poca gente a seguirlo aquí...», remarca Aliu, quien recuerda con nostalgia «los pintxopotes, las cuadrillas de 15 personas... ahora te vienen como mucho tres o cuatro personas». Todo esto, además, en un año en el que ha habido también competición europea. «Estamos perdiendo mucho dinero», sentencia.
Igor Montalvo es uno de los nombres propios de la crisis que está atravesando una hostelería que vivía, al menos en parte, de los partidos del club txuri-urdin. «Cogí este local -el Bar Gol Donostia- una semana antes de que se declarara el estado de alarma», arranca reconociendo este hostelero. No llegó a vivir como responsable del Bar Gol Donostia el ambiente previo a un partido de la Real. «Qué va, no sé lo que es. La gente me dice que es flipante, como un festival de rock, a lo loco, pero desgraciadamente no lo he vivido desde detrás de la barra», apunta resignado entre risas.
Con un futuro a corto plazo cogido aún con pinzas, Montalvo lanza un mensaje de esperanza: «si hemos aguantado hasta ahora, a peor creo que ya no podemos ir, ¿no? Porque ya nos han cerrado varias veces con unas condiciones un poco así, así: que si solo para llevar, que si esto, que si lo otro...». Doce meses después, la hostelería aguanta como puede las embestidas de la pandemia y de las normativas sanitarias de turno. «Estos meses hemos estado como 'Rambo', con el cuchillo entre los dientes y aguantando como podemos. Por pocas personas que dejen entrar al campo será bienvenido por nosotros, sin duda». Llegará el día en el que lo que hoy es extraordinario volverá a ser ordinario.
La prohibición de la entrada de público a los grandes eventos deportivoss, como lo puede ser un partido de la Real Sociedad, también ha hecho mella en los transportes públicos. Así, según apuntan desde Euskotren, «estimamos que cada partido que la Real Sociedad (masculino) juega sin público en el Reale Arena supone una pérdida del 84% de personas viajeras; una media de 9.160 entradas y salidas menos en Anoeta por partido». Explican que se coge como referencia el estadio donostiarra porque «es a esta estación donde llegan los servicios especiales previos al partido (trenes procedentes de Altza, Hendaia, Lasarte-Oria y Amara) y salen los que llevan a la afición de vuelta a su casa (servicios especiales hacia Lasarte-Oria, Hendaia, Altza y Zumaia).
Igualmente, aclaran que «la utilización de los servicios especiales que Euskotren destina a los partidos de la Real Sociedad fluctúa en función de la propia asistencia al estadio. La suma de usuarias y usuarios es, por tanto, variable y se ve afectada por cuestiones ajenas a Euskotren como el día y la hora del encuentro, las inclemencias meteorológicas, la propia marcha del equipo, el campeonato que se esté disputando...».
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