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Parte de la plantilla de la Real Sociedad en septiembre de 2013 en el areopuerto de Hondarribia. Mikel Fraile

El exfutbolista de la Real Sociedad que trabaja de operario en una fábrica y no perdona a Griezmann

Después de cuatro temporadas en el club txuri-urdin, hoy en día vive alejado del fútbol aunque recuerda con cariño su paso por San Sebastián

J. F.

San Sebastián

Jueves, 6 de febrero 2025, 18:08

La vida tras una carrera como futbolista profesional puede cambiar mucho, una vez alejado de los focos y de la atención mediática, especialmente para los jugadores que no han llegado a triunfar en equipos de primer nivel. Es el caso del exjugador de la Real Sociedad, Liassine Cadamuro, quien ha dado un giro radical a su vida tras su retirada. El que fuera defensa del equipo donostiarra ahora trabaja como operador en una planta de producción de plásticos PVC en Marsella (Francia).

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En una entrevista concedida a Relevo, Cadamuro, quien creció en Toulouse y llegó a la Real Sociedad con 19 años, recuerda su paso por el club txuri-urdin con cariño. Después de jugar con el Sanse, debutó en el primer equipo junto a jugadores como Asier Illarramendi, Alberto de la Bella, Claudio Bravo, Rubén Pardo, Antoine Griezmann o Carlos Vela. Sin embargo, no logró la continuidad que esperaba y, tras un tiempo, se marchó del club. Además de su paso por la Real Sociedad, equipo que abandonó tras la temporada 2015-16, jugó también en Osasuna, Mallorca, Nástic de Tarragona o Nimes.

Según sus propias palabras, la fama, la gente malintencionada y la falta de confianza fueron factores que le llevaron a buscar un cambio de aires. «Soy operador en una planta química, es una oportunidad que me ha dado un amigo, que sabía cuál era mi situación. Estuve durante siete meses haciendo deporte para guardar un poco la forma, pero soy como un león en una caja, que no me vale si yo no hago nada de mi vida. Estar en casa y no hacer nada no me interesa», explica. A continuación añade que ha visto a muchos jugadores «en esta situación, que lo que han ganado en su carrera lo han perdido directamente porque han dado su confianza a gente a la que no tenía que dársela. En este mundo hay mucha gente que está a tu alrededor y no son de confianza».

Cadamuro señala que aceptar ese trabajo tras formarse durante siete meses ha sido todo un reto: «ha sido complicado, pero ahora no me arrepiento de nada al contrario». De sus años en el fútbol recuerda que lo que no le gustaba era «la fama, la gente que venía alrededor, malintencionada, y eso me generaba desconfianza. Me gustaba hacer una vida a mi manera, tranquila, con mi familia, una vida sencilla, como soy yo».

La relación con Antoine Griezmann

Otro tema que toca el exfutbolista es el de su relación con el que fuera su amigo en aquella Real Sociedad que acababa de ascender a Primera, Antoine Griezmann. Ambos procedían de Francia y tenían una relación muy cercana, «estábamos juntos todos los días», recuerda. «Antes le llamaba 'Antu', ahora digo Antoine Griezmann, porque no tenemos nada en común», explica. Tras el fichaje de Griezmann por el Atlético de Madrid, Cadamuro le envió un mensaje de felicitación que nunca fue respondido. Este hecho marcó el final de su amistad. Cadamuro lo cuenta así: «vi que lo había leido, pero no me contestó. Y nada más. Se acabó así. ¿Qué he hecho? ¿qué le he dicho? Él sabrá. No sé cómo decirte en español porque es una palabra fea. No voy a correr detrás de nadie, nunca lo he hecho en mi vida».

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Cadamuro y Griezmann durante la pretemporada de la Real Sociedad en la temporada 2013-14. M. G.

El fútbol ya no es su prioridad, aunque sigue siendo una pasión, y guarda buenos recuerdos. «Yo he vivido lo que tenía que vivir en el fútbol, he vivido unas emociones increíbles con la Real Sociedad y con la selección de Argelia». También recuerda con sentimientos encontrados que en San Sebastián tuvo momentos buenos pero lamenta no haber recibido la «confianza que necesitaba de los entrenadores».

De su etapa como profesional, recuerda que se le achacó una actitud de «sobrado» en el campo, algo que él mismo reconoce, pero insiste en que así es su personalidad. Reconoce que «mi actitud ha sido mi punto fuerte y mi punto débil al mismo tiempo» y recuerda que «escuchaba a los capitanes y lo que me decían, me acuerdo de las charlas que tenía con Xabi Prieto, con Mikel Aranburu, con Claudio Bravo también, y yo sabía que tenían razón y les decía: 'Lo entiendo perfectamente, pero es una guerra contra mí mismo' Era una guerra que no sabía cómo hacer para corregirlo. No es táctica, no es agresividad, es algo mental y eso es muy complicado para corregirlo».

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