A medida que se acerca la final del 3 de abril es inevitable que se agolpen en mi cabeza los recuerdos de aquella noche del 27 de junio de 1987 en Zaragoza. Por muchos años que pasen y por más que vaya cumpliendo, algunos pasajes de aquel día permanecen inalterables en mi memoria. El calor, aquel fondo txuri-urdin en La Romareda, los goles de Roberto y de 'Txiki', Arconada, cómo no... Qué partido jugamos, qué equipazo teníamos. Han pasado 34 años de aquello y volvemos a estar en el mismo punto, ante una gran final, con un equipazo capaz de jugar un señor partido en La Cartuja. Este título puede ser el colofón al gran trabajo que está realizando Jokin Aperribay al frente del club. Recuerdo perfectamente a su aita, Joaquín, uno de mis hombres de confianza en aquella directiva, que llevaba el fútbol dentro. Recuperando el espíritu de lo que era aquella Real, confiando plenamente en el trabajo que se hace en Zubieta, Jokin ha vuelto a colocar a la entidad a las puertas de un título. Los aciertos a la hora de fichar a futbolistas como Isak, Merino o Silva han cuajado perfectamente en una base de jugadores de cantera para hacer una plantilla que puede volver a ser campeona. Estamos ante un derbi. Un derbi que también es una final. Y en los derbis y en las finales puede pasar cualquier cosa. Pero de lo que estoy seguro es de que estos chavales saldrán a ganar, con la victoria en la cabeza, y de que nos harán estar orgullosos de ser de la Real.

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