Se ponía en juego la hegemonía del fútbol vasco y el resultado está ahí. Ya no hay excusas, el título obliga. Obliga a la Real Sociedad a defender su nueva hegemonía y obliga al Athletic a rebelarse. No es un desafío menor, refunda una rivalidad ... histórica que amarilleaba desde hace tres décadas, acomodada en su condición de duelo de hermanos, sin las complicaciones de salir al mundo. Sin sus complicaciones, sí, pero sin su altura de miras, cuando en realidad son dos magníficas instituciones frente a frente. Ya no sirve navegar en aguas tranquilas, el mundo está ahí fuera.
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No es de recibo que hayan pasado treinta años para el desafío. Dos instituciones de esta dimensión no pueden permitirse el lujo de décadas de sequía. La Real Sociedad hace un tiempo que rompió amarras con su pasado, segura de que debe proyectarse al futuro, de que su grandeza está delante, no en Gijón. Ahora es campeona, pero no ha alcanzado su destino. La lucha continúa.
reverdecer laureles
El Athletic es un grande, con todas las letras. Y esa es la vara de medir. Porque, evidentemente, el club rojiblanco no va a admitir el estado de las cosas, no puede hacerlo. Tiene una oportunidad de contestarlo dentro de quince días. Con un título. No se está hablando de cualquier cosa cuando se habla de la hegemonía del fútbol vasco.
La Real no tiene derecho al descanso, porque su título de Copa va a ser asediado cada día. Es una pelea que encaja al milímetro con la rivalidad que ambos clubes han mantenido en la era contemporánea, desde que la Real abrazó el profesionalismo tras el ascenso de Puertollano. En estos más de cincuenta años, la rivalidad les ha hecho mejores a los dos. Cuando a la Real le ha ido bien, al Athletic le ha ido bien. Cuando al Athletic le ha ido bien, a la Real le ha ido bien, aunque ayer era imposible conciliar esas realidades.
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Defender la posición de preeminencia ganada ayer por la Real Sociedad va a ser una tarea dura. Habrá grandes dificultades, como las ha habido siempre. Hay rivales poderosos, pero el camino del éxito del club blanquiazul siempre se ha recorrido ante los más fuertes. Ayer el Athletic y antes, para poder alcanzar la final, contra la institución que mejor y de forma más total y absoluta representa el poder, no solo deportivo, sino político y económico: el Real Madrid. De hecho, el palco del Bernabéu es la quintaesencia de la definición de poder. Y allí tuvo que ir esta Real para ganar la Copa. La Real le ha ganado siempre al Madrid. Juanito daba la vuelta de honor en Valladolid cuando Zamora marcó su gol. Para recuperar su estatura, la Real debía ganar a lo grande. Es lo que ha hecho, superando al Madrid y al Athletic.
rivalidad
Al partido le faltó de casi todo -le sobró el poco profesional espectáculo de las expediciones de los clubes a voz en grito desde la grada, como si fueran hinchas y no personas que viajaron porque tenían labores esenciales que desempeñar-, porque el fútbol resultó escaso, aunque casi todo corrió a cargo de la Real. No se esperaba un espectáculo brillante, pero sí fue un acontecimiento de primer rango, porque inaugura una época.
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Permite a la Real Sociedad recuperar su retraso histórico con el Athletic, certificado con un descenso vergonzante y reparado en gran medida en la última década. Necesitaba el refrendo de un título. Pero la verdadera lucha por la grandeza empieza ahora. El Athletic ya está volviendo al ataque. Bienvenido.
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