Final Copa Real Sociedad-Athletic

Cuando el derbi se juega en casa

Rivalidad con cariño. Sin público en el campo, ellos tendrán lo más parecido al ambiente en un estadio: conviven en su domicilio con un aficionado rival

paula soroeta y fernando romero

Viernes, 2 de abril 2021, 15:03

Los salones de algunos hogares vascos se convertirán mañana en pequeñas delegaciones del estadio de La Cartuja. A un lado de la estancia, el marido o la esposa, del Athletic; al otro, su pareja, de la Real Sociedad. Incluso habrá un derbi fraternal, ... con la madre de dos hermanos de Santurtzi como árbitra. Rivalidad casera en su máxima expresión. Ya en los días previos a los enfrentamientos ligueros entre rojiblancos y donostiarras el pique en el seno de estas familias suele ser habitual, pero ha alcanzado su cota más elevada en vísperas de una final de Copa inédita entre dos equipos que suspiran por otro título décadas después. Se pinchan, hay bromas, chanzas, vaciles, nervios y, por supuesto, apuestas. Todo queda en estas casas 'pintadas' de colores diferentes al cincuenta por ciento. También en estos hogares la final está muy igualada.

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Familia Diz-Calegain (Irun)

«En un derbi disfrutamos mucho, no hay odio»

Belén Calegain y Pepe Diz, con su nieto Aday. f. de la hera

Faltan unas horas para que Estrada Fernández decrete el comienzo del partido más importante para guipuzcoanos y vizcaínos, para el que se llevan preparando hace más de un año. Pepe Diz y Belén Calegain son un matrimonio de Irun que ya está calentando motores. Sin embargo, no reman hacia el mismo lado. Él apoyará a los de Marcelino; ella, al conjunto de Imanol. «Ahí andamos, con apuestas de cenas y así, de muy buen rollo, peleándonos un poquito. Tenemos bastante pique», admiten. Ellos también iban a estar en La Cartuja, «teníamos cogido ya el hotel y todo, pero al final no ha podido ser», señala Pepe.

Ambos coinciden en que «la Real llega bastante más fuerte al partido que el Athletic». «Sí, hay que reconocer que llegan un poco mejor», concede él. A pesar de apoyar a los rojiblancos, Pepe asegura que «sí quería que la Real pasara a la final, soy del Athletic pero tampoco soy antiReal». Pero la txuri-urdin no piensa lo mismo: «Yo no quería que pasaran ellos».

«Si pierde la Real duerme en el sofá»; «si pierde el Athletic me voy de casa»

Pese a la gran rivalidad, los derbis siempre son motivo de disfrute. «Cuando hay derbi, el ambiente es muy bueno, nos sentamos todos juntos, tomamos unas cervecitas y luego, depende del resultado, uno se va contento y el otro no», comenta el rojiblanco. La final acabará mal para uno de ellos. «Si pierde la Real, duerme en el sofá, yo no sé a dónde me iría», dice ella entre risas. «Lo que sí sé es que si pierde el Athletic, me voy de casa», añade él.

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Ambos tienen claro quiénes quieren que sean los goleadores. «Espero un 2-1 a favor del Athletic y voto por un gol de Williams, aunque sea de penalti injusto en el 93», desea Diz. «Con un 0-1 me conformo, con tal de ganar... Me gustaría que metiera Isak», replica Calegain.

Familia Zaldua-Salcedo (Donostia)

«Quien pierda irá triste a dormir; pero le daremos un abrazo»

Iñaki Zaldua y Begoña Salcedo, con su hijo Xabier. lusa

En casa de Iñaki Zaldua y Begoña Salcedo, la final se vivirá de forma particular. Él, donostiarra, y ella, vizcaína, empujarán a equipos distintos. Se conocieron cuando estudiaban en Deusto y fue precisamente en un derbi donde «la cosa se animó». «Lo vimos con una cuadrilla en la Parte Vieja. Se puede decir que el derbi ha tenido mucha trascendencia en nuestra vida», apunta Zaldua. Tienen un hijo, Xabier, del Athletic. «Mi mujer ha conseguido que se pase al lado oscuro», bromea el marido. «En casa Iñaki es minoría, pero en la cuadrilla ganan los de la Real», dice ella entre risas. Aunque pueda parecer increíble, «Xabier es socio de la Real y va a Anoeta a ver los partidos con su padre», explica Salcedo.

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También habían planeado ir a Sevilla. «Cada vez que salía una fecha nueva, reservábamos otra vez. De hecho, hemos revisado los correos para asegurar que no teníamos ningún alojamiento cogido», cuenta Zaldua. «Mi madre, que tiene 85 años y ha vivido varias finales del Athletic, también iba a venir. Habría sido muy especial vivir un partido así varias generaciones», apunta la rojiblanca.

Su relación fue a más viendo un derbi en la Parte Viejacon la cuadrilla

Pese a sus diferencias, «lo vivimos dentro de la rivalidad, pero no como enemigos. Compartimos la fiesta», señala Begoña. Iñaki agrega que durante la final «seguro que hacemos algo especial. Luego, a ver cómo nos vamos a dormir porque en casa alguien triste habrá seguro. A quien pierda, le daremos un abrazo».

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A ambos les gustaría ver un encuentro «bonito y emocionante». «Yo firmo un 2-1», afirma ella. «Creo que será un 1-3 y me gustaría que metiera a alguien de la cantera, como Aritz Elustondo, o alguien joven, como Barrenetxea. Que metiera Oyarzabal sería una pasada», sentencia el txuri-urdin, convencido del triunfo.

Carlos y Óscar (Hermanos de Santurtzi)

«Veremos la final connuestra madre mediando»

Óscar y Carlos, en pleno pique. manu cecilio

Se llaman Carlos y Óscar, tienen 44 y 41 años, son hermanos y residentes en Kabiezes (Santurtzi). Podría ser la presentación de los participantes en un concurso televisivo, pero no es nada de eso. El primero es aficionado del Athletic; el segundo, forofo de la Real. Viven con su madre y el fútbol ocupa una parte importante en sus conversaciones.

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La rivalidad les acompaña desde pequeños. «Yo soy del Athletic de toda la vida, es lo que te inculcan y lo que tiene que ser, pero él…», reflexiona Carlos. «La camiseta txuri-urdin me gusta más. Una vez me puse una rojiblanca y me salió sarpullido», lanza Óscar en tono jocoso. Siendo más pequeños, los piques eran bastante más habituales. Con el paso de los años «se ha ido normalizando un poco la cosa y cada vez hay menos. Aunque estos días…», comenta Carlos, el mayor. «Sí que es cierto que esta semana está más tranquila de lo que esperaba», coincide Óscar.

Óscar, hincha dela Real: «Algo demiedo sí que tengode cara a la final»

El benjamín siempre ha sido la 'oveja negra' de la familia y la cuadrilla. Lo lleva con naturalidad. Luce los colores de la Real por el barrio y vive esta final con más intensidad. «Los últimos títulos de la Real a mí me pillaron siendo un crío. Espero que me dé tiempo a llegar a casa para ver la final», relata. Allí le esperará Carlos «con un picoteo, unos vinos y unas cervezas, con nuestra madre mediando entre nosotros», augura entre risas.

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«Desde que ha llegado Marcelino me da más confianza el equipo, creo más en la victoria», sostiene Carlos. «Es que el año pasado no jugabais ni a tabas», le interpela Óscar, que lanza un dardo a su hermano: «Confío más en que ganen la del 17 de abril al Barcelona. Esta Copa que nos la dejen a nosotros. Nos lo jugamos todo en este partido. Algo de miedo sí que tengo de cara a la final».

Manu Casado y Susana Tapia (Matrimonio de Portugalete)

«Yo no quería la camiseta del Athletic, la tenía todo el mundo»

Manu Casado y Susana Tapia, en la villa jarrillera. manu cecilio

La vinculación y amor incondicional por la Real de Manu Casero (Portugalete, 1970) obedece a la confluencia de dos detalles: el regalo de su padre de una equipación txuri-urdin y que el equipo guipuzcoano ganara un par de Ligas en los 80. «Fue en mi cumpleaños. Yo no quería la del Athletic porque la tenía todo el mundo. La Real era entonces un equipo ascensor, subía y bajaba. Mi padre me dijo que me comprara la que quisiera... Fui y me gustó la de la Real. Era diferente a las demás, me chocó», relata el cocinero portugalujo.

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Ya de novios, su mujer, Susana Tapia, sabía a qué se enfrentaba: «Ella no es muy futbolera, pero sí del Athletic, y me preguntaba por qué soy de la Real». Casero lo capeaba bien, también con su suegro, del Athletic a muerte, que fue de los más madrugadores en colocar una bandera rojiblanca en su balcón. Manu y Susana vivirán la final en armonía por la pequeña pantalla, cada uno ataviado con sus colores. Sin roces.

Los hinchas de la Real «somos como una secta, pero no metemos ruido»

Manu se ha paseado por las empinadas calles de su localidad, donde regenta el bar restaurante Las Tablas, con la equipación entera de la Real. Los vecinos le tomaban el pelo. En Portugalete no existe una peña de la Real. «Somos como una secta, conozco a la gente, pero no metemos ruido», matiza el cocinero sobre la docena de hinchas del conjunto guipuzcoano que conoce en la villa jarrillera.

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Manu dice que su mujer, muy rojiblanca, «se pone más nerviosa que yo, pero bastante más. A veces me dice que no quiere verlo porque se pone mala. La hija de ambos, Nahia, permanece imparcial. En el exterior del restaurante Las Tablas, que Manu regenta junto a sus hermanos Fernando e Inés, solo ondea la bandera del Athletic. «Mi hermano dice que como mi zona es la cocina, que allí ponga la que quiera», 'protesta' Manu.

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