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Martes, 4 de junio 2024, 06:42
La afición de la Real sonrió cuando el Olympiacos levantó la copa de campeones de la Conference League. Es lo que pasa cuando le van bien las cosas a los viejos amigos, que uno se alegra. Al comando de un José Luis Mendilibar implacable –dos títulos europeos en un año–, el conjunto griego conquistó el primer trofeo continental para un fútbol con una tradición que merecía ese logro. El realismo se alegró por Mendilibar, blanquiazul de corazón, y por Darko Kovacevic, director deportivo del Olympiacos y leyenda en Anoeta.
De forma improbable, por la distancia, la Real y el gigante heleno se han cruzado en diferentes ocasiones y el trasiego de jugadores de Donostia a Atenas ha sido más intenso de lo que cabría esperar entre dos instituciones tan distintas y tan alejadas geográficamente. En los archivos consta un Real-Olympiacos en las semifinales del Torneo Colombino en Huelva en 1998. Dos goles de Kovacevic y uno de Sa Pinto sirvieron a la Real para llegar a la final, perdida en los penaltis contra el Recre. El serbio poco podía imaginar en aquel momento que acabaría fichando por el conjunto griego y que se establecería en Atenas.
Cuatro años más tarde, los dos equipos coincidirían en la concentración de Seefeld, en el Tirol. Kovacevic conversó con su amigo Djorjevic, capitán del conjunto de El Pireo, y Denoueix con Karembeu, rutilante fichaje rojiblanco. Valery Karpin aprovechó para ilustrar a los menos versados en historia del fútbol sobre el nivel del entrenador del Olympiacos, Oleg Protasov, gran delantero ucraniano del Dnipro, el Dínamo de Kiev y la selección soviética.
La fortuna deparó un enfrentamiento entre ambos equipos en la Liga de Campeones 2004/05. El primer partido de la fase de grupos fue un Real-Olympiacos en Anoeta, solventado con un gol de penalti de Kovacevic. La vuelta en Atenas se disputó en el 'exilio' del conjunto griego, durante las obras de su nuevo estadio Georgios Karaiskakis. El partido se jugó en el Georgios Kamaras y la Real salvó un empate a dos jugando con un futbolista menos.
Poco después, otro partido contra el Olympiacos anunció el desastre. Como si aquella noche de calor tórrido en Atenas se hubiera personado el mismísimo Ananké en el estadio para recordarle a la Real la inevitabilidad de la catástrofe. A las órdenes de José Mari Bakero, el 3 de agosto de 2006, una Real lastimosa fue goleada sin miramientos por el Olympiacos (5-1). A final de temporada descendería a Segunda de forma ineludible.
Ese mismo verano de 2007, Kovacevic acabría saliendo por la puerta de atrás del club para fichar por el Olympiacos. No recibió propuesta alguna de la Real y partió a Grecia. Allí resurgió, volvió a ser el gran delantero que había sido siempre y comandó al Olympiacos en sus cabalgadas por la Liga y por la Champions. Se convirtió en ídolo y comprendió que la vida le había reservado ese destino: se quedó a vivir en Atenas después de que sus problemas de corazón le obligaran a colgar las botas.
Otros realistas como Alberto de la Bella o Gabriel Schurrer también vistieron la camiseta del Olympiacos. Lo mismo que Alfred Finbogasson, que fracasó en Anoeta y acudió al Georgios Karaiskakis a reencontrarse y volvió a fracasar. Julio César y Bruma también hicieron el viaje. Aquella camiseta pesa y no es fácil triunfar. La presión es inmensa en el club más grande de Grecia. Las expectativas siempre son descabelladas y todo el mundo lo sabe, lo que no impide que se exija conseguirlas.
Otro punto en común entre los dos clubes es que, al igual que la Real, el Olympiacos empezó a jugar en un velódromo. Si en Donostia se derribó el de Atotxa para construir el campo de fútbol, en Atenas se aprovechó el velódromo Neo Phaliron, sede del ciclismo en los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, Atenas 1896, para que jugase el Olympiacos. El nuevo Georgios Karaiskakis fue sede del fútbol el Atenas 2004.
Ahora son los realistas de corazón Mendilibar y Kovacevic los que dirigen la nave del Olympiacos junto al puerto de El Pireo. No hay nada más distante que la historia, la filosofía y la forma de ver la vida, oriental, ortodoxa, volcánica, de Atenas y de Gipuzkoa, sobria, occidental, metódica, pero entra un realista por la puerta del estadio del Olympiacos, dice kaliméra (buenos días) y ya consigue que el personal crea en su idea. Alguna clase de química debe de haber.
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Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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