La grada del Reale Arena jugará un rol determinante este jueves. ARIZMENDI

El jugador número doce

Una caldera va más allá de una grada de animación modélica, es una actitud de todos los aficionados como ocurría en las grandes noches de Atocha

Miguel González

San Sebastián

Miércoles, 2 de noviembre 2022, 06:53

Pagaría por que cada temporada tuviésemos la oportunidad de recibir en Anoeta a todo un Manchester United con tanto en juego. Nos hemos acostumbrado a lo bueno y no sé si lo valoramos en su verdadera medida, porque me viene a la cabeza cómo nos ... pasamos veinte años entre 1993 y 2013 con una solo aparición por Europa. Y eso no fue hace tanto. Hoy parece que todo lo que no sea quedar primeros de grupo es un fracaso y nada más lejos de la realidad.

Publicidad

Ante un partido de semejante brillo, el mayor en Europa en los 25 años del estadio, conviene tener la cabeza fría y el corazón caliente. La mente para calibrar que llegamos en una posición privilegiada porque la Real ha realizado algo extraordinario, como fue ganar en Old Trafford y hacer después mejor los deberes ante los otros dos rivales del grupo para tener, además, favorable el golaveraje general con el United. Por eso nos vale perder por un gol para entrar directamente en octavos de final de la Europa League, o lo que es lo mismo, colarnos entre los dieciséis mejores del torneo. Palabras mayores para estar en noviembre.

Un análisis frío también debe servirnos para entender que ha sido una proeza firmar semejantes números con la enfermería plagada de lesionados. No conozco un equipo al que le quites a Oyarzabal, Sadiq, Barrenetxea, Cho, Silva y Kubo y se mantenga en pie con la dignidad y el espíritu competitivo del blanquiazul. Que Pellegrini se fuera encantado con haber cruzado el centro del campo en el minuto 85 para ganar el partido dice mucho del enemigo que veía enfrente.

Para que el Reale Arena viva una noche mágica se necesitan 37.000 valientes que quieran jugar el partido

La razón también nos sirve para calibrar la dificultad del partido de este jueves. Un gol de ventaja ante una de las mejores plantillas de Europa no es nada. Apenas un suspiro en una final de noventa minutos. Solo los 100 millones de euros que pagó el Manchester por Antony al Ajax este verano equivalen al presupuesto anual de la Real. Para qué hablar de que, además, tienen a los Cristiano, Rashford, Bruno Fernandes, Casemiro, Eriksen, Lisandro, Jadon Sancho, McTominay, Maguire...

Publicidad

Lo mejor en estos casos es que solo pueden jugar once, aunque tras la implantación de la regla de las cinco sustituciones, su banquillo decide partidos. Allí no fue así porque Imanol pudo equilibrar esa desventaja sacando de refresco a Sorloth, Cho y Barrenetxea –entonces estaban disponibles estos dos últimos más Sadiq, Silva y Kubo–, una diferencia muy grande respecto a este jueves.

El ambiente, decisivo

Una vez que tenemos clara cuál es la situación, hay que pelear la batalla a muerte. Y siendo consciente de que, en partidos así, cada aficionado juega. Y no se trata de un tópico. Los que vivimos la época de Atocha sabemos muy bien de qué hablamos y recuperar la mística de aquel campo va mucho más allá de dejar en manos de un millar de aficionados la responsabilidad única y exclusiva de animar.

Publicidad

La realidad de lo que sucedía en el viejo campo se ha mitificado con el paso del tiempo, sobre todo desde que no existe y se ha labrado su leyenda en el boca a boca. La mayoría de los domingos el ambiente era bastante relajado y solo una mala actuación arbitral era capaz de encender los ánimos del respetable. Eso sí, la grada olía a puro, a fruta del mercado que había al lado y a hierba fresca. Era una sensación mágica pero ambiente, ambiente, solo había en las grandes fechas. Y ésas eran, principalmente, los partidos contra Real Madrid y Barcelona, los derbis frente al Athletic, y sobre todo las noches europeas. Ahí el personal se transformaba.

En la famosa eliminatoria contra el Inter de Milan en 1979 llegó a relatar Zamora que la grada escupía fuego. Literal. La Real ganó por 2-0 y no llegó a levantar el 3-0 de la ida porque se le cruzó en el camino un árbitro nefasto que impidió que aquella acabara en la goleada que debió haber sido. También se le arrolló al Celtic Glasgow y al Sporting Lisboa en la Copa de Europa, al Real Madrid en la primera Supercopa de la historia y a un Barcelona que en muchos partidos no sabía ni por dónde le daba el aire. Con decir que hasta el mismísimo Cruyff se borraba de venir a San Sebastián... En todos ellos había un denominador común: partidos de noche y 20.000 personas enchufadas en la grada.

Publicidad

El jueves algo habremos hecho mal si volvemos a casa con la garganta intacta. Ganar o perder es lo de menos, ya digo que en el mejor partido de Atocha la Real cayó eliminada. Pero menuda noche... Lo importante del nuevo Reale Arena es que te permite jugar el partido. Para eso se ha renovado. Pero eso ya es una cuestión de actitud. Hay que querer. No basta con llevar la camiseta o la bufanda y sentarse en la butaca a contemplar la exquisitez del juego y ver si es más o menos brillante. El fútbol es otra cosa. Es mucho más.

Atocha rugía con cada disputa ganada. Ahí es donde se disparaba el valor de tu jugador y se depreciaba el del contrario. Con cada córner a favor. Con cada balón cortado a ras de suelo. Con cada centro al área. Con cada decisión del árbitro en contra. Una caldera va más allá de tener una grada de animación modélica que enlace un cántico tras otro. Tiene que rugir y para eso se necesitan 37.000 valientes. Eso es lo que me gustaba de Atocha. Que llegabas a casa habiendo jugado el partido. Era lo más. Con Anoeta esa sensación se perdió pero ahora podemos recuperarla. Este jueves se presenta una gran ocasión contra el Manchester United. No se va a Europa a ganar títulos sino a vivir noches como éstas. Y para que sean mágicas se necesita del concurso de todos. Porque este jueves, tú también juegas. El famoso jugador número doce.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad