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Desató un amplio debate en la hora previa al partido el once de Imanol, pero el oriotarra sabía lo que se hacía y no renunció a sus tres jugones, Brais, Kubo y Barrenetxea, a los que acercó al área contraria. El resto debía jugar para que ellos marcasen la diferencia. Ése era el planteamiento. Por detrás, dos centrocampistas de intensidad como Olasagasti y Marín para que Zubimendi tomase aire y Pacheco en el eje de la zaga para que Aguerd hiciese lo propio. El encuentro se dibujó tal y como lo pensó el técnico. Brais se la guisó y se la comió en el penalti ante Sorensen y Kubo quitó las telarañas de la escuadra de Lössl con un zurdazo desde la frontal del área. No necesitó más la Real para traerse encarrilada la eliminatoria a casa.
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No empezó bien la cosa porque no se había cumplido el segundo minuto y Castillo ya había estrellado un cabezazo en el poste de Marrero con absoluta facilidad. Anteriormente, el joven Balda vio la amarilla por frenar un avance de Osorio en la banda derecha. Imanol resoplaba en el banquillo. Una de las armas del conjunto danés era la estrategia, pero más allá de ese remate y un libre directo de Osorio desde el borde del área al que reaccionó rápido el meta azpeitiarra, la Real controló bien el balón parado. Incluso los famosos saques en largo del central Bech cargando el área con el gigantón Buksa no reportaron réditos al Midtjylland más allá de situaciones de barullo. Por ahí empezó a ganar la Real el primer envite de la eliminatoria.
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El partidazo del riojano merece una mención porque gracias a su despliegue físico se logró neutralizar la zona de creación danesa. Imanol dispuso a los suyos sin balón en un avanzado 1-4-4-2 con Brais como segundo hombre más adelantado junto a Óskarsson para presionar a Bech, Marín saltando a Silva y Olasagasti tapando a Sorensen. Castillo quedaba descolgado junto a Buksa y de él debía ocuparse Pacheco estirando su posición. Marín no dejó girarse a Silva, el flamante fichaje de invierno del Midtjylland y, además, replegó con rapidez para tapar a Castillo por dentro. Ese esfuerzo uno contra dos en defensa permitió a la Real estar bien dispuesta sin balón hasta el descanso. Pero es que con la pelota el '28' supo jugar con criterio, asegurar el balón y doblar el pase en ventaja al compañero, como en la jugada del 0-2 en la que junta a Osorio, Silva y Sorensen para que Kubo reciba mano a mano contra Paulinho en la derecha. Detalles que pasan desapercibidos pero tienen su importancia.
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El mayor peligro del Midtjylland venía por banda izquierda con la dupla formada por Paulinho y Simsir que completaba el interior Sorensen con continuos desmarques de ruptura. A la Real le costó frenarla cuando el rival cambiaba la orientación de juego desde la derecha porque Olasagasti perdía la referencia de este último y se inscrustaba demasiado entre centrales. Con todo, a los txuri-urdin les faltó intuición para leer como defender a Simsir, porque casi siempre le taparon el camino exterior cuando, jugando a pierna cambiada, el peligro venía por dentro. Marrero hizo la parada de la noche para evitar un gol cantado y el turco firmó otros dos remates de la misma manera ante Aritz y Aramburu, en la primera ocasión, y frente a Óskarsson, en la segunda parte. Son detalles que en Europa pueden costar caros.
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Con el 1-2 al descanso, Imanol no se pensó dos veces meter en el campo a Aguerd y Zubimendi porque sabía que el Mindtjylland iba a recurrir al balón directo hacia los 191 centímetros de Buksa y quería tener bien armadas las baterías antiaéreas. Sin embargo, hubo momentos en los que la Real se metió demasiado atrás, no presionó bien los golpeos de los centrales y sufrió a partir de que Thomasberg retrasó la ubicación de Osorio al centro del campo cuando fijó con Franculino la posición de Javi López y la línea defensiva blanquiazul. Aunque Buksa no ganaba esos balones directos, el chileno era el rey de las caídas y generaba incertidumbre con sus conducciones intermedias. Sorensen cargaba al central libre y por momentos costó ganar metros sobre el campo.
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Imanol resolvió esa situación con el cambio del delantero centro, al retirar a un Óskarsson más vertical por un Oyarzabal que siempre gusta más de descolgarse y ayudar al centro del campo. Sus caídas contribuyeron a recuperar la parcela central y que la Real jugase el último cuarto de hora en terreno danés, teniendo el propio capitán una buena ocasión de hacer el tercero tras un error de Diao. Quiso emular a Brais ante el Espanyol y picarla sobre Lössl, pero se lo impidió el mal estado del césped. Ese cuarto centrocampista virtual permitió que el Midtjylland tuviera más dificultades para enlazar combinaciones limpias y que Franculino, Buksa y Gogorza quedaran descolgados del resto de sus compañeros. No fue un partido muy brillante pero sí muy táctico en el que el oriotarra tuvo muy claro el camino a seguir y durante su trascurso movió las piezas que debía mover para llevar la iniciativa en el juego. Ahora queda rematar la faena en el Reale Arena, aunque ésa será otra historia.
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