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Quedan dos meses para terminar la temporada y con el 80% de la misma cubierta, el parón permite echar la vista atrás con un poco ... de calma y repasar el camino andado. La Real ha jugado 46 partidos, con un balance de 21 victorias, 7 empates y 18 derrotas, ha caído en octavos de Europa League, está en semifinales de Copa y en la Liga ha pagado el cansancio en los dos últimos meses al ser el cuarto peor equipo del campeonato con seis derrotas en nueve jornadas, lo que ha complicado la pelea para Europa. No se trata tanto de que quede a 4 ó 5 puntos de distancia sino de que hay que remontar a cinco equipos en diez jornadas, algo que no resultará sencillo.
Pendiente de estos diez partidos de Liga y lo que ocurra en el Bernabéu el 1 de abril para tener una referencia más fiable, la valoración de la temporada dependerá de las expectativas que tuviera cada uno. En mi opinión, y tras perder a dos pesos pesados como Merino y Le Normand, la Real ha competido mejor de lo que ha jugado e Imanol ha estado más acertado en la gestión de la plantilla que otros años. Ha jugado las semifinales de Copa por 19ª vez en 116 años de historia y en Europa se ha quedado a las puertas de los cuartos de final, que el club solo ha traspasado en 1983 con Ormaetxea y en 1989 con Toshack. Seguramente no era el momento de exigírselo, con un equipo en construcción en el que han entrado ocho jugadores de una media de 22 años de una tacada.
Más allá de esta fotografía general de la situación, y quedando tan poco para el verano, se hace inevitable una mirada al futuro pensando en la próxima temporada y hay conclusiones que ya se pueden extraer. Una de ellas, es la falta de gol que persigue a la Real desde hace año y medio, desde que Kubo se fue a la Copa de Asia y Barrene se lesionó en Pamplona en diciembre de 2023. En la segunda vuelta del curso pasado ya fue el octavo equipo con menos gol y en lo que llevamos de Liga solo el Valladolid ha marcado menos.
Unos minutos de Mariezkurrena en Vallecas bastaron para constatar esta triste realidad y dejar en evidencia la falta de colmillo de la delantera. En el fútbol se gana por fútbol y por pegada, y de la segunda se carece. Hace tres temporadas juntaba arriba a Sorloth e Isak y tras la marcha del noruego en verano de 2023 se hizo un vacío que no acertaron a llenar entre André Silva, Sadiq y Carlos Fernández. Imanol reaccionó ubicando a Oyarzabal de 'nueve' y dio resultado cuando Kubo y Barrene estuvieron excelsos, pero después nada ha vuelto a ser igual. El capitán es tan bueno que puede jugar donde quiera, pero no es un delantero centro. Igual que no lo era López Ufarte a pesar de ser el segundo máximo goleador de la historia de la Real.
El fichaje de Óskarsson no está mal tirado, pero con 20 años no se le puede pedir que asuma la responsabilidad goleadora del equipo. Es una apuesta a medio plazo que el tiempo bendecirá o no. Así las cosas la Real ha tenido que tirar en Liga con dos goles en juego de Oyarzabal, tres del islandés y Brais, cinco de Kubo, dos de Becker y uno de Barrene. Escaso bagaje para ir a Europa y mucho trabajo para Bretos en la confección de la delantera del año que viene. La solución pasaría por acompañar a Óskarsson de otro 'nueve', colocar a Oyarzabal en su posición de siempre y repensar la ubicación de Kubo, ya que no deja de ser chocante que donde más ha brillado en la Real haya sido de segundo delantero –en su primer año– y no como extremo.
Más allá de esta reflexión, hay dos asuntos en el juego bastante mejorables. Una es el juego a balón parado, donde la falta de envergadura ha sido un lastre en una faceta tan determinante como la estrategia. Otra son las transiciones defensivas, derivadas seguramente de un peor juego posicional como consecuencia de la marcha de Merino. Sucic, Brais, Marín o Zakharyan responden más a un perfil de mediapunta, futbolistas dinámicos y móviles que evolucionan desde el contacto con el balón pero a los que les cuesta equilibrar sin pelota. Y Turrientes, llamado a ser la pareja de Zubimendi, tampoco ha jugado con regularidad.
La Real tiene un equipo joven y con talento para mirar al futuro con optimismo, pero tiene asuntos pendientes de resolver si quiere volar en los próximos años tan alto como en los anteriores.
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