No me canso de repetir la historia de Carlos Vela. Del chaval mexicano (Cancún, 1989) que se dio a conocer con cinco goles en el Mundial sub 17. De aquel zurdo que asombró a todo el mundo y a quien Wenger le fichó en 2005 ... con un contrato de cuatro millones de euros y cinco temporadas. Del Vela que como no podía jugar en la Premier porque solamente tenía 16 años, tuvo que salir cedido (el Celta fue su primer destino). Del Carlitos que en Vigo solo pudo entrenar con el equipo gallego ya que tenía las plazas extracomunitarias cubiertas.

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Su siguiente cesión fue a Salamanca..., y la siguiente a Osasuna, ya en Primera. Parecía que había llegado el momento de jugar en el Arsenal, pero tampoco, así que tras un breve paso por el West Bromwich Albion, aterrizó en la Real, donde encontró la felicidad (y la Real con él). Formó una pareja inolvidable con Griezmann, ayudó a la Real de Montanier a meterse en la Liga de Campeones, nos ofreció junto a Antoine espectáculo una semana sí y otra también, pero las dos últimas campañas del azteca han sido más que decepcionantes.

Vela desveló la temporada pasada que en el verano había querido irse a la Major League Soccer (MLS)..., y en vez de zanjar el asunto dejó la puerta abierta a hacerlo en el mercado de invierno (tampoco salió). Así que como llovía sobre mojado, su presencia en un concierto en Madrid y su injustificada ausencia en el entrenamiento del día siguiente, fue la gota que colmó el vaso. Y empezó a escuchar música de viento en Anoeta porque con los sentimientos de la gente no se juega. El mexicano se condenó aquel día él solito y todos pensábamos que a final de temporada saldría de la Real (eso sí, siempre que alguien depositara los once millones de euros que la Real pagó al Arsenal por su traspaso), pero las cosas han cambiado. Verán.

Vela se preocupó en vacaciones de la recuperación de su rodilla y se presentó antes que nunca a la pretemporada en Zubieta. La Real le había leído la cartilla y quiso cumplir a rajatabla las advertencias del técnico.

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Diré más. Hace unas semanas, representantes de un importante club de Catar se desplazaron a Donostia con la firme intención de ficharle. Los emisarios árabes, que se entrevistaron con Jokin Aperribay y con Loren, estaban dispuestos a pagar a la Real lo que ésta desembolsó al Arsenal y ofrecían al jugador el doble de la ficha que percibe actualmente en la Real. Incluso, se entrevistaron personalmente con él, pero a Vela no le convenció la aventura de Catar. Ítem más. Le dijo a Jokin que no quería irse de la Real con el mal sabor de boca que había dejado en la afición las dos últimas temporadas, que quería redimirse. Y se ha quedado. Y eso que ganamos (si rinde y juega lo que sabe). Y aunque en Pamplona falló un gol y medio, yo también le tiendo la mano.

¿El partido ante Osasuna? Como decía Aristóteles, «primum vivere; deinde philosophare», es decir que primero los puntos, que luego llegará el análisis. Sí que el primer tiempo fue para olvidar y la Real ganó 0-2 con un remate a puerta, pero aquí un triunfo que nos hace ver la vida de otro modo.

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Yo me quedo con el olfato de Juanmi, con las tablas de Xabi Prieto ante el Madrid y en Pamplona, con el equilibrio que da Zurutuza y con el gran segundo tiempo de Illarramendi (por cierto, Zuru e Illarra acabaron mareados por el sofocante calor y el tremendo esfuerzo).

Y me quedo, por supuesto, con Oyarzabal. Cuentan que un día le preguntaron a Dalí si pintar era difícil. Él respondió: «Es fácil o imposible». Para Oyarzabal, jugar al fútbol es fácil.

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