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Una acción fortuita en Zubieta, un mal gesto. Un parte médico de la Real Sociedad y un nombre: Mikel Oyarzabal. Conmoción en la afición txuri-urdin. La estrella del equipo, el alma del vestuario, se ha roto. Así, sin anestesia. El impacto fue fortísimo. Este sábado se cumplen nueve meses desde que el '10' se rompiera el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y protagonizara el peor momento del año 2022 para la familia txuri-urdin.
Ese gesto raro de su rodilla izquierda, la dominante, del pasado 17 de marzo en Zubieta dio paso a un mar de dudas y preguntas en la cabeza del capitán realista. Todas ellas se resolvieron muy pronto, porque las pruebas que le realizaron el mismo día confirmaron el peor de los presagios. Una semana después, el 24 de marzo, fue operado por el especialista Mikel Sánchez. La carrera deportiva del capitán de la Real Sociedad cerraba abruptamente hace nueve meses un brillante capítulo y se adentraba en uno nuevo, lleno de sacrificios, de esfuerzos en la sombra, de partidos en la grada... De impotencia
«Volveré más fuerte», dijo en sus redes sociales un Oyarzabal cuyo menisco también se vio afectado por la lesión.
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La intervención quirúrgica fue un éxito y el '10' realista se puso el mono de faena con un único objetivo: volver a ser el de antes. Oyarzabal, un referente del estajanovismo, trabajó a destajo con los fisios del club y dio la primera alegría a la hinchada txuri-urdin el 11 de mayo, cuando se dejó ver por primera vez en el verde de Zubieta.
En todos estos meses ha ido cumpliendo a rajatabla los plazos del proceso de recuperación. Ha sido un proceso en el que el primer objetivo fue el de recuperar la musculatura de su tren inferior, debilitada siempre en este tipo de lesiones.
Horas de esfuerzo y sudor en el gimnasio, duras jornadas en la piscina y cientos de kilómetros en la bicicleta estática le ayudaron a fortalecer los músculos de unas extremidades que habían dado mil y una alegrías a la afición blanquiazul.
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En verano ya pudo andar de manera normal, y el siguiente paso era el de empezar a correr de nuevo, hito que alcanzó a mediados de agosto gracias a una máquina antigravedad de última tecnología. No era un trote del todo natural, pero su cuerpo y su mente agradecieron llegar a esta nueva fase. Sin precipitarse.
En todo este proceso de recuperación, el capitán txuri-urdin ha hecho gala de una extrema profesionalidad acudiendo a Zubieta cuando sus compañeros tenían fiesta.
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Septiembre fue el mes en el que Oyarzabal se reconcilió con su mejor amigo, el balón. Comenzó a golpearlo con fuerza moderada y a incluirlo en su dinámica de trabajo diario, para ir recuperando las sensaciones mientras se iba acercando el momento de volver a entrenarse junto a sus compañeros.
Imanol sonreía al verle corriendo en Zubieta. Volvió a entrenarse junto al resto de sus compañeros el pasado 4 de octubre.
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Desde ese día ha trabajado más en solitario que en compañía. No jugó el día de San Tomás el partido de Copa en Coria, pero su reaparición sobre el terreno de juego podría producirse el último día del año. Oyarzabal ha entrado en la convocatoria para el partido de Osasuna, pero será Imanol el que tenga la última palabra sobre su vuelta al verde. La consigna con él es clarísima: prohibido precipitarse.
La Real afrontará en enero un exigente calendario entre Copa y Liga que hará que Imanol utilice un abanico de jugadores más amplio. Ya no hay dudas. Se acerca el retorno del '10'.
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