La pasada edición de la Europa League dejó en Gipuzkoa un regusto amargo. No para las familias Emery e Idiakez. Sí para los seguidores blanquiazules, que ni pudieron viajar ni vieron al United, ni se pasó de ronda, ni se aumentó el coeficiente UEFA por ... culpa de la maldita pandemia. Este año las cosas pintan parecidas porque el grupo ha vuelto a ser complicado, aunque la Real tiene potencial para derrotar al Mónaco y al PSV, rivales a priori más duros para de los de Imanol.

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Las opciones de que los aficionados realistas viajen con el equipo están en el aire. Es una pena, porque los desplazamientos al viejo continente son de los que realmente perduran. Aquella pinta en Manchester, las avenidas de Skopje, el frío de Trondheim, el viaje en coche a Lyon... Acompañar a la Real fuera, y más en Europa, implica un subidón de sentimiento blanquiazul. Un chute de realismo y una amalgama de imágenes, recuerdos y experiencias. Pedir en otro idioma –una cerveza en serbio es 'pivo' y en Atenas reina la 'Mithos'–, ir con el Google maps a todas partes e interesarse por el equipo rival en una ciudad enemiga, es el abecé de cualquier desplazamiento.

Además, este año la Real pisará dos campos con solera. El Luis II de Mónaco, donde tantas veces se ha jugado la Supercopa de Europa, y el Philips Stadium de Eindhoven, donde el PSV tiene una Copa de Europa. Habrá que sumarlos a los ya visitados Old Trafford, San Siro, Anfield, Gerland, San Paolo o José Alvalade. Eso sí, el que realmente asusta es el del Sturm Graz, ya que se conoce popularmente como el Arnold Schwarzenegger. Ojalá ustedes puedan ir y conocerlo, aunque ya saben que Terminator lleva el 10 y juega en la Real.

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